El hogar tallado en la roca en este pueblo de Albacete: el «lujo» de vivir en una casa cueva

De refugio milenario a panadería, y ahora, hogar de Julio y su familia

No todas las casas tienen tejado, algunas simplemente se abrazan a la tierra, como si estuviesen tragadas por la montaña. En el corazón de Alcalá del Júcar (Albacete) aún perviven hogares de los que no se levantan, sino de los que se excavan. Casas cueva que son refugios milenarios que respiran con la serenidad de quien ha visto pasar generaciones. Ahora, una de ellas es el hogar de Julio González y su familia, aunque un día también fue una panadería, y solo la montaña sabe de cuántas personas más fue refugio y hogar.

Con su fachada blanca y encalada, desde fuera no se advierte el laberinto que se extiende bajo la roca de este pueblo de Albacete. En su interior, una temperatura constante, como si el tiempo no se atreviera a entrar sin descalzarse en la entrada. 20 grados en invierno, 20 grados en verano, sin alteraciones, sin aire acondicionado ni calefacción y con la protección única que puede dar la montaña.

Casa cueva de Julio González / Foto: Cedida Julio González

Llamamos hogar a muchas cosas: desde el olor al guiso de la abuela hasta el sofá donde cabe todo el mundo. Para algunos es el sitio donde amanece, para otros, una cueva excavada en las entrañas de una montaña. Se puede decir que muchas de las casas cuevas repartidas por la provincia de Albacete son memoria fósil de la tierra, que supieron adaptarse al tiempo y que se convirtieron en una especie de arquitectura singular. Pero para muchos, como para Julio, son vivas, habitadas, y queridas. Son hogar, y es que este espacio quizá no se mide en metros cuadrados, sino en la paz que uno siente cuando cruza el umbral.

Así es vivir en una casa cueva en la provincia de Albacete: de panadería a hogar

Julio González vive, y además también trabaja en una casa cueva rehabilitada. Por una parte, la montaña de Alcalá del Júcar guarda las entrañas de su hogar, pero además también lo hace con su negocio, ya que Julio cuenta también con un bar cueva en el pueblo, excavado en la roca y con unas impresionantes vistas al río y al emblemático Puente Romano que une la localidad.

Sobre las peculiaridades de las casas cuevas, Julio González comparte con El Digital de Albacete que la temperatura es uno de los privilegios de vivir en estas casas excavadas en la montaña. “Mantienen muy bien la misma temperatura, entre los 18 y los 22 grados durante todo el año”, y explica que “cuando llega el verano se está fresquito, incluso como para dormir con una manta, y en invierno la temperatura se mantiene cálida”. Por este motivo, muchas veces no es necesario “calefacción ni aire acondicionado”, apunta.

Casa cueva de Julio González / Foto: Cedida Julio González

Lo cierto es que esta cueva rehabilitada como casa cuenta con una gran historia a sus espaldas. “Antiguamente fue un horno, donde se elaboraba pan entre otros productos”, recuerda González, que manifiesta que “en la habitación de al lado tenían a los burros atados para transportar trigo y demás”. “Existen algunos hornos metidos dentro de la roca con su salida de humo y donde metían el pan y la leña dentro”, manifiesta.

Julio González vive en una casa cueva en Albacete: “Es un lujo”

Y aunque en la actualidad en este espacio viven Julio y su mantiene, su esencia continúa intacta. “Son muchos años” los que atesora este espacio situado en las entrañas de la roca de Alcalá del Júcar, aunque ese factor también conlleva de rehabilitación, tal y como indica González. “Lleva mucho tratamiento por el tema de la humedad, deben estar bien ventiladas, y es necesario tener deshumificadores para sacar la humedad de la cueva”, señala.

Respecto al tratamiento de las paredes de la cueva, González señala que “hay que pintarlas y desinfectar con cal para que no salgan bichos”, ya que al fin y al cabo, de alguna manera, estas cuevas están conectadas directamente con el corazón de la naturaleza. “Hay que tenerlo todo controlado, especialmente la desinfección y la cueva tiene que respirar”, manifiesta.

Casa cueva de Julio González / Foto: Cedida Julio González

Aunque hay que llevar a cabo determinadas tareas de mantenimiento, Julio González lo tiene claro, y es que vivir en una casa cueva es “un privilegio”, asegura, y señala que “es un lujo tanto en verano como en invierno, aunque conlleva su trabajo merece la pena”. 

La esencia de un pueblo de Albacete tallado en la montaña

Lo cierto es que estas cuevas también son la esencia de un pueblo que parece tallado en la montaña. “Todo el casco viejo está escalonado por las cuevas que hay debajo, de hecho muchísimas casas tienen cueva, pero hay que mantenerlas”, como indica Julio, y desde luego, vivir en ellas es la mejor forma de hacerlo. “Si están cerradas sin ventilación se echa a perder. Empieza a coger humedad y hay que tirar todo lo que tengas dentro”, detalla.

Además de su propia vivienda, Julio González también cuenta con un bar-cueva en el pueblo. “Es un bar muy bonito y da mucho gusto poder tomarte algo tanto dentro de la cueva como fuera con las vistas”, asegura, y manifiesta que “en verano se está muy bien, muy fresquito dentro y cuanto más dentro estés, mejor se está, además en invierno tampoco es necesario calefacción, con cerrar las ventanas se está genial”.

Casa cueva de Julio González / Foto: Cedida Julio González

Y así, en este pueblo de Albacete, entre olivos, viento y roca, aún quedan hogares que no se ven desde el cielo, pero que laten bajo nuestros pies.

Noelia López

Natural de Albacete, Graduada en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández. Experiencia en medios de comunicación como VIsión6, Es Radio y Telemadrid
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