Cierra uno de los negocios más antiguos y queridos de Albacete: «gracias por confiar en nosotros»

Sus gerentes se despiden "con mucha pena" y esperan encontrar a alguien que tome el relevo mediante un traspaso

En 1943, en una Albacete todavía marcada por las dificultades de la posguerra, José Sanz López y su hijo Manuel Sanz Sevilla decidieron abrir una pequeña papelería en el corazón de la ciudad. Aquella iniciativa, nacida del amor por la escritura, las bellas artes y la vocación docente, terminaría convirtiéndose en uno de los comercios más queridos y longevos de la capital, la Papelería Sanz, que más de ocho décadas después se despide de la ciudad con la jubilación de sus actuales gerentes, los hermanos Ángel y Manuel Sánchez Sanz.

«El impulsor fue mi abuelo, José Sanz López, junto con mi tío, Manuel Sanz Sevilla», recuerda Ángel Sánchez. Su tío era maestro y trabajaba en la antigua Escuela de Magisterio -hoy edificio de Correos-, un entorno donde la escritura y la papelería formaban parte del día a día. Aquel ambiente inspiró el nacimiento del negocio.

Foto: Miguel Fuentes

Poco después se incorporaría Consuelo Sanz Sevilla, hija de José y hermana de Manuel, que con apenas 14 años comenzó a trabajar en la tienda. Al casarse, sumó a la aventura comercial a su marido, Evagrio Sánchez, quien dejó su empleo para dedicarse por completo a la papelería. Con los años, la tradición continuó. «En 1990 entré yo, cuando operaron a mi padre, y después mi hermano Manuel. Aunque somos cuatro hermanos, todos hemos pasado por aquí», relata Ángel.

Foto: Miguel Fuentes

La papelería no solo fue un negocio familiar. Fue también un vínculo con varias generaciones de albaceteños. «Conocemos a muchísima gente… amigos de mis padres, hijos y ahora nietos de clientes de toda la vida», cuenta Ángel. «Desde que pusimos el cartel de jubilación han venido cientos de personas a darnos las gracias. Es emocionante», añade. 

De vender libros usados a ser referencia

Los inicios del comercio fueron tan humildes como creativos. Los libros solían cambiarse para abaratar costes, se vendían estampas religiosas, cuadernillos de contabilidad, sobres, hojas sueltas o rosarios. Era la Albacete de una época difícil, donde la papelería funcionaba casi como un servicio social.

Con la llegada de la nueva generación, llegó también la transformación. «Nos diferenciamos de las papelerías tradicionales sin dejar de serlo», explica Ángel. La especialización en escritura se convirtió en el sello de la casa.

Foto: Miguel Fuentes

La Papelería Sanz acabó desarrollando ediciones propias de postales, calendarios de edificios antiguos y hasta plumas estilográficas exclusivas. Una de ellas, inspirada en El Quijote y fabricada en resina verde artesanal con detalles en plata, alcanzó fama internacional. «Fue elegida como una de las mejores plumas de colección de todos los tiempos», recuerda con orgullo.

Además del producto, ofrecían algo que pocos comercios mantienen hoy, un servicio integral. Desde reparaciones de plumines hasta personalizaciones caligráficas que hacían de cada regalo una pieza única. «Aquí la gente venía con un problema y sabía que iba a irse con una solución», resume.

Foto: Miguel Fuentes

Generosidad y trabajo incansable

El negocio no solo fue un lugar de venta, sino una forma de entender el trabajo. Ángel recuerda con emoción la generosidad de sus padres. «Daban los libros y ya se los pagaban cuando pudieran. Preferían apretarse ellos antes que dejar a alguien sin material escolar», subraya.

Ese espíritu se mantuvo. Los hermanos siempre trabajaron «de lunes a domingo, festivos incluidos», dando la máxima cobertura al cliente y manteniendo una ética basada en el respeto y la atención personalizada.

Foto: Miguel Fuentes

La difícil decisión de decir adiós

La continuidad del negocio dentro de la familia se convirtió en un dilema sin solución. «Ninguno de nuestros hijos quiere seguir. Cada uno está en lo suyo», explica Ángel. Entre la falta de relevo y el desgaste de tantos años, llegó la reflexión inevitable… Era tiempo de cerrar una etapa.

«Da mucha pena», reconoce. «Somos uno de los comercios más antiguos de Albacete. Aquí quien entraba sabía que iba a encontrar lo que necesitaba, o que le íbamos a decir dónde resolverlo», explica.

Aun así, los hermanos no quieren que la historia se pierda. Esperan encontrar a alguien que tome el relevo mediante un traspaso. «Si alguien lo coge, le enseñaremos todo: proveedores, funcionamiento, clientes… La papelería merece continuar», indica.

Por primera vez en décadas, Ángel y Manuel miran al futuro con un objetivo sencillo: vivir. «Viajar, pasear, ir al teatro a horas normales, montar en bici, en moto, disfrutar de la familia…», enumera Ángel con una sonrisa. Un descanso más que merecido.

Foto: Miguel Fuentes

Un último mensaje para Albacete

La despedida de la papelería es también una llamada de atención sobre el futuro del comercio local. «Que sigan apostando por el pequeño comercio», pide Ángel. «Sin tiendas, las calles pierden luz, seguridad, vida. Y las ciudades dejan de crecer».

La reflexión final es un homenaje silencioso a todas las personas que han cruzado la puerta de Papelería Sanz durante más de 80 años: «A todos los hemos tratado con el máximo respeto y cariño. Gracias por confiar en nosotros».

María López

Nacida en Albacete (1996). Graduada en Periodismo por la Universidad de Castilla-La Mancha. He pasado por Cadena SER, Castilla-La Mancha Media y El Español.
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