El gran gesto de una panadera de Albacete con una clienta: «Mi conciencia está tranquila»

Ana encontró cinco décimos de Lotería de Navidad perdidos y se los devolvió a su dueña

En la panadería donde trabaja cada mañana, entre barras calientes y el trasiego habitual de clientes, Ana Masip ha vivido este fin de semana una historia tan cotidiana como extraordinaria. Un gesto de honestidad que, a pocos días del Sorteo Extraordinario de Navidad, recuerda que la suerte no solo llega en forma de millones, sino también en forma de personas.

Todo ocurrió el sábado en una panadería de Albacete capital. Una clienta habitual -una señora mayor, de esas que saludan por su nombre y preguntan cómo va el día- pasó a comprar pan. Lo que no imaginaba es que, mientras guardaba el monedero, se le caerían al suelo cinco décimos de Navidad que acababa de comprar en un estanco. Cinco boletos del mismo número, uno para cada uno de sus hijos.

Nadie se dio cuenta en ese momento. Ni ella, ni Ana. Al día siguiente, su hija llamó a la panadería preguntando si allí podrían haber aparecido cinco décimos perdidos que no encontraban «por ningún sitio». Y Ana, que conoce bien cada rincón del local, decidió revisar uno de esos lugares donde a veces terminan objetos caídos sin querer, debajo de las cámaras frigoríficas.

Cinco décimos perdidos… y encontrados

«Miré por debajo, porque a veces la gente sin querer le da una patada a algo y se cuela ahí», explica a El Digital de Albacete. Y allí estaban. Los cinco décimos, juntos, dentro del paquete azul en el que los había guardado la señora. Intactos.

Antes de avisar, Ana quiso asegurarse de que realmente pertenecían a la mujer. «Le pregunté qué número era, aunque fuera cómo empezaba y cómo acababa», recuerda. «Me dijo que empezaba por ochenta y tantos y terminaba en tres. Coincidía. Y además, nadie más me había preguntado por lotería perdida», dice. 

La hija no tardó en acercarse a recogerlos con gran alivio. «Mi madre está más contenta… porque es uno para cada uno de mis hermanos, como hace siempre», le dijo. Ana, sin cortarse, respondió: «A lo mejor te estoy dando el Gordo y lo he tenido entre mis manos».

«Lo que no es mío, lo devuelvo»

Detrás de esa frase había una convicción personal. «Mis padres me han enseñado que lo que no es mío lo tengo que devolver», afirma. «Y más tratándose de una mujer mayor. Ella les compra cada décimo a sus hijos con ilusión y con el dinero que le cuesta», añade. 

El gesto, reconoce, no es tan habitual como debería. «El año pasado yo perdí un décimo y nadie me lo devolvió», cuenta. «Esto no lo hace nadie». Por eso se sorprendió cuando la hija le aseguró que, si los cinco boletos terminaban trayendo la suerte del Gordo, volvería a la panadería a darle un premio.

¿Y Ana? ¿Se animó a comprar ese mismo número por si la fortuna quería repetir jugada?
«Qué va», admite entre risas. «Me puse nerviosa, tenía clientes… Lo vi por encima. Sólo sé que termina en tres», señala. 

Tal vez la suerte, este año, ya le haya sonreído de otra manera: recordándole que la mayor lotería es la dignidad de quien, aun sabiendo que entre sus manos podría tener un futuro premio millonario, decide hacer lo correcto.

Mapfre

María López

Nacida en Albacete (1996). Graduada en Periodismo por la Universidad de Castilla-La Mancha. He pasado por Cadena SER, Castilla-La Mancha Media y El Español.
Botón volver arriba