Dejar atrás comodidades, trabajo, familia y amigos, con el objetivo de viajar a kilómetros de tu hogar a una tierra envuelta en los conflictos bélicos para servir a quienes menos tienen y a cambio de nada, a más de uno podría parecerle una locura. Una “locura” que ha decidido abrazar bien fuerte Eduardo Moreno, quien esta semana dejaba su Villarrobledo (Albacete) natal para vivir una aventura como misionero en Tierra Santa que le cambiará la vida de este albaceteño.
“Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna”, son palabras que aparecen en el Evangelio de San Mateo y que son el ejemplo perfecto de la motivación que ha llevado a este joven de Villarrobledo a poner rumbo a Belén. Sobre esta emocionante aventura como misionero laico explicaba Eduardo Moreno a El Digital de Albacete que “llevo un tiempo relacionado con Tierra Santa a través de la Orden del Santo Sepulcro, a la que pertenezco desde hace ocho años”, subrayando que “tengo un compromiso firme con Tierra Santa”.

De Albacete a Tierra Santa como misionero
De este modo, confesaba que en este tiempo ha tenido la oportunidad de visitar Tierra Santa en varias ocasiones, realizando diferentes voluntariados. Conocer de cerca la realidad de esta parte del mundo es algo que ha cautivado a este joven albaceteño, quien compartía con El Digital de Albacete que su necesidad de involucrarse más en profundidad: “Desde hace unos meses pensé en que esta colaboración fuera más extendida en el tiempo y de una forma más integral”. Así, confirmaba que su labor como misionero en Tierra Santa tiene fecha de comienzo pero no de final, manifestando que “sé cuándo me voy, pero no sé cuándo volveré”, concretando que “por el momento, tengo un visado para un año y es renovable”.
Eduardo Moreno es farmacéutico y desarrollaba esta labor profesional gestionando proyectos en el laboratorio de una industria farmacéutica, poniendo ahora su vocación al servicio de quienes más lo necesitan en Tierra Santa. En este territorio adelantaba el albaceteño que colaborará de forma altruista “en un pequeño laboratorio”, concretando que se trata de “un ambulatorio oftalmológico en el que esperamos abrir la rama materno-infantil y una casa de voluntarios sanitarios”.
Colaborar en este proyecto es uno de los objetivos que se ha marcado Eduardo Moreno en su etapa como misionero en Tierra Santa. Pero además, ponía de relieve que “también me voy con ese compromiso hacia la Iglesia local de Tierra Santa desde la Iglesia local de Albacete”, exponiendo que “he adquirido un compromiso con el Obispado de Albacete en que me voy para ponerme al servicio de la Iglesia de Jerusalén”.
La figura del misionero está íntimamente ligada a la labor que hacen sacerdotes y órdenes religiosas en multitud de lugares del mundo, sin embargo, muchos desconocen que los laicos (que no tiene órdenes clericales) también pueden ser misioneros. Al respecto, desarrollaba este joven albaceteño que ser misionero “es ponerte al servicio de los demás, poniendo también tu conocimiento, tu forma de trabajo y tu día a día al servicio de la Iglesia”.
En este punto, matizaba que “yo no soy sacerdote u otro tipo de misionero consagrado”, pero ponía de relieve que “puedo aportar desde mi punto de vista como laico y desde mi experiencia puedo ser útil a la Iglesia local de Jerusalén”. Sobre su vocación particular, sostenía Moreno que “puedo servir a través de mi conocimiento en el sector sanitario o a la hora de poner en marcha proyecto”.
Sobre todo ello, compartía una sincera reflexión con El Digital de Albacete, manifestando que “el carisma que creo que me define un poco es la caridad cristiana”. Al respecto, explicaba que “dentro de la Iglesia hay muchos carismas, en mi caso es la caridad cristiana”, concretando que “es intentar ver a Jesús en aquellos que lo necesitan”. Muestra de ello es su colaboración altruista con proyectos centrados en los cuidados de niños con discapacidad.

La compleja situación de Tierra Santa: “No tengo miedo”
Tierra Santa vive momentos especialmente convulsos debido a la guerra que enfrenta a Israel y Palestina. Sin embargo, pese a esta compleja situación confesaba Eduardo Moreno que “no tengo miedo”, por lo que el conflicto bélico que afecta de una forma especialmente cruenta a Gaza no ha frenado las ganas de este albaceteño por emprender su misión. Sobre ello, desvelaba que “no es la primera vez que me voy a un sitio un poco conflictivo”, ya que también ha formado parte de proyectos de voluntariado en la frontera de Kenia y Etiopía.
Además, expresaba sobre el conflicto en Tierra Santa que “muchas veces, se generaliza lo que esta en Tierra Santa con lo que está pasando tristemente en Gaza y que es una tragedia”. Sin embargo, explicaba que “en el resto de Tierra Santa, digamos a nivel de seguridad, está tranquilo”. En Tierra Santa es el lugar en el que desarrollará Eduardo Moreno su labor como misionero. Una tierra en la que los cristianos están prácticamente en peligro de extinción, ya que hay estadísticas que recogen que tan solo el 2% de la población es cristiana.

Junto a Jerusalén, la ciudad de Belén es uno de los grandes puntos de peregrinaje en Tierra Santa, por lo que insistía el albaceteño que en estos puntos “no hay prácticamente ningún peligro”. Sin embargo incidía en que “Belén tiene otra tragedia”, detallando que “la tragedia que tiene es la economía y, sobre todo, la moral”.
Una situación compleja que ha causado una profunda cicatriz en Belén y sobre la que detallaba el albaceteño que “nos encontramos con una sociedad en la que el 80% de la población vive del turismo, vive del peregrino”. A lo que puntualizaba Eduardo Moreno que “desde la pandemia de COVID prácticamente no hay peregrinos”, una situación que se ha agudizado “por el miedo de la gente a viajar a Tierra Santa, aunque insisto que la seguridad en Belén es total”. Todo ello “hace que el drama económico que atraviesa Belén sea más agudo”.

Este es el contexto en el que Eduardo Moreno conoció Tierra Santa y en el que ha decidido poner rumbo a este punto del mundo. Hace un tiempo “estuve en un periodo más corto, ya con la guerra en marcha”, y solo trasladaba a quienes pudo conocer su deseo de “poder hacer más”, ante lo que ellos respondían: “Eduardo, solo con tu presencia aquí a nosotros nos llena muchísimo, porque que tú hayas decidido venir aquí en este contexto en el que no se atreve a venir nadie a estar con nosotros, esto ya es aliento”.
Por lo pronto, este albaceteño vivirá una Navidad que jamás olvidará ni más ni menos que en Tierra Santa. Sobre la coyuntura de tener que pasar estas fechas tan señaladas alejado de Albacete expresaba que “que mejor ligar para vivir una Navidad que Belén”, pero también manifestaba que echará de menos especialmente “el ambiente de casa y la familia”. Sin embargo, aseguraba que Tierra Santa y Villarrobledo comparten muchas cosas de la que a priori puede parecer, y es que “es también un territorio mediterráneo y esto hace que la población sea muy parecida, sobre todo con los cristianos locales”.
Confesaba que estos parecidos culturales es algo que “a veces choca un poco”, y es que exponía que “los cristianos locales son mucho más parecidos a nosotros”. En este punto, incidía en que “la gastronomía es parecida, no en la forma pero sí en los ingredientes; pero también la hospitalidad y el aperturismo que tienen”. De hecho, confesaba el albaceteño que “tengo amigos allí y me siento casi como en casa”.

“Soy verdaderamente feliz”
Una decisión compleja la de partir lejos de casa como misionero que no sorprendió a quienes bien conocen a Eduardo Moreno. Bien es cierto, que esta será la vez que esté fuera de casa durante un mayor periodo de tiempo, pero no es la primera vez que se marcha lejos de Villarrobledo para formar parte de un voluntariado. “Cuando ven la cara de felicidad que traigo cuando vuelvo o cuando hablan conmigo saben que haciendo esto soy verdaderamente feliz”, sostenía, pero trasladaba que “mis padres son quienes quizás sufrían un poco más al principio, pero luego ven que este es tu lugar y esta es tu forma de ser y lo tienen más asumido”.
Una aventura lejos de casa que también supondrá un crecimiento en el campo personal y espiritual de este joven de Albacete. Sobre este aspecto, desarrollaba Eduardo Moreno que “me apetece mucho crecer en el contexto del ecumenismo entre las diferentes iglesias cristianas”, haciendo referencia al gran descubrimiento que ha sido conocer la Iglesia Oriental. Pero además espera “poder dar todo lo que pueda de mí”.

La religión está de moda
La fe se ha vuelto tendencia y también refugio, especialmente entre los más jóvenes. De hecho cada vez son más los rostros conocidos los que no dudan en poner de relieve y sin tapujos su espiritualidad y cercanía a Dios. Películas como ‘Los domingos’, el nuevo trabajo musical de Rosalía, o influencers que predican la belleza de creer a través de las redes sociales son el reflejo de que Dios sigue abriéndose paso.
En relación a toda esta corriente expresaba este joven albaceteño que la fe no es algo que haya pasado de moda, considerando que “este ‘boom’ no deja de ser el resultado a una búsqueda que en los últimos años se estaba produciendo”. Al respecto, detallaba que “nos encontrábamos ante un vacío existencia que intentábamos llenar con cosas materiales y en tendencia, pero nos hemos dado cuenta de que realmente eso no es lo que nos llena”, manifestando que “está resurgiendo otra vez lo que realmente llena, que es el camino de la fe”.

Poniendo de ejemplo su caso personal trasladaba que su vocación de servicio nació “con el voluntariado en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, cuando aún estaba estudiando la carrera de Farmacia”. Y es que sostenía Eduardo Moreno que fue en este encuentro donde “descubrí que la forma en la que yo era más feliz era haciendo voluntariado”, confesando sobre estas experiencias que “recibes mucho más de lo que das”, por lo que a mimaba a más jóvenes laicos a “darse un poco y a descubrir esa parte preciosa de la vida que es entregarse para ayudar”.
El viaje misionero de Eduardo Moreno no solo representa un acto de valentía, sino también un testimonio vivo de fe, compromiso y esperanza en medio de la adversidad. Su partida hacia Tierra Santa simboliza el valor de dejarlo todo por un propósito mayor: acompañar, servir y compartir esperanza allí donde más falta hace.

