Piden aprovechar al máximo los alimentos como receta contra el hambre en Albacete

/Sandra Manzanares/

La importancia de elaborar un menú sostenible va más allá de los beneficios que una alimentación sana puede aportar a nuestro organismo, ya que un consumo responsable y equilibrado contribuye a cuidar el medioambiente y a distribuir los alimentos de manera equitativa entre las personas que más lo necesitan. Y es que, el uso que hacemos de los productos relacionados con el sector alimentario repercute en una esfera mucho más amplia de la que podamos imaginar.

Un tercio de nuestros alimentos acaba en la basura a la vez que 800 millones de personas pasan hambre. Productos que se pudren en la basura, se echan a perder en la etapa del transporte o en la propia cosecha y que, por unos motivos u otros, no son consumidos por sus destinatarios, desaprovechándose su función y contribuyendo, sin embargo, a la sobreexplotación de recursos naturales.

Además, el sector alimentario supone el 30% del consumo de energía mundial y genera alrededor de un 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que organismos como la ONU apelan a la concienciación de la sociedad y al desarrollo sostenible asociado al equilibrio de los alimentos con el medioambiente en su “vida útil”, esto es, desde su producción a su consumo y  generación final de residuos.

En el marco de la sostenibilidad se incide, entre otras cuestiones, en el consumo de alimentos de temporada para evitar el aumento de la contaminación por transporte de los mismos, y también para contribuir a la reducción de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que es posible gracias al ahorro de la energía que se emplearía en el mantenimiento de cámaras frigoríficas o invernaderos. Con ello además, se fomentaría el comercio local, en el que también hay que comprar de manera “responsable”.

Y es que, como nos explica el presidente de la Fundación Banco de Alimentos de Albacete, José Antonio García, lo “deseable” es adquirir lo que “se necesita”, y evitar así el “desperdicio” de comida que se produce durante todo el año y especialmente, en la época navideña. Para ello, García recomienda comprar los alimentos con antelación, planificar y presupuestar nuestros menús diarios y “estar pendiente” de la fecha de caducidad para aprovechar al máximo los productos.

En este sentido, García indica que el el Banco de Alimentos da cobertura a casi 10.600 familias en la provincia de Albacete, distribuidas en más de un centenar de asociaciones, “rescatando así artículos de la cadena alimenticia que se acaban perdiendo por causas como el exceso de producción o compra, mal etiquetado o proximidad de la fecha de caducidad”. Además, se ahorra en costes de producción y perjuicio ambiental.

El Banco de Alimentos también se nutre de campañas y colectas que se intensifican en Navidad, aunque se distribuyen a lo largo de todo el año. Los alimentos más recomendables para las donaciones son los no perecederos, y como apunta García, “lo que más se necesita es aceite, leche, harina, azúcar y conservas” pues la gente incide en el arroz, la pasta y las legumbres, lo que provoca que haya más de esto último produciendo carencia de otros elementos. Sin embargo, García comprende que no todo el mundo puede aportar productos como el aceite por su valor económico, manifestando así que “toda ayuda es bienvenida”, y destacando a su vez la importancia de incorporar a las campañas legumbres precocidas, ya que “hay mucha gente que no tiene ni para calentarlas”, indica.

Por otro lado, García detalla que el Banco de Alimentos “cruza datos” con las distintas asociaciones para comprobar que un mismo usuario no esté en varias entidades a la vez como Cáritas o Cruz Roja. De esta manera, se pretende conseguir un reparto más equitativo y acorde con las necesidades de cada colectivo. Y es que el hambre es una lacra contra la que todos podemos luchar, además de con la colaboración benéfica, a través de gestos sencillos que repercutirían de manera positiva como pueden ser las compras sostenibles o no tirar comida a la basura. De esta manera, se dejarían de acaparar unos recursos que podrían ser empleados en la erradicación del hambre.

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