ASÍ SUENA | Si hay una salida, por aquí tiene que estar

Artículo de opinión de Humberto del Horno

((Y siempre vueltas a empezar / no sabes si vienes o te vas / buscando una salida porque si hay salida por aquí tiene que estar      Masculino Singular – Rosendo))

   Hoy a la mesa vienen a comer todos los niños y cada uno quiere una cosa en el menú. Los hay con mejor o peor buche. Algunos más tiquismiquis que otros, los que empiezan por el postre y los que quieren repetir. Ese al que no le gustan las espinacas, el que prefiere el pollo empanado, el que lo sepulta en ketchup o el que se atiborra a pan antes de la ensalada. Cada uno es como es, todos parte de la familia, hay que quererlos igual, no son tan distintos. Todos quieren comer un poquito más que el de al lado, o al menos que le sirvas una ración más. 

   Lo peor de todo es que los niños ya no lo son tanto, y se han quedado, ni más ni menos, en responsables de las haciendas autonómicas de este país. Y más peor es que la mesa no es una mesa, es el tablero de cartón piedra en la mismísima sede ministerial, revestido del epígrafe ‘Consejo de Política Fiscal y Financiera’ donde todos los actores fueron citados para una teatro que no terminó por salirle bien a quien tenía que poner los cubiertos. 

   Lo que ocurrió en el Paseo de la Castellana, con todos los invitados, fue que la ministra María Jesús Montero vino a querer convencer a todos sus invitados, País Vasco y Navarra al margen, de que la negociación será entre todos porque a todos convencerá de que solo uno de ellos, el catalán, vaya a salir mejor parado por aquello de pagar las facturas políticas que se le deben. 

   Es complicado hacer creer a los comensales que, tras más de una década de retraso en la negociación de un nuevo modelo de financiación autonómica, el próximo cuatrimestre vaya a ser, por fin, el que sirva para contentar a todas las bocas. Los pasos de este gobierno, en todos sus mandatos, han sido nulos hacia el objetivo de por fin encontrar una fórmula de reparto del dinero de la caja común que no solo contente a todas las autonomías, sino que además persiga una justicia que solo lo será si se tiene en cuenta que en quien hay que pensar es todos los destinatarios de la prestación de los servicios que hay financiar, que son los ciudadanos y no los gobiernos, ni los partidos que sustentan esos gobiernos, ni los altos cargos que viven de esos partidos. 

   Convocar este CPFF cuando la mayoría de las autonomías que sí han hecho sus deberes presupuestarios viéndose obligados solo conjeturar qué dinero les llegará para poder confeccionar el proyecto de ley más importante de cada uno de los ejercicios políticos es una falta de respeto difícil de comprender. Pero más ilegible es la estrategia de intentar contentar a todos, sobre todo con la premisa de que la mayoría de los consejeros de las cosas del dinero que se tienen que sentar en la mesa pertenecen al partido político más gataflorista de la democracia, un PP que ya tiene el guion escrito y va a salir chillando o llorando, o incluso las dos, sea cual sea la propuesta que emane de la Vicepresidencia del Gobierno. 

   Esta misma semana en la que se cocina este espacio de opinión será en la que se cumpla el cuarto aniversario de la Cumbre de Santiago, donde ocho comunidades autónomas de hasta tres colores políticos distintos fueron capaces de firmar un texto de 35 conclusiones para acortar el camino del consenso y plantear, por fin, un nuevo modelo de reparto entre los territorios. Un papel que nació mojado por las aguas del Sar y el Sarela en una reunión donde el anfitrión fue, fíjense qué cosas, Alberto Núñez Feijóo como presidente de Galicia. Que un buen pulpo siempre alegra una mesa. 

Humberto del Horno

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