Unos 15 adolescentes albaceteños reciben atención para superar su adicción al móvil

/ Llanos Esmeralda García /

Mandar mensajes de texto, de voz, e-mails, conseguir las mejores imágenes, los vídeos más vistos e incluso escuchar música por la calle son actos que se ven a diario por la ciudad de Albacete. La adicción al teléfono móvil es cada vez más frecuente entre la población y está relacionada con la patología del siglo XXI, nomofobia, o lo que es lo mismo, el miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono móvil. El hecho de estar «aislado» de llamadas o mensajes de familiares y amigos les exige  a estas personas estar conectadas de forma permanente.

Estudios recientes del Reino Unido han detallado que alrededor de un 60% de la población tiene este problema, detalla la presidenta del Grupo Satori en Albacete, Clara María Pavón “esta ansiedad de no tener el teléfono móvil cerca es un problema tan normalizado y tan frecuente que nos hace replantearnos cosas como: ¿Qué nos está pasando a nivel social?”. En España se calcula que el 8% de los universitarios tienen problemas de adicción al teléfono móvil, no parece una cifra muy alta pero realmente, incide Pavón, “la media de uso como mínimo es de 5 horas diarias, donde se puede mirar decenas de veces el móvil al día”.

El Grupo Satori de intervención frente a las adicciones es una asociación que lleva pocos meses en la ciudad y que cubre el vacío dejado desde principios de año por la Asociación de Ayuda al Drogodependiente Sagrada Familia (SAFA). Su presidenta, Clara María Pavón, además es psicóloga especialista en terapias con personas que presentan problemas de adicciones, así desde el grupo ofrecen charlas y terapias tanto individuales como grupales. En Albacete desde Satori imparten talleres en institutos donde han visto que el uso del teléfono móvil entre los jóvenes “está generalizado, ellos lo ven como algo normal», incidiendo Pavón en que «se les puede decir que son importantes las relaciones sociales, pero hay que afrontar el problema de manera global porque aprenden de sus semejantes”.

Adolescentes

La dependencia al uso del móvil se observa principalmente en adolescentes, ya que la edad a la que adquieren un terminal roza los 12 años, unos años en los que Pavón insiste “entran en una época en la que tienen muchos miedos a relacionarse, de autoestima, y por lo tanto es muy fácil apoyarse en el teléfono. Es la forma más fácil de relacionarse que tienen y eso impide que se enfrenten al contacto real, ese que les supone un riesgo”.

Pero, no sólo es cosa de jóvenes sino que los adultos también cada vez más tienden a esa dependencia al teléfono móvil, al correo electrónico, a las redes sociales “con lo que experimentan ansiedad, como una sensación de sentirse incomunicados, como si fueran a perder algo”, detalla Pavón «generan un miedo al vacío con el que recurren al móvil para llenarlo”.

Taller impartido por el Grupo Satori en un instituto albaceteño.
Taller impartido por el Grupo Satori en un instituto albaceteño.

Prevención

El tratamiento más eficaz radica en afrontar esta patología desde la prevención, “a través de talleres de gestión emocional”, detalla la psicóloga incidiendo en que en el sistema educativo haya un espacio para que los jóvenes puedan aprender a identificar sus emociones, trabajar su autoestima, a saber relacionarse con los demás y tener una buena comunicación. Desde ahí, matiza Pavón “si se refuerzan esas capacidades ellos mismos se van a autoregular y perderán el interés en estar conectados al teléfono, con lo que se gana interés en la vida real”. Es importante que se les otorguen de los espacios necesarios para que los jóvenes vean otras formas de ocio que no sea el uso del móvil. Aproximadamente desde el Grupo Satori se han encontrado en los institutos jóvenes entre los 12 y los 16 años donde “aproximadamente unas 5 personas por clase tienen este problema”.

Lo mismo sucede en los adultos, porque “cuanto más seguros de sí mismos y comunicados con los demás estén no necesitarían de estas tecnologías”.

Diagnóstico

Separar lo qué es o no una adicción es complicado, muchas veces porque tendemos a conductas que son más parecidas a una adicción que a lo normalmente establecido, “cuando vemos a un chaval que está muy aislado, que tiene problemas de autoestima, que le cuesta salir de casa, que vemos que está todo el día encerrado con el ordenador o con el móvil, es ahí cuando entramos en definir la patología” detalla Pavón. El Grupo Satori atiende de forma individual los casos de adición al teléfono móvil u otro tipo de problemas relacionados, “si es menor de 18 años nos gusta trabajar con la familia, quizás porque se dan circunstancias en las que los padres están un poco ausentes, cansados o tienen problemas con los que no pueden dedicar tiempo a sus hijos y necesitan de una ayuda externa con los medios adecuados”.

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Actualmente desde el Grupo Satori atienden en torno a 15 casos de adolescentes con esta patología “con el paso de los años se irá incrementando en número ya que la edad en el uso del teléfono cada vez es más temprana y los problemas se desarrollan antes” matizan.

Por contra, en cuanto a los adultos, insiste Pavón en que «es mucho más difícil que alguien acuda a un especialista de salud mental con el tema de la adicción al teléfono móvil ya que generalmente van por otras cuestiones, donde detrás de una sintomatología como personas muy encerradas en sí mismas, que podrían etiquetarse con la fobia social, es muy frecuente que tengan esta adicción al teléfono móvil, o problemas de alimentación, de ansiedad que les hace recurrir al terminal».

Testimonios

Existen casos concretos en Albacete, como le sucede a Carlos, un joven que detalla su madre «es muy sensible y estoy desesperada porque no sé cómo hacer para que salga de casa». Tiene 20 años e insiste su madre en que «no quiere acudir a ninguna terapia, la única que aceptó fue a domicilio con Clara y en cuanto sintió un mínimo de presión por salir de su aislamiento no quiso continuar. Algo le ha debido ocurrir. Sus únicos amigos son virtuales y deben ser parecidos a él». Detalla esta mujer que «cuando no está con el ordenador o el móvil comienza a sentirse muy ansioso y se pone agresivo. Es hijo único y el padre tiene otra familia», insiste además en que «es incapaz de mirarse al espejo de lo mal que se siente consigo mismo».

No son casos aislados y muchos se ven desde los colegios, «en el cole nos dijeron que Mercedes tiene déficit de atención e hiperactividad, siempre está chateando por wassap, no estudia y da malas contestaciones», detalla Lola. Ahora en el instituto, con 14 años, «los psicólogos de Satori pasaron una prueba de autoestima y me comentaron que la tiene muy baja y que se puso a llorar. Eso me extrañó porque a nosotros no nos cuenta nada, responde mal y sólo mira el móvil. Hemos hecho unas terapias y unos ejercicios para hablar de otra manera entre nosotras y ha mejorado un poco, también con su hermana Berta». Esta madre detalla que los psicólogos le dijeron que «no tengo que hacer comparaciones con su hermana y que las discusiones entre nosotros le afectaban mucho» así ha dicho les dieron unas pautas de comunicación para mejorar la convivencia.
Cada vez a la sociedad le cuesta más mantener relaciones sociales “necesitamos aprender a relacionarnos con el contacto verbal» y aunque debemos de utilizar de forma sabia las herramientas con las que contamos, concluye la psicóloga en que «invertir en valores sociales es un reto para toda la población”.

Llanos Esmeralda Garcia

Periodista natural de Albacete. Licenciada en Periodismo en la Universidad de Murcia y Diplomada en Trabajo Social por la Universidad de Murcia. Más de 15 años de experiencia en medios de comunicación, como La Verdad, CNC y El Pueblo de Albacete.
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