María José y Bono, «el ángel de la guarda de cuatro patas» que salva vidas en Albacete

Bono avisa de las hipoglucemias a su dueña con un olfato inigualable

María José Salmerón no camina sola en su día a día en Albacete. A su lado siempre va su particular ángel de la guarda, de cuatro patas, que la acompaña a todas partes. Se trata de Bono, su perro, aunque es mucho más que su mascota ya que se ha convertido en su compañero más fiel, capaz de detectar las subidas y bajadas de glucosa debido a que María José padece diabetes.

Como dice María José, su ángel de la guarda “tiene cuatro patas”, y es que su vínculo es muy particular, ya que ambos se cuidan mutuamente y se han convertido en inseparables. 

María José Salmerón y Bono / Foto: Cedida

Bono avisa a María José cuando percibe una subida o bajada de glucosa. “Las bajadas son mucho más peligrosas”, señala Salmerón, y sostiene que cuando éstas se producen, Bono “detecta una sustancia que se llama isopreno. Cuando nos baja el azúcar, esta sustancia, que es la que expulsa el sudor, crece y aumenta, por lo que Bono detecta el olor que desprende ese aumento”. 

Bono, un ángel de la guarda de “cuatro patas” en Albacete

Por otro lado, cuando se produce una subida de azúcar, “lo que detecta Bono son los cuerpos cetónicos, que se pueden percibir a través de la orina o en el olor del aliento”, manifiesta, y señala que “son perros de aviso, es decir, en este caso, cuando se empiezan a producir estos cambios, ellos lo detectan y me avisa ladrando”. Y no solo eso, sino que más allá de avisar a María José, si ésta no le hace caso y no toma medidas para evitarlo, “avisa a una segunda persona, en mi caso, va a mi marido”. 

Además, los avisos que señalan los perros suelen ser hasta “15 minutos antes”, como indica María José, que señala que “lo que hacen es avisarte de que va a haber una subida o una bajada y así puedes comprobar tus niveles”. Un tiempo suficiente para poder intervenir y tomar las medidas oportunas dependiendo del caso. “Te ahorra muchísimas hipoglucemias”, asegura la dueña de Bono.

María José Salmerón y Bono / Foto: Cedida

El compañero inseparable de María José

Hace 4 años y medio, la vida de María José cambió cuando Bono llegó a su vida. “Tengo un compañero de cuatro patas que me cuida constantemente”, destaca, aunque apunta entre risas que “por las noches descansa, tengo todo bien regulado y acaba su turno”. Eso sí, durante el día no se separan, “me acompaña a todos sitios, desde al hospital cuando tengo que ir hasta cuando quedo con amigos”.

Y por supuesto, María José acude a su puesto de trabajo cada día acompañada de su inseparable Bono. “En algunos sitios me ha costado que lo acepten”, señala, incluso comparte que “ha habido temporadas que no lo he podido llevar”. Así, explica que en otros puestos de trabajo, como en el Hospital de Villarrobledo donde ha trabajado María José, Bono se convirtió en uno más de la plantilla. “Todo el mundo lo acogió desde el principio, incluso si salían a fumar se lo llevaban”, por lo que Bono se ganó el cariño de los sanitarios de este centro.

Bono en el trabajo de María José / Foto: Cedida

Un olfato que salva vidas

Sobre el entrenamiento que reciben estos animales, María José comparte que “pueden adiestrar cualquier raza que tenga un buen olfato”, y es que el olfato de Bono es muy especial, ya que está “muy desarrollado” para llevar a cabo su tarea. Por otro lado, indica que “comienzan a adiestrarlos muy pequeños, y el entrenamiento dura 6 meses”, y bromea que es como “el cole de los perretes”. Eso sí, señala que se trata de un servicio “privado”, y que adquirir un animal entrenado de estas características puede suponer un coste económico de hasta “6.000 euros”. Por otra parte, asegura que estos animales “tienen acceso a cualquier lugar público”, ya que “se rigen por la misma legislación que los perros guía de las personas invidentes”.

Salmerón también destaca “la importancia y la ayuda que pueden ofrecer estos animales, especialmente a los niños cuando no son conscientes de las hipoglucemias, y que sean más accesibles”.

María José Salmerón y Bono / Foto: Cedida

Así, la historia de María José y Bono es la de un vínculo que va mucho más allá de la asistencia sanitaria. Es la prueba perfecta de la lealtad infinita y de que hay ángeles que no tienen alas, pero sí cuatro patas y un olfato capaz de salvar vidas. Así, Bono es mucho más que un perro de asistencia, es el inseparable compañero de María José y el mejor ángel de la guardia que podría tener.

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Noelia López

Natural de Albacete, Graduada en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández. Experiencia en medios de comunicación como VIsión6, Es Radio y Telemadrid
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