¿Quién no ha dicho alguna vez aquello de “todos los caminos llevan a Roma”? Pues bien, un novedoso estudio ha hecho posible crear un especial ‘mapa de carreteras’ digital en el que queda plasmado el sistema viario utilizado en el Imperio romano y que muestra las calzadas que atravesaban la ahora provincia de Albacete.
Un grupo de investigadores ha confeccionado un completo atlas del Imperio romano, recopilando las rutas que permitieron expandir su dominio por toda Europa, y zonas de África y Asia. Los datos son de acceso libre y están disponibles en la web del proyecto: itiner-e.org
Cerca de 300.000 kilómetros de caminos que servían para conectar todos los rincones del Impero y contribuir a la labor comerciante de Roma. La Vía Appia, la Vía Aurelia o la Vía Augusta conectaban diversos puntos con la capital del Imperio, siendo estas algunas de las calzadas principales que utilizaban los romanos para desplazarse.
De Albacete a la capital del Imperio romano
Un particular atlas que demuestra que desde Roma se podía llegar a cualquier punto del Impero. El mapa permite también apreciar la orografía sobre la que discurrían estas arterias que conectaban el Impero romano; pudiendo consultar si alguno de estas importantes calzadas discurrían cerca de determinadas poblaciones de la provincia de Albacete.
Debemos hacer un gran esfuerzo de imaginación para tratar reproducir cómo los antiguos pobladores romanos de conocidos puntos de la provincia de Albacete recorrían estas importantes vías. Uno de las zonas en las que está más presente la huella de Roma en la provincia albaceteña es Libisosa, colonia romana que se encuentra junto a la actual Lezuza.
¿Cuánto se tardaría en recorrer a través de estas calzadas la distancia que separaba Libisosa de la capital del Imperio romano? Esta es una curiosidad que tiene respuesta gracias a este importante proyecto, que concreta que a través de esta red de calzadas, la distancia que habían de recorrer los habitantes de Libisosa hasta alcanzar Roma era de algo más de 1.933 kilómetros.
Un trayecto que se traduciría en más de 520 horas si se recorría a pie, y mucho más lento si los habitantes del Imperio la recorrían transportando mercancía con carros tirados por bueyes. Según este proyecto, en este caso estaríamos hablando de más de 1.000 horas de viaje desde la ahora Lezuza hasta Roma. Para los más acaudalados existía la posibilidad de desplazarse por estas calzadas haciendo uso de un caballo, medio de transporte que reducía el tiempo en realizar este trayecto hasta las 348 horas, tal y como especifica esta iniciativa; mientras que en burro se tardaría en llegar hasta la capital del Imperio romano unas 464 horas si viajáramos de forma continua.
Otro punto de la provincia de Albacete que también aparece reflejado en este especial “mapa de carreteras” del Imperio Romano es Saltigi, localizado en la actual Chinchilla de Montearagón, a escasos kilómetros de Albacete capital. Y es que la provincia albaceteña, por su ubicación geográfica, ha sido históricamente tierra de paso y cruce de caminos y culturas, que han dejado un incalculable legado patrimonial, hasta en forma de camino.
Así, gracias a este nuevo mapa del Imperio romano sabemos que a caballo se tardaba desde Saltigi hasta Roma unas 339 horas, los menos acaudalados cerca de 510 horas a pie. En el caso de recorrer este trayecto en burro como medio de transporte, se tardarían en llegar desde Chinchilla hasta la capital del Imperio unas 452 horas; mientras que en el caso de hacerlo con carros de mercancía tirados por bueyes el tiempo se dispararía hasta las 1.018 horas.
Un innovador mapa que no solo nos permite reconstruir con precisión cómo se articulaba el vasto entramado de caminos que unía cada rincón del Imperio, sino que también nos invita a mirar la provincia de Albacete con otros ojos. Rutas que hoy pasan desapercibidas fueron en su día auténticas autopistas de cultura, comercio y movimiento, y proyectos como itiner-e nos ayudan a redescubrirlas y a comprender mejor el papel que estos asentamientos romanos en la provincia de Albacete desempeñaron en la historia común del Mediterráneo. Un recordatorio de que, a pesar del paso de los siglos, las huellas del Imperio romano permanecen latentes bajo nuestros pies.
