CALLES DE ALBACETE | ¿Quién fue Cristóbal Lozano?

El callejero de la ciudad tiene en cuenta a muchos albaceteños, tanto de la capital como de la provincia, para homenajearlas de esta peculiar manera. De hecho, son muchas las calles que tienen nombre de vecinos de Albacete que han trabajado sobre diferentes áreas y han cosechado algunos hitos.

Figuras como el arquitecto Martínez Villena, que tiene una calle con su nombre en pleno centro de la ciudad, la vía con el nombre del doctor López Galiacho, situada en el barrio Pedro Lamata o el caso de Guillermina Medrano, quien cuenta con este particular reconocimiento en el barrio Universidad, son solo algunos ejemplos de las decenas de nombres de albaceteños de nacimiento o de adopción que a los que el callejero de Albacete rinde homenaje.

Otro ejemplo lo encontramos en la calle Cristóbal Lozano, situada en el barrio del Hospital en Albacete, en las inmediaciones de la Avenida de España. Una calle que rinde homenaje a un vecino de Hellín, quien fue capellán real, teólogo y escritor en el siglo XVI.

¿Quién fue Cristóbal Lozano?

Un hombre de humildes orígenes, que compaginó su trabajo en la carpintería de su padre con el aprendizaje de las letras durante su infancia. A pesar de la situación económica de la familia, Lozano pudo estudiar y se decidió por el sacerdocio.

Por este motivo, se trasladó a Alcalá de Henares (Madrid) en el año 1630 para estudiar en la universidad a la edad de 20 años. Cristóbal Lozano pudo conocer a grandes personalidades durante esta época y fue condiscípulo de Pedro Portocarrero, quien actuó como su proyector puesto que formaba parte del círculo de confianza del rey Felipe IV. En esos momentos, arrancó la carrera literaria de Lozano.

Obra literaria y vida dedicada al sacerdocio

Años más tarde regresó a la provincia de Albacete como licenciado. En 1635 vio la luz su primera obra en Valencia, titulada ‘Flores sacramentales’, la cual tuvo buena acogida. Más tarde publicó una segunda obra titulada ‘Persecuciones de Lucinda y trágicos sucesos de don Carlos’ después ‘El Buen Pastor’. En el caso de este último, estaba dedicado a la formación moral del sacerdocio.

Finalmente, en 1638 consiguió tomar posesión en la parroquia de San Salvador de Lagartera en Toledo, donde continuó escribiendo, sin abandonar sus estudios de Teología. De hecho, en 1640 se desplazó de nuevo hasta Alcalá de Henares para conseguir el título de doctor.

Regreso a Hellín (Albacete)

En 1641 regresó a Hellín, donde fue cura ecónomo y vicario, además de comisario de la Santa Cruzada de la Villa de Hellín donde pasó cuatro años hasta que fue ascendido a procurador fiscal de la Reverenda Cámara Apostólica del Obispado de Murcia. En esta época escribió una trilogía que acabó convirtiéndose en su trilogía más conocida.

Tras publicar estas obras, llevó desde este momento una vida tranquila que dedicó a cultivar su ingenio. En 1662 su salud se vio perjudicada, y decidió buscar asentarse en los últimos años. En diciembre del año siguiente consiguió la plaza de Capellán Real en la capilla de los Reyes Nuevos en la Catedral de Toledo, cargo que ostentó hasta el momento de su muerte.

Cristóbal Lozano dejó un gran legado en lo relacionado a las letras, que ha perdurado varios siglos después. Además, este también ha quedado reflejado en esta calle de Albacete que varios siglos más tarde continúa recordando a este hellinero de nacimiento.

Sigue el canal de El Digital de Albacete en WhatsApp, donde encontrarás todas las noticias de Albacete, su provincia y Castilla-La Mancha.

Noticias relacionadas:

Noelia López22 septiembre, 2024 - 09:28