Jesús Díez, el artista de Albacete que triunfa en Europa y en Japón: «Hay cosas que no llegas ni a soñar»

El compositor y fotógrafo albaceteño, afincado en Londres, acaba de inaugurar una exposición en Yamagata

Jesús Díez, natural de Albacete, es una de esas personas que parecen vivir varias vidas al mismo tiempo. Compositor, guitarrista, productor, fotógrafo y profesional del mundo del videojuego, lleva años combinando la creatividad musical con la mirada artística tras la cámara. 

Actualmente reside en Londres, pero su última exposición fotográfica le ha llevado a Japón, país que considera su segunda casa. Allí acaba de inaugurar Cruce de Caminos: Albacete y Japón, una muestra que une las tradiciones, emociones y paisajes de dos lugares que, a primera vista, parecen opuestos, pero que en su obra encuentran un buen equilibrio.

El albaceteño en Tokyo / Foto: cedida

De Albacete al metal sinfónico

Su historia artística comenzó en la adolescencia, cuando descubrió la música como un modo de dar sentido a la vida. «Escuchando otros artistas hay algo que resuena, y de repente notas que tú también quieres crear algo, algo que te exprese y que llegue a ser inmortal», recuerda.

Esa pulsión creativa le llevó a formar en 2005, junto a la vocalista Itea Benedicto, la banda de metal sinfónico Níobeth, un proyecto que alcanzó notoriedad dentro y fuera de España. Con ellos publicó dos álbumes –The Shining Harmony of Universe (2008) y Silvery Moonbeams (2011)- que sonaron en Europa y Japón, acompañados de videoclips y giras por algunos de los festivales de rock y metal más importantes del país, como Leyendas del Rock o Viña Rock.

«Fue una época muy bonita. Empezamos desde cero, sin apenas información ni recursos, y fuimos aprendiendo a base de inventar. Todo ese proceso de exploración fue muy enriquecedor», cuenta el albaceteño. 

Los años con Níobeth no solo le dejaron experiencias inolvidables -como su concierto sinfónico con coro en el Teatro Circo de Albacete o una gira junto a la banda noruega Sirenia-, sino también la certeza de que el arte tiene un impacto profundo. «Recuerdo el comentario de un chico de Brasil que decía que una de nuestras canciones le había salvado la vida. Al final, el arte tiene un poder inmenso y es bueno recordarlo», señala.

La belleza de lo efímero

Tras la disolución del grupo en 2011, Díez continuó su camino en solitario. En 2016 lanzó Mono no Aware, un álbum donde fusiona el metal sinfónico con instrumentos tradicionales japoneses como el koto, el shamisen o el taiko, buscando capturar esa estética nipona que encuentra belleza en lo pasajero. «Más que un nuevo comienzo, fue una continuación. No me rindo fácilmente, y la música es algo a lo que he entregado mi vida», dice.

En el Teatro Circo tras la grabación del videoclip de ‘Mono no Aware’ / Foto: cedida

El disco fue acompañado de videoclips rodados en Kioto y Albacete, como el de la canción homónima, y más tarde del tema instrumental «Solitude», que reafirma su interés por la introspección y el equilibrio entre culturas.

De la música a la fotografía

Su inquietud creativa se extendió también a la fotografía, una pasión que, según cuenta, heredó de su madre. «Ella tenía una cámara cuando casi nadie tenía una, y quizá me vino de ahí. La fotografía me permite inmortalizar momentos. Todo pasa, y quizá con la cámara puedes atrapar un fragmento del tiempo», explica.

Desde su primera exposición, Visiones de Japón (Toledo, 2019), sus imágenes han recorrido galerías y espacios públicos en España y Reino Unido. En 2022 ganó el Great Exposure Photography Award del Reino Unido, lo que llevó una de sus obras al Aeropuerto de Heathrow, donde sigue expuesta.

Exposición de Japón / Foto: cedida

Su nueva muestra, Cruce de Caminos: Albacete y Japón, inaugurada en la ciudad japonesa de Yamagata, establece un puente emocional entre su tierra natal y su país de inspiración. En ella se contraponen escenas tradicionales de ambos lugares, como trajes, festivales, templos y rincones cotidianos.

«Albacete está muy infravalorada. Cuando paso por el templete de los Jardinillos pienso que, si estuviera en Barcelona, estaría lleno de turistas. Me hacía mucha ilusión traer un trozo de Albacete hasta Japón», indica. 

La exposición, cuenta Díez, está despertando gran interés entre los visitantes japoneses: «He dejado un libro para que el público escriba sus impresiones. Es precioso ver cómo conectan con un lugar tan distinto al suyo».

Un creador polifacético

Además de su faceta artística, Jesús Díez ha trabajado durante años en el mundo de los videojuegos. Su trayectoria lo llevó de una empresa londinense a las gigantes Square Enix -responsable de sagas como Final Fantasy o Kingdom Hearts- y posteriormente a Nintendo, donde fue productor de audio durante cinco años.

 «Nunca lo planeé. De repente me vi trabajando en Nintendo, en un estudio de doblaje, con actores de voz, y pensé: ¿cómo he llegado hasta aquí? Fue un sueño hecho realidad», destaca.

Su último día antes de dejar Nintendo / Foto: cedida

Presente y futuro

Desde Londres, Díez sigue equilibrando música, fotografía y proyectos audiovisuales. Tras la exposición japonesa, prepara otra para 2027 en Albacete y trabaja en un nuevo álbum en el que espera tocar él mismo los instrumentos tradicionales japoneses que ahora está aprendiendo: el shamisen y el taiko.

«Supongo que no sé estarme quieto. Tengo ese impulso creativo y esa curiosidad. Mientras la energía y el tiempo me lo permitan, seguiré explorando todas las facetas que me apasionan», concluye.

La obra de Jesús Díez es, en definitiva, un puente entre mundos. Entre Albacete y Kioto, entre el metal sinfónico y la música ancestral, entre la fugacidad de la imagen y la eternidad del sonido. Su mirada es la de alguien que ha aprendido a contemplar la belleza en lo efímero, y que sigue creando para que esa belleza no se pierda del todo.

María López

Nacida en Albacete (1996). Graduada en Periodismo por la Universidad de Castilla-La Mancha. He pasado por Cadena SER, Castilla-La Mancha Media y El Español.
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