Secretos de Albacete | La mano cortada, los nazis y un musulmán convertido

Analizamos algunos secretos y leyendas de la capital albaceteña

Albacete guarda decenas de secretos y curiosidades en numerosos rincones de la ciudad. Algunos de ellos, llevan siglos en  la capital albaceteña y otros muchos son más recientes, pero no por ello menos interesantes. Estas curiosidades corren el peligro de pasar por alto ante la mirada de albaceteños, ya que a veces no somos capaces de ver lo que tenemos delante.

Desde El Digital de Albacete continuamos nuestro recorrido para sacar a la luz los secretos mejor guardados de la capital albaceteña, dignos de contar y ser escuchados, para poner en valor los detalles de Albacete, que forman parte de la historia de la ciudad y los albaceteños.

En esta ocasión, nos adentramos en uno de los casos más famosos relacionados con la ciudad, y probablemente, uno de los que más ha dado que hablar tanto a albaceteños como al resto del país. ‘El Caso de la Mano Cortada’ es uno de esos grandes enigmas de Albacete, que a día de hoy sigue siendo todo un misterio. Un caso del que hay decenas de teorías diferentes, fruto del paso del tiempo y de la falta de respuestas. 

Después recorreremos la Avenida de la Estación de Albacete para poner nombre a veinticinco albaceteños que fueron deportados a campos de concentración nazis. Pequeños detalles, a modo de bloques de cemento, llamados ‘Stolpersteine’, palabra alemana que significa ‘piedra de tropiezo’, que sirven para conmemorar a estos paisanos, que sufrieron el infierno de la Alemania nazi en primera persona.

Para finalizar, nos adentramos en la Catedral de Albacete para conocer una de las leyendas, posiblemente más antiguas de la ciudad, que ha dejado un secreto guardado en los muros de la Catedral de San Juan Bautista.

El Caso de la Mano Cortada

Uno de los casos que ha dado la vuelta al mundo es ‘El caso de la Mano Cortada’, del que se han escrito libros y existen innumerables teorías en la actualidad. Un caso que ha recorrido también varios programas de televisión debido al misterio que ha suscitado entre los albaceteños desde hace varias décadas. Un secreto muy bien guardado en Albacete, que aunque la marquesa Margarita Ruiz de Lihory se llevó a la tumba, ha dado lugar a muchas especulaciones entre los albaceteños.

Margarita Ruiz de Lihory, Marquesa de Villasante y Condesa de Val del Agile, entre una larga lista de títulos nobiliarios, era miembro de la alta sociedad. Esta mujer reunía varias pintorescas profesiones, pues era pintora, periodista y espía.

Foto: Cuarto Milenio

Margarita vivió entre 1893 y 1968. Obtuvo la carrera de Derecho en menos de dos años y también tenía el título de enfermera. Una mujer adelantada a su época, que tuvo estrechas relaciones con Francisco Franco, al que salvó la vida en varias ocasiones cuando aún era un joven general.

Casada con un irlandés, la condesa tuvo cuatro hijos, aunque finalmente abandonó a su familia. Además, lo hizo en una época en la que el divorcio no era común y era un total escándalo social. De esta época, han llegado a nuestros días declaraciones de Margarita Ruiz de Lihory como que “la mujer no debe ser instrumento más que de sí misma” y que «debe buscar su placer y no el placer del hombre”. Unas afirmaciones propias de una mujer adelantada a la época, que creía firmemente que las mujeres eran igual que los hombres, pero sin embargo, sostenía férreas ideas sobre las clases sociales.

También conocida como la ‘matahari española’, Ruiz de Lihory recibió encargos de misiones de espionaje de Miguel Primo de Rivera, en el Marruecos español, donde conoció al general Francisco Franco. Finalmente, la marquesa acabó convirtiéndose en un doble agente, según algunas fuentes.

Retrato de la Marquesa / Foto: Cuarto Milenio

Tras la guerra, la condesa pasó varios años en Albacete, donde tenía una casa en la que solía pasar largas temporadas. Una vivienda que ha recibido también el nombre de ‘La Casa de los Fantasmas’. Después se instaló en Madrid, junto a su segundo marido, Josep María Bassols y su hija Margot. En 1945, tuvo lugar el famoso ‘Caso de la Mano Cortada’, del que se ha hablado y relacionado con la magia negra, las sectas, los rituales, el ocultismo e incluso intervención de extraterrestres.

La hija de la condesa, Margot, residió en Madrid junto a su madre y su nueva pareja, pero se trasladaron hasta Albacete, donde tenían una segunda residencia, puesto que Margot sufría una enfermedad. Finalmente, la hija de la marquesa falleció, marcando el principio del caso. Uno de los hermanos de Margot, Luis, denunció a su madre tras el entierro de su hermana. Al parecer, la marquesa no dejó entrar a la habitación a los hermanos de Margot tras su muerte, y estos no pudieron verla sino en el ataúd camino al cementerio. Luis consiguió entrar a la habitación más tarde, y según algunos testimonios, pudo ver un cuchillo, lo que le hizo sospechar de su madre e interpuso la denuncia.

El juez, a pesar de la condición de clase de la marquesa, ordenó el registro de la vivienda madrileña, situada en la calle Princesa, 72, donde encontraron restos humanos, concretamente, los ojos, la mano y la lengua de la hija de Ruiz de Lihory. Cabe destacar, que Margot falleció en Albacete y fue enterrada en la capital manchega.

Tumba en Albacete / Foto: Cuarto Milenio

En 1961 llegó el juicio, casi siete años después de la denuncia interpuesta por el hermano de Margot, donde se condenó a Margarita Ruiz de Lihory y su pareja por un delito de profanación de cadáveres y contra la salud pública. En este juicio, la marquesa explicó que las mutilaciones fueron el resultado de una especie de adoración, y que dichos actos se cometieron para preservar un recuerdo de su hija. Además, comparó estas mutilaciones con algunos casos del catolicismo, que veneran la lengua de San Antonio de Padua o los brazos de Santa Teresa o San Vicente de Ferrer.

Desde el Palacio de El Pardo, se intentaron acallar estas informaciones, ya que la condesa se había convertido en una gran amiga de Francisco Franco, aunque el caso ha dado lugar a todo tipo de especulaciones con el paso de los años.

Finalmente, la marquesa pasó diez años ingresada en un psiquiátrico en Madrid por descuartizar a su hija, y acabó sus días arruinada, en su piso en la calle Mayor de Albacete. A su muerte, cerca de los 80 años, fue enterrada en el Cementerio de Albacete.

Calle Mayor Albacete / Imagen de archivo

En cuanto a la residencia de la marquesa de Albacete, hay muchas teorías. Una de ellas, se basa en un sótano en esta casa en el que se podrían hacer experimentos, como una especie de laboratorio secreto. También, se comentaba que allí trabajaban unos hombres con rasgos nórdicos, y se pensaba que estos eran nazis huidos de Alemania. Entre las decenas de teorías que existen bajo este caso, se barajó la posibilidad de una conexión extraterrestre, relacionada con supuestos avistamientos OVNIS.

De este caso, ha quedado una cancioncilla infantil que recita que “en la calle Princesa, vive una vieja marquesa, con su hija Margot, a quien la mano cortó. Moraleja, moraleja, esconde la mano que viene la vieja”.

Stolpersteine: veinticinco historias de albaceteños en los campos de concentración nazis

En la Avenida de la Estación de Albacete, y metafóricamente a pocos metros del Paseo de la Libertad, si bajamos la mirada al suelo podemos encontrar algunas curiosidades. Concretamente, veinticinco pequeñas placas, que esconden veinticinco historias de albaceteños.

Una curiosidad que los albaceteños pasamos por alto, y quizá esté a la vista los días de lluvia, cuando bajamos la mirada al suelo para tratar de esquivar los charcos. Es cierto, que estas pequeñas placas no llevan mucho en nuestra ciudad, ya que datan del año 2022, aunque cuentan historias que sucedieron hace más de medio siglo.

Stolpersteine - Albacete
Stolpersteine – Albacete / Foto de archivo

Son ‘Stolpersteine’, una palabra alemana que significa literalmente ‘piedra de tropiezo’. Se trata de un proyecto que arrancó el artista Gunter Demnig, que trata de homenajear a las personas que fueron deportados a los campos de concentración nazis. De esta manera, se colocan pequeños cubos de cemento de diez centímetros, donde se inscribe el nombre de la persona, el campo de concentración al que fue deportado y si fue asesinado o en el mejor de los casos, consiguió sobrevivir, entre otros datos importantes. Estas pequeñas placas se comenzaron a colocar a las puertas de las viviendas de las personas que habían sufrido el infierno de la Alemania nazi por toda Europa, y ha llegado hasta Albacete.

Stolpersteine / Foto: Ayuntamiento de Albacete

Cuando pensamos en la Segunda Guerra Mundial parece que España no estuvo afectada, pero nada que ver con la realidad. Lo cierto es que miles de españoles pisaron campos de concentración nazis, muchos de ellos, presos políticos del régimen franquista. De hecho, uno de los campos de concentración más famosos, Mauthausen, situado en Austria, es conocido como ‘El campo de los españoles’.

Entre aquellos españoles, algunos de ellos eran de procedencia albaceteña, no solo repartidos en Mauthausen, sino en muchos de ellos situados en la Alemania Nazi. Es la historia de Emilio García, Emiliano Belmonte, Manuel Ruiz, Julián López, Juan García, José María Ruescas, Pedro Ranjel, Cristóbal Cantos y José Ocaña, quienes tuvieron la suerte de ser liberados del campo de concentración de Mathausen. No tuvieron la misma suerte sus compañeros, también albaceteños, José Díaz, Justo Gómez, Fernando Silva, José Montesinos, Damián Serrano, Manuel Rubio, José Felipe Monteagudo, Pedro Jesús García, Andrés Irela y Miguel Parra, que fueron asesinados en el infierno de Mathausen.

Stolpersteine / Foto de archivo

Hasta el campo de concentración de Buchenwald, en el centro de Alemania, fueron deportados y asesinados Pedro Polo y Rafael Martínez, mientras que Augusto Ángel Rodríguez y Jaime Nieto consiguieron sobrevivir. José Argandoña fue el único albaceteño que fue deportado y asesinado en el campo de concentración de Dachau.

Cada uno de estos Stolpersteine cuenta una historia donde reina la injusticia y la crueldad, de lo que ha sido una de las grandes masacres de la historia moderna. Muchos de ellos consiguieron sobrevivir y ser liberados de aquel infierno, pero otros muchos fueron asesinados en los campos de concentración, donde murieron millones de personas.

Stolpersteine / Foto: Ayuntamiento de Albacete

En Albacete, se desconocía la ubicación de las viviendas de algunas de estas personas, por lo que se decidió colocarlas en un mismo espacio. En este caso, el lugar elegido fue la Avenida de la Estación, curiosamente, a pocos metros del Paseo de la Libertad, la misma libertad por la que lucharon estos veinticinco albaceteños.

Como dice la famosa frase de Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, “los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. De esta manera, Albacete recuerda a estos veinticinco hombres cada vez que los albaceteños llevan la mirada hacia abajo en esta avenida, donde se pueden ver inscritas las veinticinco historias de estos albaceteños.

El vestigio de la catedral de Albacete que materializa una leyenda

La Catedral de San Juan de Albacete esconde numerosas curiosidades tanto dentro como fuera de sus muros, ya que es una de las construcciones más antiguas de la ciudad, que ha pasado por varias remodelaciones y por muchas manos. La catedral albaceteña guarda decenas de secretos y curiosidades, que forman parte del patrimonio cultural albaceteño. 

Una de ellas, se encuentra en una de las fachadas exteriores, concretamente en una de las fachadas laterales que da a la Bajada de San Juan Evangelista. En este muro exterior, a unos metros de altura sobre el suelo, se encuentra un vestigio que encarna una leyenda. Un hecho que sucedió durante el proceso de construcción de la Catedral de San Juan, que colocó sus primeros cimientos sobre 1315, aunque los datos no son exactos.

Virgen tallada en la Catedral de Albacete / Foto: Miguel Ángel Romero

“En la fachada existe una curiosidad que pasa desapercibida”, indica el párroco de la catedral albaceteña, Diego Herrera, a El Digital de Albacete. Y es que, en este lugar, ocurrieron unos hechos que se han transmitido a lo largo de los siglos. Según cuenta esta leyenda, “cuando estaban construyendo la catedral trabajaba aquí un obrero musulmán”, explica Diego Herrera, sacerdote de la Catedral de San Juan, que manifiesta que “se dice que él estaba trabajando y que se cayó del andamio o este se rompió. El hombre cayó al suelo, pero se salvó y no le pasó nada”. De esta manera, “este hecho se atribuye a que la Virgen María le salvó la vida y el musulmán se convirtió”, tal y como explica Diego Herrera a El Digital de Albacete.

En recuerdo de ello, en la fachada lateral hay una piedra tallada, que además es “una de las más antiguas de la catedral”, como indica Herrera. “Este obrero, por el hecho de haber salvado su vida talló esa Virgen en piedra”, manifiesta el párroco albaceteño.

Virgen tallada en la Catedral de Albacete / Foto: Miguel Ángel Romero

De esta manera, esta piedra tallada, además de ser una de las más antiguas, constata y materializa esta leyenda de una manera muy curiosa.

Cerramos así una nueva entrega de Secretos de Albacete, los cuales seguiremos desvelando en próximas entregas, para que estas curiosidades no pasen desapercibidas a los ojos de los albaceteños.

Noticias Relacionadas:

Noelia López

Natural de Albacete, Graduada en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández. Experiencia en medios de comunicación como VIsión6, Es Radio y Telemadrid
Botón volver arriba