ASÍ SUENA | Puntos suspensivos

Artículo de opinión de Humberto del Horno

((De no quererme dar puntos suspensivos, de no quererse dar nunca por vencidos… Y no hay nada más   Puntos Suspensivos – Robe ))

   El resultado de las elecciones en Extremadura siven para muchas cosas, y quizá la más relevante sea el punto de partida a un ciclo electoral diabólico para unos, insuficiente para otros, llenos de ansia viva para los demás.

    Al margen de la negociación que vendrá y que deja casi las mismas cartas en la mano de los que van por delante, al perdedor solo le queda tomar notas y buscar una trinchera más honda mientras suenan los tambores.

    El calendario enrevesado, tregua navideña mediante, enseña ahora el camino a Aragón, donde la derrota socialista será más dolorosa, toda vez que quien ilustrará los carteles electorales es quien ha venido ejerciendo la Portavocía del Gobierno de Pedro Sánchez en su última etapa. A partir de ahí, la única certeza es que Castilla y León primero y Andalucía después tendrán que ir pensando en quitarle el polvo a las urnas e imprimir las papeletas para un plebiscito más del que dependerá la decisión final de adelantar o no las generales.

    Por si en Ferraz y en Moncloa no sirviera la debacle socialista para ir pensando en vacunarse, conviene pensar que a quien corresponde apretar el botón que disuelva el Parlamento es al que más factura le pasará el envite electoral. Y entre teorías y los que las enuncian, empiezo a abonarme a la tesis de que el inquilino provisional de la sede del Gobierno se irá a la guerra con la seguridad de quedar subcampeón y con la intención de que quien la gane salga todo lo maltrecho que las armas que le quedan al condenado puedan permitirse.

    Apúntenme el tanto si el vaticinio cristaliza, y es que en verano estaremos votando de nuevo todos los españoles, dos veces en su caso, si es que me usted lee en posesión de un certificado de empadronamiento en Andalucía.

    La única manera que le resta a Pedro Sánchez de dar por cerrado el ciclo presidencial tras nueve años en ejercicio es abandonar la sede del Gobierno dejando a su sucesor, Alberto Núñez Feijóo, en el peor de los estados posibles tras la batalla. Y eso pasa por entregarle las riendas del Ejecutivo con la necesidad imperiosa de apoyarse todo lo posible en Santiago Abascal.

    De aquí a esa fecha, todo lo que esté en la mano del líder socialista por engordar las expectativas de Vox, será su particular manera de dejar veneno sobre el sillón presidencial.

    Un Gobierno ‘popular’ que tenga que ceder cinco ministerios a Vox no parece un mal aliciente para arrancar una nueva etapa en la izquierda española con aire de refundación, y allana el camino para que ejercer el papel de liderar la oposición sea un poco más fácil una vez que se den por amortizados los apabullantes casos de acoso y corrupción que asolan sus portadas.

    Y, ya de paso, y solo si me salen estas cuentas, Sánchez se irá haciendo un favor a todos aquellos candidatos a municipales y autonómicas de 2027, a quienes les permitirá poder salir a pedir el voto sin la losa que supone que en el otro lado del cartel aparezca la cara del denostado jefe de filas.


Humberto del Horno

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