La Diócesis de Albacete y la Fundación de una compañía eléctrica han suscrito un acuerdo de colaboración por 50.000 euros para renovar la iluminación interior ornamental de la ermita de Nuestra Señora de Belén, en Liétor. El proyecto empleará tecnología LED de última generación y está concebido para realzar tanto la arquitectura del templo como su excepcional conjunto de pinturas murales, con criterios de respeto patrimonial y litúrgico.
Desde la Diócesis de Albacete, en palabras de su obispo, Ángel Román Idígoras, se subrayó que la intervención dignificará el espacio sagrado y pondrá en valor los elementos arquitectónicos y artísticos más destacados de este tesoro arquitectónico, núcleo de la vida litúrgica y espiritual de la parroquia. Actuaciones de este tipo contribuyen a preservar el patrimonio cultural, favorecer su integración con el entorno y reforzar el compromiso con el desarrollo y la sostenibilidad en Castilla-La Mancha.

Origen y características del templo de Liétor (Albacete)
Declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1976, la ermita se levantó en 1570. Responde al tipo de iglesias de arcos de diafragma, una tipología eclesiástica difundida a finales de la Edad Media —siglos XV y comienzos del XVI— en la provincia de Albacete. Presenta planta rectangular de una sola nave, cubierta a dos aguas, arcos de diafragma apuntados en el interior y techumbre de madera. El presbiterio y el coro alto cuentan con balaustradas de madera torneadas, situándose este último a los pies del templo.

Unas pinturas únicas las que adornan este templo de la provincia de Albacete
El mayor interés de la ermita reside en su programa mural, ejecutado entre 1734 y 1735, considerado por especialistas como una de las mejores colecciones de pintura popular del siglo XVIII en España. El interior aparece profusamente decorado con recursos propios del barroco: retablos fingidos, cortinajes, trampantojos y una iconografía diversa que combina santos, escenas cotidianas y alegorías —como la de la muerte—, a menudo acompañadas de sentencias y versos moralizantes.
Entre los conjuntos más singulares destaca el camarín, donde se representa de forma ingenua una cúpula sostenida por los cuatro evangelistas y rematada por el Espíritu Santo. Otros retablos pintados completan la decoración, con especial relevancia los dedicados a San Antonio y Santa Bárbara.