La fotografía demográfica de la provincia de Albacete ha cambiado notablemente en las dos últimas décadas. Mientras algunos municipios han logrado sumar población de forma destacada, buena parte del territorio rural continúa vaciándose año tras año. Así lo reflejan los datos del INE al comparar los censos de 2004 y 2024, un periodo en el que el crecimiento se ha concentrado en apenas unas pocas localidades.
Hellín es el municipio que más ha despuntado, ya que en veinte años ha incorporado 1.509 habitantes. Este incremento, el mayor de la provincia en cifras absolutas, consolida a la localidad como un polo de atracción en el sureste albaceteño. Su papel como cabecera comarcal, la diversificación económica y las mejoras en las comunicaciones parecen estar detrás de este impulso.
La segunda subida más fuerte la registra Chinchilla de Monte-Aragón, que suma 1.341 nuevos vecinos. Su caso es especialmente llamativo: se ha convertido en una zona residencial muy ligada a Albacete capital gracias a su proximidad, sus buenas conexiones y una calidad de vida atractiva.
La Roda y Villarrobledo mantienen su empuje
El aumento también es evidente en La Roda, que desde 2004 ha ganado 1.060 habitantes. Su tejido industrial y la fortaleza del sector agroalimentario han contribuido a mantener el dinamismo de la localidad.
En una línea similar, Villarrobledo continúa ampliando su población y suma 889 habitantes en dos décadas, afianzándose como un centro económico y de servicios fundamental en el noroeste provincial.
El quinto municipio que más ha crecido es Caudete, con 820 nuevos residentes. Su ubicación estratégica, a medio camino entre Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana, junto con el impulso industrial de los últimos años, explica parte de este avance.
La España rural sigue menguando
Este crecimiento contrasta con la realidad de muchas pequeñas localidades albaceteñas. Comarcas como la Sierra del Segura, la Sierra de Alcaraz o algunas zonas de La Manchuela sufren descensos continuos y, en algunos casos, especialmente graves.
Pueblos como Cotillas, Villa de Ves, Montalvos o Balsa de Ves han perdido una parte significativa de su población en apenas veinte años, mostrando un problema cada vez más agudo, la dificultad de mantener habitantes en los entornos más rurales y envejecidos.
