Querido paisano:
Te escribo desde la cima de la que fue tu morada durante cientos de años en la Motilla del Acequión, para informarte de que el Instituto de Estudios Albacetenses acaba de dar a la luz un libro sobre la historia de tu casa y su entorno, en el que nos cuentan con todo lujo de detalles los trabajos que se han venido desarrollando en el paraje desde 1985. Hay que reconocer que casi setecientas páginas dan para mucho. Un estudio que viene a poner negro sobre blanco la importancia que para los estudiosos del tema tiene nuestro yacimiento, ya que cada capa que rescatan del olvido les ayuda a comprender mejor lo que pudo acontecer allá por la Edad del Bronce en el municipio, aunque aún haya hoy quienes no le den la importancia que se merece. Pero ya se sabe que de descreídos está el infierno lleno.
Quizás recuerdes la célebre frase del alcalde de la capital del Reino de España, cuando, queriendo cargar contra la ministra de Trabajo por la evolución del desempleo en nuestro país, afirmó sin ruborizarse que el gobierno de Madrid estaba plagado de fascistas que sabían gobernar. Si él se reconoce así, no seré yo quien le lleve la contraria; ahora bien, en cuanto a la segunda afirmación, tengo mis más y mis menos.
Como desconozco si el regidor madrileño se refería solo a sí mismo, o si lo hacía en nombre del conjunto de los gobernantes populares del suelo patrio, me vas a permitir que, haciendo uso de un recurso literario, le cuelgue el sambenito a nuestro apreciable alcalde. Más por la negación de la segunda afirmación que por la forma de gobierno, aunque reconozco que de todo hay en la viña del señor, porque cuando la primera autoridad local no duda en saltarse a la torera las líneas rojas, y actúa como presidente del Partido y no como alcalde, está despreciando el parecer de una parte importante de la ciudadanía, y eso, quiera o no lo quiera, le retrata. Y en la foto muy favorecido no sale, que conste.
Pero a lo que iba. Hace tan solo unos días hemos sabido de la fea costumbre que tiene el equipo de gobierno municipal de hacer de su capa un sayo con los dineros públicos, haciendo, además, oídos sordos a las advertencias que le llueven del servicio de contratación, en cuanto al vencimiento de varios contratos se refiere.
De nada le sirve a nuestro querido alcalde presumir de ser un buen gestor en sus giras de promoción por la ciudad, cuando está acreditado que a lo largo del presente año se han gastado más de quince millones de euros en tropecientas obras, servicios y suministros sin el respaldo del correspondiente contrato.
No sé lo que pensarás tú, pero a mí no me parece de recibo que a los responsables municipales se les haya ido el santo al cielo y continúen en el limbo administrativo los contratos de mantenimiento y conservación de las zonas verdes, del transporte público de viajeros, de la limpieza, de la adquisición de combustible, de la conserjería de los Centros Sociociulturales o de las reparaciones de vehículos o instalaciones municipales, y como los contratistas no tienen culpa del desbarajuste municipal, no queda otra que seguir abonando religiosamente las facturas, algunas de ellas por mayor importe que las derivadas del contrato ya vencido. Y es que la letra pequeña a veces es muy traicionera, sobre todo cuando se aprovecha este paréntesis para ajustar las cuentas.
No hace falta tener una memoria de elefante para recordar cómo se las gastaba el primer edil cuando era el jefe de la oposición, y el entonces equipo de gobierno incluía en el orden del día del Pleno un punto para convalidar facturas y proceder a su abono, aunque en su conjunto supusieran un montante sensiblemente inferior a la suma del presente ejercicio. Los venablos salían de su boca a mayor velocidad que el mejor coche que haya pilotado jamás Fernando Alonso, mientras que su dedo acusador señalaba con rabia hacia la bancada del gobierno o directamente a la presidencia del Pleno, que tampoco era caso de andarse con remilgos, acusándolos de lo primero que se le pasaba por la cabeza, y te recuerdo que lindezas no eran.
Pero ¡ay amigo!, ahora que las tornas han cambiado, todo son parabienes y excusas ante un procedimiento que, sin ser ilegal, no es recomendable, sobre todo si se usa en exceso, como es el caso, y es que lo que hace apenas dos años era una grave falta de transparencia y publicidad en la gestión municipal que debía ser castigada con dureza en las urnas, ahora son solo gajes del oficio y pelillos a la mar.
Quien lo iba a decir. Al final va a resultar que la repetida Marca “S” no es sino un remedo del antiguo “haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga”.
Recuerda que si no te gusta esta realidad que te cuento, y temes que pueda ir a peor en el futuro, ya sabes lo que toca hacer cuando toque.
Feliz Navidad a quienes lean este artículo y también a quienes no lo hagan, que no hay motivo para ponerse exquisitos.
Nos leemos de nuevo después de Reyes.
PD. Desconfía de quien criticó, juzgó y se espantó ante lo mismo que él/ella hace ahora a diario.
Antonio Martínez


