/ Llanos Esmeralda García /
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La Depresión Postparto indica Paqui González Soriano, Psicóloga Perinatal, especializada en Infancia, Adolescencia y Familia «suele aparecer a las 2-3 semanas del nacimiento del bebé, aunque puede ocurrir en cualquier momento durante el primer año tras el parto»
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«La duración media de la DPP es de 3 a 6 meses aunque a veces puede alargarse si no se recibe ningún tratamiento»
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«Es algo muy difícil de conocer, ya que muchas mujeres son atendidas y tratadas por el médico de atención primaria sin un diagnóstico de DPP, como una depresión y/o ansiedad»
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Síntomas: tristeza, llanto, desesperanza, extrema sensibilidad, pereza, fatiga, agotamiento, falta de concentración, confusión, trastornos del apetito y del sueño, altos niveles de ansiedad, irritabilidad (especialmente con la pareja), falta de interés en el bebé, sentimientos de culpa, incapacidad, miedo a hacerse daño, miedo a dañar al bebé.
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«Los familiares o personas cercanas deben estar atentos y valorar si la situación se prolonga más de 1 ó 2 semanas»
Durante el embarazo, y en ocasiones antes de él, las mujeres se informan sobre tres momentos clave: El embarazo, con los consiguientes cambios físicos de la madre durante la gestación y desarrollo del bebé dentro del útero. El parto, fases, ayudas y preparación física. Así como el cuidado del bebé y de la madre tras el parto. Estos tres bloques son esenciales para la preparación a la maternidad. Pero, existe otra parte que pasa más desapercibida, como es el posparto emocional y psicológico de la madre.
Y es que la maternidad se define, según detalla a El Digital de Albacete, Paqui González Soriano, Psicóloga Perinatal, especializada en Infancia, Adolescencia y Familia, (Co-fundadora y Colaboradora en Vínculo Psicología) «como una “crisis” en la vida de la mujer que va a afectar a todos sus ámbitos: familiar, de pareja, laboral, social… se debe considerar como algo normal pasar por un período de adaptación ante la nueva situación”.

Tras el embarazo y el parto no sólo el cuerpo de la madre debe adaptarse y recomponerse psicológica y emocionalmente, insiste la psicóloga en que “el puerperio (posparto) no suele ser como nos lo muestran en los medios de comunicación como una mamá arreglada, sonriente y feliz. Esta estampa dista mucho de la situación que vivimos ya que las madres reales solemos estar agotadas, con falta de sueño, ocupadas con nuestros bebés o preocupadas por si lo estamos haciendo bien y con la casa revuelta”. Matiza la psicóloga que una madre en el posparto es una mujer que “se siente perdida y necesita reencontrarse consigo misma y esto necesita tiempo. Porque cuando nace un bebé nace también una mamá”.
Síndrome del tercer día
Cuando una mujer da a luz, “puede que en lugar de sentir esa ansiada felicidad, se sienta triste, sin ganas de nada, incapaz de disfrutar…esto es lo que se llama Maternity Blues o síndrome del tercer día”, que lo define la psicóloga como “la alteración del estado de ánimo más frecuente que se produce en el posparto, al tercer día del nacimiento del bebé, en el 80% de las mamás. Se considera normal y adaptativo a la nueva situación y desaparece por sí solo antes de 10-15 días”.
Entre los síntomas suelen incluir: llanto sin razón, sentimientos de dependencia, impaciencia, cambios de humor, ansiedad, tristeza, irritabilidad, pensamientos negativos sobre la crianza: “no valgo para esto…”, “no tendría que sentirme así…”, “no sé si voy a saber hacerlo…” Pero, detalla la psicóloga que “nada le impide hacerse cargo de los cuidados de su bebé y que pueda continuar con su vida diaria”.
Muchas mujeres asegura esta psicóloga albaceteña se sienten especialmente culpables por tener sentimientos depresivos «cuando creen que deberían estar contentas y puede darse el caso de que sean reticentes a manifestar sus sentimientos» es de gran ayuda en estos momentos, para la mujer que lo sufre, «sentir el apoyo de su pareja, familiares y amigos, sin ser juzgada; y, a ser posible, estar en contacto con mujeres que también han sido madres recientemente para normalizar su situación».
A pesar de que es considerado como «un proceso psicológico natural de adaptación a la nueva situación, algunas de estas madres pueden experimentar una forma más severa y duradera de la sintomatología», explica la psicóloga, «llegando a desarrollar lo que se conoce como Depresión Posparto (DPP)».
Depresión posparto
La DPP indica la psicóloga suele aparecer a las 2-3 semanas del nacimiento del bebé, aunque puede ocurrir en cualquier momento durante el primer año tras el parto. La sintomatología matiza la psicóloga es «más intensa y duradera que la experimentada en la Maternity Blues ya que la duración media de la DPP es de 3 a 6 meses aunque a veces puede alargarse si no se recibe ningún tratamiento y afecta al 20% de las madres. Es algo muy difícil de conocer, ya que muchas mujeres son atendidas y tratadas por el médico de atención primaria sin un diagnóstico de DPP, como una depresión y/o ansiedad».
En cuanto a los síntomas que pueden aparecer en estas madres son: tristeza, llanto, desesperanza, extrema sensibilidad, pereza, fatiga, agotamiento, falta de concentración, confusión, trastornos del apetito y del sueño, altos niveles de ansiedad, irritabilidad (especialmente con la pareja), falta de interés en el bebé, sentimientos de culpa, incapacidad, miedo a hacerse daño, miedo a dañar al bebé.
«Es tal nivel de malestar», asegura la psicóloga que en algunos casos la madre «se siente incapaz de cuidar de su hijo y de realizar otras tareas cotidianas». Por tanto, los familiares o personas cercanas deben estar atentos y valorar si la situación se prolonga más de 1 ó 2 semanas, o si la sintomatología es suficientemente intensa, y en esos casos aconseja la psicóloga deben pedir ayuda, «ya que la mujer puede no ser capaz de hacerlo por sí misma. La DPP requiere de atención por un profesional especializado».
Las causas detrás de la depresión posparto pueden ser muy variadas ya que «no existe una causa única conocida sino más bien, ésta parece ser el resultado de una combinación de factores hormonales, físicos, psicosociales» y que según la psicóloga «investigaciones recientes, lo único que parece reducir de forma significativa el número de depresiones en el posparto es someterse a determinadas intervenciones psicosociales desde el nacimiento del bebé».

Detalla Gómez que «desde los profesionales de la salud y centros médicos, deben de establecer en los Programas de Preparación Prenatal información sobre los cambios fisiológicos en el embarazo, parto y posparto, que tengan en cuenta los aspectos afectivos, cognitivos y emocionales. Proyectando una imagen realista de la maternidad o explorar el bienestar emocional de la madre en las visitas durante el posparto»; e incluso desde la familia «se debe de promover la participación de la pareja en los Programas de Preparación a la Maternidad, para que cuenten con la información sobre los cambios físicos, psicológicos y emocionales de la mujer, y los suyos propios, y puedan dar el apoyo oportuno. Además de la presencia activa de la pareja en el posparto y crianza» e incluso la madre «comparta información y experiencias con otras madres (entre el 55-60% de depresiones posparto se previenen con grupos de mujeres) salir de casa o tomarse un tiempo para una misma».
Consecuencias de la DPP
Las consecuencias de la DPP no sólo afectan a la salud mental de la mujer, sino que detalla Gómez que «también puede dañar a la relación de pareja y familiar, a la calidad del vínculo con su hijo y al desarrollo del bebé (a nivel cognitivo, psicomotor, emocional…). Por estas razones es importante tratar la DPP y otros trastornos afectivos con rapidez. Y esta intervención debe hacerse teniendo también en cuenta al bebé y a la pareja».
El papel del padre
«El papel del padre es muy difícil en estas situaciones ya que no suele entender qué le pasa a su mujer, no sabe cómo ayudarla, no sabe qué decir o qué hacer. Lo que haga la pareja puede ayudar mucho a la mujer, que necesita sentirse querida, apoyada y comprendida», insiste la psicóloga que no ayudan las frases bienintencionadas del tipo: “alégrate, con el bebé tan sano que tienes”, “no deberías estar así, si está todo bien…”. El hombre tiene que estar a su lado, ocuparse de lo que la mujer no pueda, e intentar favorecer que sea la madre la que se ocupe del bebé sin presionarla ni obligarla».