El Ratoncito Pérez, este científico de Albacete y el gran hallazgo realizado tras una investigación única en el mundo

Un investigador albaceteño convierte los ‘dientes de leche’ en fábrica de neuronas para tratar enfermedades raras infantiles

Un albaceteño está al frente de una de las líneas de investigación más prometedoras en terapias personalizadas para niños con enfermedades raras del sistema nervioso. Se trata de Salvador Martínez, natural de Abengibre (Albacete) y director del grupo del Instituto de Neurociencias de Alicante (centro mixto del CSIC y la Universidad Miguel Hernández de Elche), que ha demostrado que los ‘dientes de leche’ pueden convertirse en una auténtica fábrica de células neuronales. Es el ‘Ratoncito Pérez de las enfermedades raras’.

Dientes de leche que ayudan a curar

El equipo liderado por Martínez ha comprobado que en la pulpa dental de los dientes de leche se encuentran células madre de la cresta neural con un enorme potencial: pueden transformarse en neuronas humanas. Esta posibilidad abre la puerta al diseño de terapias personalizadas para niños que padecen enfermedades raras como el autismo, las leucodistrofias o el síndrome de Rett.

«El diente de leche nos permite extraer fácilmente células que pueden convertirse en neuronas de los niños que tienen una enfermedad rara», explica este científico de Albacete. «Es un modelo celular que sirve para conocer mejor los mecanismos de la alteración en un modelo humano y determinar qué fármacos o tratamientos pueden mejorar el funcionamiento de estas células y, por lo tanto, la función cerebral».

Salvador Martínez, natural de Albacete / Foto: Morell – EFE

Un procedimiento nada invasivo

Una de las grandes ventajas del método es que los dientes de leche se pierden de forma natural entre los 5 y los 11 años, cuando son reemplazados por las piezas definitivas. Es decir, la muestra llega al laboratorio mediante un proceso completamente «nada invasivo».

Las células se extraen de manera sencilla y se emplean en cultivos celulares in vitro, evitando así recurrir a biopsias de tejido subcutáneo en pacientes muy jóvenes. Tras unos cinco años de trabajo en esta línea, Martínez subraya que «los dientes de leche son una fuente para un modelo celular de neuronas fácilmente obtenible y manejable».

Hacia terapias personalizadas

A partir de estas células, los científicos generan neuronas humanas que conservan las alteraciones propias de cada enfermedad. Ese material se estudia en placas de cultivo, lo que permite analizar cómo funcionan, cómo se dañan y qué tratamientos podrían ayudar a corregir o mejorar su actividad.

El objetivo es desentrañar los mecanismos que están detrás de estas patologías genéticas, generalmente asociadas a procesos de neurodegeneración y discapacidad intelectual, y ensayar nuevas soluciones terapéuticas ajustadas a cada paciente.

En el proyecto, además del equipo del Instituto de Neurociencias, participan el neuropediatra del Hospital de San Juan de Alicante, Francisco Carratalá; Marta Martínez y Carlos Bueno, del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB); y Claudia Pérez, del propio Instituto de Neurociencias (IN-UMH-CSIC).

Salvador Martínez, natural de Albacete / Foto: Morell – EFE

El ‘Ratoncito Pérez’ de las enfermedades raras

Los investigadores, con el albaceteño Salvador Martínez al frente, han diseñado también una iniciativa con un nombre tan simbólico como cercano para los niños: ‘Ratoncito Pérez de las enfermedades raras’.

La idea es crear un banco de células procedentes de dientes de leche de pacientes con enfermedades raras, de manera que otros grupos científicos puedan acceder a estas muestras y acelerar la búsqueda de nuevas terapias.

Para que esos dientes puedan aprovecharse, las familias de menores ya diagnosticados deben estar preparadas: cuando el diente se cae, hay que evitar que se seque. Lo ideal es recogerlo en poco tiempo y llevarlo al laboratorio en unas horas o, si no es posible, conservarlo en frío (en la nevera) hasta tres días, dentro de una bolsita con la propia saliva del niño.

Así, lo que siempre ha sido un rito de la infancia protagonizado por el Ratoncito Pérez puede convertirse, gracias al trabajo de un investigador albaceteño y su equipo, en una herramienta clave para mejorar la vida de muchos niños con enfermedades raras.

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