La hostelería de Albacete está de luto tras el fallecimiento de uno de sus exponentes. Llegó a la ciudad desde su pueblo con una maleta vacía, pero repleta de sueños, y a base de esfuerzo y trabajo la llenó de logros, clientes y éxitos.
El pasado sábado falleció Agustín de la Concepción, histórico hostelero albaceteño y alma del Bar Lagos, uno de los locales más emblemáticos de la calle Dionisio Guardiola y de la vida social de la ciudad durante décadas. Con su muerte se cierra definitivamente la aventura de aquel joven que un día dejó su pueblo con una maleta casi vacía y un puñado de sueños por cumplir, y que acabaría convirtiéndose en referente de la hostelería local de Albacete.
Una referencia en Albacete a base de esfuerzo, trabajo y fe
Agustín llegó a Albacete siendo apenas un muchacho, camarero “de cuna”, criado entre barras, platos y conversaciones de sobremesa. A base de esfuerzo, jornadas interminables y una fe casi obstinada en su oficio, acabó levantando su propio negocio: el Café Bar Lagos, inaugurado en la década de los 80 en la céntrica calle Dionisio Guardiola, y que permaneció abierto hasta 2012.
Durante esos años, el Bar Lagos fue mucho más que un bar. Fue punto de encuentro de comerciantes, trabajadores, estudiantes y vecinos del centro de la ciudad; testigo silencioso de desayunos con prisas, de cafés confidenciales, de brindis discretos y de celebraciones improvisadas. Un local en el que Agustín no solo servía consumiciones, sino también conversación, cercanía y una cortesía de las que ya casi no se estilan.
El cierre del Bar Lagos en 2012 supuso el final de una etapa para muchos albaceteños que habían hecho del local una extensión de su propia casa. Con la persiana bajada, quedó vivo el recuerdo de un estilo de hostelería marcado por la atención personal y el trato cercano, del que Agustín fue uno de sus máximos representantes.
Este hostelero de Albacete «siempre será eterno»
Su muerte, sin embargo, no ha borrado su huella. Familiares, amigos, antiguos clientes y compañeros de profesión coinciden en una misma idea: Agustín seguirá presente en cada recuerdo asociado a aquel bar de toda la vida, en cada anécdota contada sobre una tapa servida a deshora o un café preparado “como los de antes”.
“Siempre será eterno en nuestro recuerdo”, afirman quienes compartieron con él barra, mesa o confidencias. Y muchos añaden, con emoción, que el Bar Lagos, que fue la vida de Agustín, “volverá a abrir sus puertas allá donde esté nuestro querido Agustín”, como símbolo de la pasión y la dedicación con la que vivió su oficio.
Con su fallecimiento se va un hombre, pero permanece una forma de entender la hostelería como servicio, vocación y encuentro. En Albacete, el nombre de Agustín de la Concepción quedará ligado para siempre a aquella barra luminosa de la calle Dionisio Guardiola donde, durante años, se mezclaron el aroma del café recién hecho y el murmullo cálido de una ciudad en marcha.
