80 personas de Albacete capital tienen apadrinada una gallina

/Llanos Esmeralda García/ 

El paso de los años nos ha dejado imágenes para la memoria de aquellos que no hace mucho criaban en sus casas a sus animales con los que conseguían alimentos para todo el año. Esa es la idea central del proyecto ‘Apadrina una gallina’, una iniciativa que empezaba andar hace tres años y que desde el pasado mes de junio ha tomado fuerza en la capital albaceteña. “Se trata de volver a las costumbres de antes, cuando la gente tenía su corral con sus gallinas”, destaca Atilano Jiménez siendo la idea principal que la persona que decida apadrinar una gallina, con un coste anual de 89 euros, recibirá las puestas de huevos “de muy buena calidad” todos los jueves por la mañana en uno de los cuatro puntos distribuidos por la ciudad. De esta forma, “cada familia podrá ingerir los huevos de su gallina apadrinada sin necesidad de criarla, limpiarle o darle de comer”, lo único que no se garantiza, dice Atilano es que los huevos que reciba el padrino sean de su propia gallina, “es imposible saber quién los pone porque las gallinas están en libertad”.

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Con esta curiosa iniciativa este avicultor albaceteño afincado en Lezuza ha visto cómo su granja de 25 gallinas ha ido aumentado hasta las 100 rentabilizando un negocio que sigue creciendo entre los albaceteños. A día de hoy hay apadrinadas sobre unas 80 gallinas, aumentando las cifras todas las semanas ya que dice Atilano que “siempre apadrina alguien”. Los padrinos son 100% de Albacete capital, es una clientela joven mayoritariamente, sobre todo mujeres, y con una sensibilidad por el bienestar animal, conscientes de que las gallinas industriales viven en un espacio del tamaño de un folio A4, «aquí viven en libertad». El padrino le pone el nombre a la gallina creando un vínculo entre ambos.

A diferencia de lo que ocurre con la producción industrializada de huevos, estas gallinas recorren en libertad dos corrales ubicados para ellas alimentándose de forma ecológica y en libertad, “son gallinas felices porque no viven en jaulas, están en libertad, pueden volar, escarbar, comer bichos, darse baños de arena… tener el comportamiento natural de una gallina que no está encerrada”, matiza Atilano.

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Natural de Albacete capital, Atilano se trasladó a Lezuza recién casado y allí comenzó a comprarle huevos de corral a una vecina, cuando a los dos meses la mujer no tenía huevos, por lo que los tuvo que comprar, ahí es cuando asegura este albaceteño encontró la diferencia de unos y otros huevos, “nada más abrir el huevo me di cuenta de que esos no eran igual a los que le compraba a mi vecina, en el sabor, en el color, en el grosor de la cáscara…, y me decidí a criar mis propias gallinas”. Entonces pensó que la gente de Albacete no puede tener gallinas y le gustaría tener la suya propia “por eso pensé en cuidársela» y  a cambio insiste «comerían huevos de verdad”.

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Una gallina pone entre cuatro y seis huevos por semana, aunque la cantidad depende de la estación del año y del tipo de gallina. Atilano cuenta con tres tipos de gallinas distintas en sus corrales: la industrial, “es una gallina ponedora, siendo la base principal de los huevos que se entregan”; la gallina castellana negra (cuentan con 30 ejemplares) “pone el huevo blanco” lo peculiar de esta gallina es que está en peligro de extinción con lo cual los padrinos están ayudando a la protección de la raza con su apadrinamiento; y otras 30 gallinas Araucana, lo curioso de esta gallina es que pone el huevo azul, es una gallina procedente de Centro América y el huevo es igual aunque ponen menos». Las tandas de huevos de las gallinas se componen de los tres tipos de huevos en muchas ocasiones,  frente a los que se pueden encontrar en un supermercado. Al contrario que ocurre con las gallinas industriales, las gallinas de Atilano campan en el corral durante toda su vida “las gallinas industriales al año se sacrifican porque comienza a bajar la puesta de huevos, y al año y medio dejan de poner. Nosotros no matamos a las gallinas sino que mueren de viejas, tienen una vida de entre 3 y 6 años, aunque la autóctona y la Araucana ponen huevos durante más tiempo”.

Finalizado el año de apadrinamiento, los padrinos deciden si renovar su apadrinamiento con unas gallinas criadas al aire libre en un ambiente saludable y sin ningún tipo de presión para que pongan huevos.

Colmenas

Bajo ese prisma de volver a la crianza de los animales para conseguir alimentos para el consumo, Atilano además es conocedor del sector apícola, ya que elabora y comercializa miel, “somos apicultores y vemos que los problemas de las abejas son los nuestros, la polinización es básica para que tengamos alimentos”.

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Y es que además de tener huevos de corral los albaceteños también pueden disfrutar de miel recién cortada, natural. Atilano también ofrece la posibilidad de que los interesados apadrinen colmenas, “con las que de momento estás colaborando al mantenimiento del colmenar», porque explica que todos los años se mueren colmenas de forma inexplicable «tenemos que reponerlas, comprar enjambres para mantener el colmenar y no perderlo”. El coste de apadrinar una colmena anualmente es de 50 euros “al padrino se le entregan 3 kilos de miel cruda, natural, sin haber sido procesada ni tratada, miel nuestra” porque insiste Atilano que la miel de los supermercados “de cada 4 kilos 3 son de procedencia de China y pasteurizada”.

Cuenta con unas 25 colmenas de las que 10 están ya apadrinadas. El padrino además de recibir la miel tiene derecho a ver la colmena y aunque “tiene menos interés, cada vez hay más sensibilidad y conciencia en estos temas”.

Lo que se trata, en definitiva, es volver a tener huevos y miel de calidad, consiguiendo que los animales de los que nos proveemos vivan en unas condiciones saludables (www.albaceteapadrina.com)

Llanos Esmeralda Garcia

Periodista natural de Albacete. Licenciada en Periodismo en la Universidad de Murcia y Diplomada en Trabajo Social por la Universidad de Murcia. Más de 15 años de experiencia en medios de comunicación, como La Verdad, CNC y El Pueblo de Albacete.
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