Albacete-Francia, camino recorrido por generaciones de vendimiadores albaceteños

/ Llanos Esmeralda García /

Trabajar en la vendimia francesa se marca un año más en el calendario para las cuadrillas albaceteñas que se desplazan al país vecino para aportar su mano de obra en los meses estivales. Los primeros vendimiadores que se desplazan a Francia a partir de mediados de este mes de agosto lo hacen dirigiéndose hacia la zona sur del país, el resto lo harán a finales de mes hasta octubre.

Con una media de permanencia en el país vecino de entre 20 y 25 días, en la campaña de este año, unos 1.100 trabajadores castellanomanchegos viajarán a Francia para vendimiar, de Albacete suelen salir varias cuadrillas que oscilan entre las 100-120 personas que parten de las zonas de Bogarra y Alcalá del Júcar, según esgrime a El Digital de Albacete Ana Albadalejo, de la Federación Agroalimentaria de CCOO de Albacete, “no es como en Andalucía que salen cuadrillas organizadas, ponen autobuses e incluso existe un registro en el servicio de empleo, pero en Castilla-La Mancha no lo hay por lo que hablamos de estimaciones”.

La búsqueda de empleo para la vendimia francesa es compleja máxime porque los trabajadores que van cada año ya han sido contratados en campañas anteriores, con lo que tienen una relación con el patrón francés “éste les remite los contratos por escrito a España donde los rellenan campaña tras campaña”, detalla Albadalejo por lo que “aquellos trabajadores que sin un contrato previo deciden desplazarse a la vendimia francesa corren el riesgo de no ser contratados una vez que estén en este país o incluso puede que acaben trabajando sin las condiciones laborales y legales mínimas”.

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El número de trabajadores que se desplazan a la vendimia francesa ha caído además según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social español por la mecanización de la recogida de la uva. De encontrar trabajo en la vendimia francesa antes de salir del país el Gobierno recomienda a los jornaleros estar provistos de Documento Nacional de Identidad, Tarjeta Sanitaria Europea o Certificado provisional Sustitutorio, Extracto de la partida de nacimiento en modelo plurilingüe, Certificación de identificación de la cuenta bancaria española con los códigos BIC e IBAN (documento necesario para el pago de prestaciones por enfermedad o accidente de trabajo y sin el cual no puede haber alta en la Seguridad Social francesa). E incluso recomiendan tener previsto un alojamiento y un medio de transporte debido a que, generalmente, los empleadores no lo garantizan, según se detalla en la página web de ‘Pôle Emploi’ francés.

El salario que recibirán los vendimiadores dependerá de la categoría profesional en la que hayan sido contratados (cortador, vaciador o porteador) y del Departamento francés en el que trabajen, pero no podrá ser inferior al salario mínimo interprofesional de crecimiento (S.M.I.C.) fijado en 9.67 euros/hora en una jornada laboral que en Francia es de 35 horas semanales. Si se superaran las 35 horas establecidas, se cobrarían horas extraordinarias, “a partir de 36 horas por semana y hasta 43 la mejora del salario es de un 25%, desde las 44 horas por semana la mejora es de un 50%”, detalla Albadalejo.

Vendimiadores

Foto 16-8-16 17 35 30El Digital de Albacete se ha puesto en contacto con una de las personas que año tras año viaja al país galo en compañía de su familia, Joaquín Sánchez, natural de Bogarra, lleva trabajando en la vendimia 15 años, desde que tenía 16, “lo único que nos piden cuando llegamos allí es que trabajemos, que rindamos, tienes que sacar un jornal o de lo contrario no te vuelven a contratar otro año”. Una jornada laboral que especifica este albaceteño comienza desde las 07:00 horas hasta las 12:00 y de las 13:30 a las 16:30 horas, “vamos con un contrato previo firmado. A nosotros nos dan casa y transporte, sólo pagamos la comida que necesitamos allí, aunque muchas cosas nos las llevamos de aquí”. Un contrato laboral que asegura Joaquín “viene de familia» puesto que el compromiso ha pasado de los empleadores anteriores que contrataban a sus padres a los hijos de ambos, “van pasando de unos a otros. Han estado yendo toda la vida”.

Este joven suele ir a Beaumes de Venise, en la zona de Avignon. En mayo este albaceteño junto a su familia parten en una primera faena en mayo a arreglar las viñas, “las dejamos preparadas para que a finales de agosto otros corten la uva, como mis padres, mi cuñado o mi hermana, yo llevo dos años sin ir para cortarlas”, especifica Joaquín que con el paso de los años “ahora no necesitan tanta gente como antes para cortar uva, ya que una la cogen con la máquina y otra a mano”. Durante un mes y medio o dos meses Francia les acoge “dependiendo de la temporada si es buena o no”.  Joaquín junto a su novia, Estrella Pulido, quien lleva también 13 años vendimiando, “insisten en que no tienen problema alguno con los franceses. Son muchos años yendo y somos ya como una familia, conozco a todo el mundo y todos me conocen a mí. Además es una forma de ganar dinero”.

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En un tren de madera, catres y francos por pesetas

Pero si nos remontamos años atrás, en concreto, a finales de los años 60 principios de los 70, Mª Pilar Hermosa con tan sólo 16 años viajó junto a su padre en 1968 desde la pedanía de Isso en el municipio de Hellín cruzando España en tren hasta Popian, una población francesa situada en la región de Languedoc-Roselhlón, en el distrito de Lodève. Lejos de las facilidades que tenía en España esta incansable trabajadora y luchadora detalla que antes de dirigirse al país galo “nos llegaba por carta el contrato de trabajo que nos aseguraba nuestra jornada allí, sin el cuál no podíamos vendimiar. Una vez allí trabajábamos ocho horas diarias” aunque asegura que no recuerda lo que pagaban en sueldos pero “cada franco al cambio en España comenzó siendo de un franco 12 pesetas hasta los 14 que cambié últimos”.

Mª Pilar Hermosa
Mª Pilar Hermosa

Las comodidades que los jornaleros tenían entonces no eran seguro como las que puedan tener ahora “nos llevábamos las maletas cargadas de comida para pasar la estancia, nos buscábamos el alojamiento e incluso llegábamos a dormir en catres”. Un trabajo duro y sin tregua diaria durante un mes en el que insiste Pilar “teníamos muy buena relación con los franceses, cada uno íbamos a realizar nuestro trabajo, a trabajar más que ninguno, a sacar nuestros salarios y en mi caso volver a casa con unos ahorros que necesitábamos”. A su vuelta, ya en 1970 y 1971 esta issera junto a su padre y más jornaleros españoles se hospedaron en un convento de monjas retiradas en Les Matelles, una población y comuna francesa, situada en la región de Languedoc-Rosellón, departamento de Hérault, en el distrito de Montpellier y cantón de Les Matelles, “allí dormíamos en una especie de cámara con una cortina por medio con la que se separaban a hombres y mujeres”. En este último viaje que realizaron estos hellineros, cuenta Pilar lo que podría haber sido una desgracia, “el tren de madera en el que viajábamos, antes de llegar a la frontera, salió ardiendo y tuvimos que tirarnos del mismo”, a pesar de los obstáculos atravesados en el camino Pilar insiste en que si hubiese sido por ella “hubiera vuelto siempre porque se trabajaba muy bien”.

En cuanto a la tipología de los que acuden a trabajar al país francés ha variado con el paso de los años como se ha podido ver, de forma que actualmente se desplazan más jóvenes y con estudios, así como más hombres que mujeres, aunque siempre suelen ser las mismas cuadrillas.

Jóvenes, mayores, con estudios, sin ellos, llegados en trenes de madera o en avión, sea como sea, los caldos franceses tienen desde hace décadas algo de sabor español.

Llanos Esmeralda Garcia

Periodista natural de Albacete. Licenciada en Periodismo en la Universidad de Murcia y Diplomada en Trabajo Social por la Universidad de Murcia. Más de 15 años de experiencia en medios de comunicación, como La Verdad, CNC y El Pueblo de Albacete.
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