Entre los pliegues de la provincia de Albacete se esconde una pequeña aldea cerca de Nerpio, detenida en el tiempo, un lugar donde las casas no se levantan, sino que se adentran en la tierra, sin alterar el paisaje. Unas cuevas excavadas en la roca entre muros de cal y tierra, que son testigo mudo del pasado de quienes allí habitaron hace años. En este espacio, el eco de las voces se confunde con el viento y hasta cada rincón parece guardar secretos e historias.
Las conocidas como Cuevas de las Quinterías, que un día estuvieron llenas de vida, fueron hogar de familias que encontraron en la piedra su hogar y refugio contra el calor del verano y el frío del invierno. Hoy, sus paredes, con las marcas propias del paso del tiempo, conservan la huella de quienes las habitaron como si se tratase de vestigios de una forma sencilla y arraigada a la tierra. Una memoria excavada en la roca que aún parece latir bajo el polvo y el silencio. Unas cuevas muy especiales y un espacio protegido contemplado en la Carta Arqueológica de Nerpio.

Pepe Blasi, natural de Nerpio es una de esas personas conocedoras de este peculiar lugar, que un día estuvo habitado y donde hoy se esconde el silencio. Un lugar protegido que también es patrimonio de este pueblo de Albacete, y que forma parte de esa historia conjunta digna de conservar y proteger, ya que cuenta cómo vivían los antepasados de algunos actuales habitantes de Nerpio.
La joya oculta de este pueblo de Albacete: protegida y silenciosa
Así, Pepe Blasi hace hincapié en la importancia de proteger este lugar debido a su rico patrimonio y su paraje inigualable. De este lugar, conocido como las Cuevas de las Quinterías, Blasi destaca que se trata de un lugar “aislado a medio camino entre Nerpio y Huebras”, una pedanía de la localidad. Además, manifiesta que se configura cerca de un “arroyo y de uno de los caminos reales que había antiguamente”.

En este lugar, se asentó “una comunidad rural en estas covachas, que son pequeñas cuevas”, comparte, y explica que llegaron “en el siglo XVIII y eran campesinos”. “En cada asentamiento se construía según el territorio, pues aquí pasó lo mismo. Aprovecharon las cuevas para construir”, manifiesta, y sostiene que “realmente solo había que hacer algunos cerramientos”, ya que el resto de la construcción lo proporcionaba la montaña.
Los Quintero
Así, se estableció una pequeña aldea, habitada por “los Quintero”, como indica Pepe Blasi, que daban nombre a la pequeña localidad. “Era gente muy pobre en una zona muy pobre y montañosa”, aclara, y manifiesta que “se establecieron en este sitio, donde hicieron sus moradas de forma muy económica”. Así, indica que “les llamaban ‘los Quintero’ porque ellos no eran dueños de la tierra, sino que trabajaban la de otros. A ellos les pagaban una cantidad por el producto que sacan”.

De este modo, el interior de las pequeñas viviendas se dividía en varias partes. “Al entrar hay un espacio grande, que era el hogar donde estaba la cocina, también había chimenea con la lumbre, y al fondo, ya metido en lo que es la montaña, un corral para los animales de ganado que tuviesen”. Además, también había en la zona de arriba un espacio que utilizaban a modo de despensa “para almacenar el trigo y la cebada, así como la comida de los animales, entre otros”. Una comunidad, que a pesar de su austeridad, “tenía un horno comunitario”, como indica Blasi, que señala que este espacio estuvo habitando “hasta los años 70”.
Un viaje en el tiempo sin salir de la provincia de Albacete
Sin duda, las Cuevas de las Quinterías es un ejemplo perfecto de esos parajes que parece que te transportan en el tiempo gracias a su conservación, gracias a la montaña que protege las cuevas. “Tienen mucho valor patrimonial y etnográfico”, indica Pepe, que señala que “a través de ellas se puede ver cómo vivía la gente en aquella época incluso hacer una pequeña reconstrucción de ello”. En la misma línea, señala que también cuentan con “un valor arquitectónico importante porque es una forma de construir muy peculiar”.

Así, las Cuevas de las Quinterías son un lugar “lo suficientemente importante, peculiar, genuino y singular, para que sea un sitio tratado con mucho respeto”, asegura, y manifiesta que “la gente suele ser respetuosa”. Del mismo modo, destaca que “las cuevas tienen dueño, aunque quizá no existan papeles en el Registro de la Propiedad pero había una sucesión de familias que las han ido transmitiendo de unos a otros, por lo que son de propiedad privada”, y que además forma parte de la memoria colectiva de un municipio completo.
“Lo único que sobraba allí era miseria, y lo que faltaban eran oportunidades”
Del mismo modo, como señala Blasi, las Cuevas de las Quinterías están protegidas e incluidas bajo “la Carta Arqueológica de Nerpio”, que señala que “se está trabajando para conseguir que este espacio tan singular sea declarado Bien de Interés Cultural”.
Blasi confiesa que “las veces que voy contengo hasta la respiración para no contaminar el espacio, hay un silencio tan profundo que se escucha”, y es que llegar a las Cuevas de las Quinterías se siente como un viaje en el tiempo. Y es que, viajar hasta aquí, también es regresar al pasado y a los ancestros de este pueblo de Albacete. “Me emociona porque es un momento de encuentro con tus orígenes”, indica Pepe, que señala que “además aquellos tiempos debieron ser durísimos porque hay que tener en cuenta que Nerpio se despobló porque lo único que sobraba allí era miseria y hambre, y lo que faltaban eran muchas oportunidades”.

El silencio escucha en las Cuevas de las Quinterías, que alguna vez estuvieron llenas de ruido de las faenas diarias, las risas de los niños y el sonido de los animales. Un paraje donde parece que el tiempo no ha pasado y que todo sigue intacto. Un espacio que forma parte de la historia colectiva y de la identidad de un municipio que debe ser respetado y protegido.

