Pago de Calzadilla: paciencia, tradición y sabor en cada sorbo

Denominación de Origen Protegida de Vino de Pago Calzadilla

Hay lugares donde el tiempo parece detenerse. Espacios que ofrecen una experiencia sensorial única, donde se funden naturaleza y tradición, dando lugar además a productos con sello propio.

Esto es algo que ocurre con los vinos de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Pago Calzadilla, donde las vides desafían al clima áspero de la Alcarria conquense para ofrecer unas uvas que cuentan historias de paciencia, tradición y cuidados. Un punto de la provincia de Cuenca en el que cada vendimia es un acto de fe en la tierra, y cada botella, un testimonio líquido de esa alianza.

Calzadilla es una de las escasas bodegas en el mundo que cuenta con una DO propia debido a sus condiciones de clima y suelo tan singulares. Se trata de unas especiales características que imprimen en sus viñedos y vinos unas propiedades únicas, potenciadas por las prácticas artesanales y respetuosas con el cultivo y producción.

Vino/ Foto: Pexels

Vino único y repleto de esencia

Pago de Calzadilla se encuentra el Valle del Río Mayor, a una altitud entre los 900 y 1.000 metros. Es precisamente el microclima de este valle, con frecuentes nieblas y vientos, actúa como una barrera protectora para el viñedo de las peligrosas heladas primaverales, aportando además frescura a las noches veraniegas. La superficie del viñedo amparado por la DOP Pago Calzadilla es de más de 20 hectáreas, distribuidas en distintas parcelas del término municipal de Huete (Cuenca). Por tanto, su ubicación y singularidad del suelo altamente calizo, hacen que sea una zona fresca e ideal para la calidad de las uvas, ya que maduran de forma lenta y homogéneamente con la mineralización característica, una mayor concentración de antocianos y de los componentes del gusto y aroma.

El vino amparado por la Denominación de Origen Protegida (DOP) Vino de Pago Calzadilla se caracteriza por su marcada mineralidad y por los aromas a sotobosque que lo distinguen. Mantiene una notable intensidad cromática y conserva sus matices afrutados incluso tras un periodo de crianza mínimo de ocho meses, durante el cual el color permanece con una intensidad superior a diez puntos. En los viñedos del Pago de Calzadilla se cultivan exclusivamente variedades tintas: Tempranillo o Cencibel, Cabernet Sauvignon, Garnacha y Syrah, que aportan al conjunto una combinación equilibrada de estructura, frescura y complejidad aromática.

Uva/ Foto: Pixabay

Cuidada elaboración manual

El fruto para la elaboración de estos vinos con ADN propio en Castilla-La Mancha se trata con suma delicadeza y cuidado en cada uno de los procesos. La vendimia se realiza de forma manual, recogiéndose las uvas en cajas de 15 kilos, tras lo que se almacenan en cámaras frigoríficas con el objetivo de que la fermentación comience en el momento idóneo.

Cada racimo se selecciona manualmente, siendo el movimiento de las uvas, mostos y vinos de la DOP Pago Calzadilla es por gravedad, sin intervenciones de bombeos. Tras su estancia en barrica, se procede al embotellado, un procedimiento para el que igualmente se pone un especial cuidado. Bajo la colina sobre la que se asienta esta bodega se encuentra un valioso tesoro, los botelleros donde con mimo y paciencia maduran sin prisa estos vinos hasta llegar a su estado óptimo.

Esta DOP nace en un entorno singular, rodeada de montañas en pleno corazón de la Alcarria, un paisaje exigente para una uva delicada. La bodega aprovecha al máximo estas condiciones, respetando la tierra y adaptando su arquitectura al entorno, creando una simbiosis única tanto en sus dimensiones como en su diseño exterior. El terruño marca su propio ritmo, por lo que el proceso de elaboración se realiza con suma precisión y cuidado, buscando siempre preservar la identidad y calidad del vino.

Vino/ Foto: Pixabay

Campo y Alma, un sello de distinción en Castilla-La Mancha

Precisamente, Campo y Alma es una marca de garantía que permite distinguir los productos agroalimentarios que se producen, elaboran o transforman en el territorio de Castilla-La Mancha y que están acogidos a una denominación de origen protegida o indicación geográfica protegida. Se trata de una herramienta de calidad que ayuda al consumido a identificar los productos castellano-manchegos.

Si existen dos términos que definen a Castilla-La Mancha son precisamente campo y alma. Y es que nuestra tierra es una región donde la agricultura, la ganadería y la industria alimentaria tienen un peso fundamental en la economía, ya que forman parte del ADN de Castilla-La Mancha. En la conocida como tierra de Don Quijote, la importancia del medio rural es fundamental para el mantenimiento de la población en sus municipios, y es que quienes residen en estas zonas sienten su actividad como algo especial y ponen su corazón en sacar adelante sus producciones.

La Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha lanzaba Campo y Alma, una marca de garantía creada para aportar valor al trabajo de los agricultores y ganaderos de la región y, por tanto, también a sus productos. Se trata del único distintivo en España que identifica solamente a los alimentos y bebidas amparados por la Denominación de Origen Protegida (DOP) o la Indicación Geográfica Protegida (IGP), tratándose de una marca cuyo objetivo es llegar de manera directa al consumidor que identifique los productos que ampara.

En cada botella vino de la DOP de Pago Calzadilla late el alma de un paisaje único. Se trata de vinos que no buscan la prisa ni la perfección impuesta, sino la verdad del terruño y la valía del tiempo. Cada sorbo es un viaje a la Alcarria, donde la paciencia se convierte en arte y el vino en memoria líquida de la tierra que lo vio nacer.

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