Detenido tras haber podido desencadenar una tragedia en Albacete

La tragedia estuvo a un paso de materializarse ayer en Albacete. A las 13:40 horas del 27 de noviembre, en la confluencia de la calle Torres Quevedo con Luis Badía, se produjo un siniestro vial entre dos turismos que, afortunadamente, no se saldó con víctimas de gravedad o mortales, pero que vuelve a poner el foco en un viejo enemigo de la seguridad vial: el alcohol al volante.

Según fuentes de la Policía Local de Albacete, el accidente se produjo por una embestida lateral entre ambos vehículos. En el lugar intervinieron una dotación policial y el servicio de grúa municipal. Tras las primeras comprobaciones, los agentes instruyeron diligencias penales contra el conductor de uno de los turismos, un varón de 42 años, por un presunto delito contra la Seguridad Vial al conducir bajo la influencia de bebidas alcohólicas. El hombre fue detenido tras arrojar un resultado que superaba los 0’60 miligramos de alcohol por litro de aire espirado.

Un riesgo para uno mismo… y para todos

Aunque el siniestro se saldó sin víctimas de extrema gravedad, el escenario pudo haber sido muy distinto: la colisión se produjo en plena franja de tráfico de mediodía, en una zona urbana donde es habitual la presencia de peatones, otros vehículos e incluso familias con niños.

Conducir bajo los efectos del alcohol no solo compromete la seguridad del propio conductor, sino que convierte cualquier trayecto cotidiano en una ruleta rusa para el resto de ciudadanos:

  • otros conductores que circulan correctamente,
  • peatones que cruzan en pasos habilitados,
  • ciclistas y usuarios de patinetes, especialmente vulnerables.

Cada vez que alguien decide ponerse al volante ebrio, está asumiendo un riesgo personal elevado –posible lesión grave, invalidez o incluso la muerte–, pero, sobre todo, está imponiendo ese mismo riesgo a personas que no han tomado esa decisión y que simplemente pasan por allí en el momento equivocado.

Qué ocurre en el cuerpo con una tasa superior a 0,60 mg/litro

Una tasa de alcohol en aire espirado superior a 0,60 miligramos por litro (equivalente, de forma aproximada, a más de 1,2 gramos de alcohol por litro de sangre) es una intoxicación alcohólica clara, con efectos severos sobre la capacidad para conducir.

A esos niveles, el organismo sufre:

  • Pérdida notable de reflejos: el tiempo de reacción se alarga; ante un imprevisto (un peatón que cruza, un coche que frena), la respuesta llega tarde.
  • Alteración grave de la coordinación: cuesta mantener la trayectoria del vehículo, controlar el volante y dosificar correctamente el freno y el acelerador.
  • Visión comprometida: aparecen problemas de percepción de distancias, mayor dificultad para ver bien de noche y reducción del campo visual (lo que se conoce como “visión en túnel”).
  • Falsa sensación de seguridad: el alcohol desinhibe, provoca euforia y lleva a asumir maniobras temerarias que una persona sobria no realizaría (excesos de velocidad, adelantamientos arriesgados, saltarse semáforos o señales).
  • Disminución de la capacidad de juicio: se subestima el peligro, se infravalora la velocidad y se toman decisiones impulsivas y erróneas.

En términos legales, superar los 0,60 mg/litro en aire espirado supone, con carácter general, un delito contra la seguridad vial, castigado con penas que pueden incluir prisión, multas económicas y privación del derecho a conducir. Pero más allá del Código Penal, la verdadera dimensión del problema está en las vidas que se ponen en juego.

Un recordatorio que deja el susto… pero no debe dejar indiferente

El siniestro de la calle Torres Quevedo con Luis Badía se salda con un conductor detenido y dos vehículos dañados, pero también con un mensaje claro para la ciudadanía de Albacete: cada vez que alguien se pone al volante tras haber bebido, la ciudad entera se expone a una tragedia evitable.

La combinación de alcohol y conducción no es una imprudencia menor ni una “mala decisión” aislada: es una conducta que puede destrozar familias en cuestión de segundos. La línea entre un susto y una desgracia irreparable, como demuestran sucesos como el de ayer, es cada vez más fina cuando el alcohol entra en escena.

Las autoridades locales recuerdan que la única tasa segura al volante es 0,0 y que existen alternativas suficientes –transporte público, taxi o compartir vehículo con alguien sobrio– para evitar que un día cualquiera de diario se convierta, de repente, en el día que marca un antes y un después en la vida de varias personas.

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