Plata, santería, ‘peaky blinders’ o cómo el cártel de Jalisco abrió franquicia en Castilla-La Mancha; impactante vídeo

Decenas de lingotes y monedas de plata, rituales santeros para que la cocaína llegara a España sin problemas, la mano derecha de uno de los mayores narcos italianos ligado a la camorra napolitana y cuatro mexicanos que se paseaban con la boina de visera como lucían los ‘peaky blinders’ y que tenían como objetivo establecer en España una franquicia del Cártel de Jalisco Nueva Generación.

Una sucursal a la que los agentes de la Unidad Central de lucha contra las Drogas y el Crimen Organizado (Udyco), junto con la agencia estadounidense DEA y la Policía de Países Bajos, le han colgado el cartel de ‘clausurada’ en la operación Oyamel, que se ha saldado con 20 detenidos, quince ya en prisión. Los tentáculos de la banda llegaron incluso a Castilla-La Mancha.

Todos ellos con distintos papeles y nacionalidades -españoles, mexicanos, colombianos e italianos-, enlazados en una estructura perteneciente al Cártel de Jalisco Nueva Generación, considerado una organización terrorista por EE. UU., que se dedicaba a introducir desde Sudamérica, sobre todo desde Costa Rica, grandes cantidades de cocaína y metanfetaminas ocultas en maquinaria industrial de gran tonelaje.

Los comisarios de la Udyco central y de Madrid, Alberto Morales y Roberto González, respectivamente, han dado cuenta este martes de este importante golpe policial que supone abortar el establecimiento en España de esta organización criminal que estaba «explorando» las vías para introducir estupefaciente tanto en España como en Europa a través de los puertos de Oporto y Rotterdam.

De hecho, pequeñas aprehensiones en Bilbao y Valencia hace más de a un año condujeron a los investigadores hasta la organización que marcaba su mercancía con dos logos, algo inédito ya que los fardos suelen llevar solo una pegatina para distinguir el origen de la droga.

A partir de estas incautaciones, los agentes llegaron a varias fincas de uso industrial en La Adrada (Ávila) y las afueras de Madrid, donde se coordinaba, almacenaba y custodiaba el estupefaciente.

Desde otros inmuebles situados en Talavera de la Reina (Toledo) recepcionaban y enviaban la maquinaria industrial con el estupefaciente oculto rumbo a Italia, donde existían vínculos con la camorra napolitana.

De hecho, en septiembre se detectó un primer envío de cocaína hacia el país transalpino a través de un capo del clan Amato-Pagano: se trata de la mano derecha de Raffaele Imperiale, uno de los narcotraficantes más importantes afiliados a la Camorra y que estuvo en la lista de los fugitivos más buscados hasta su arresto en 2021 en Dubái.  

Los responsables policiales destacan las fuertes medidas de seguridad de estas naves, con circuitos cerrados de televisión.

Un empresario español, pieza clave de la nueva oficina

Entre los 20 arrestados en Madrid, Ávila, Bilbao, Valencia y Toledo se encuentran, además de este italiano y un colombiano, considerados dos objetivos de «valor» para la DEA, el hijo de este último y otro ciudadano colombiano enlace con los anteriores que realizaba rituales de santería.

En el momento de su detención, este individuo portaba un gorro que decía no se podía quitar hasta dentro de un año como superstición para no ser detenido y que los cargamentos llegaran sin incidencias.

No ha sido el único arrestado al que le iban los complementos en la cabeza, según revelan fuentes de la operación policial.

Los cuatro mexicanos detenidos, que eran los emisarios del cártel y que podían permanecer en España solo unos tres o cuatro meses, también les gustaba lucir gorra, en este caso las icónicas boinas con visera de los personajes de ‘Peaky Blinders’, la serie de televisión sobre una pandilla real de gánsteres que operó en Birmingham a fines del siglo XIX.

Otra pieza clave en esta franquicia cerrada, según explican los comisarios, es el empresario español detenido, sin antecedentes, encargado de dar soporte logístico de esta oficina del cártel mexicano con varias sociedades mercantiles y de lavar el dinero de la droga a través de las mismas y de la compra de decenas de lingotes de plata y monedas que pueden alcanzar los 2.000 euros el kilo.

La Policía ha incautado unos 70 kilos de esta plata en la operación, además de 1.870 kilos de cocaína, 375 kilos de anfetamina, 275.000 euros en efectivo, criptomonedas por valor de 15.000 dólares, 3 armas cortas de fuego y 15 vehículos. 

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