Hace un año la DANA golpeó con fuerza el corazón de la provincia de Albacete dejando tras de sí un paisaje desolador, incertidumbre y dolor. La localidad de Letur fue testigo de escenas que un año después, aún tienen muy presentes sus vecinos.


Calles, viviendas y establecimientos completamente arrasadas, edificios colapsados, vecinos consternados y vidas que sesgó el agua en este pueblo de la provincia de Albacete. Hoy doce meses después las imágenes del fango y el material de arrastre ha dejado paso a la maquinaria que trabaja en la reconstrucción de las zonas de Letur más afectadas por la riada.


El agua irrumpía con fuerza en la localidad de Letur el 29 de octubre de 2024, recordando los vecinos de esta localidad de la Sierra del Segura que fue como “un tsunami”. Y es que, el ruido y la violencia del agua arrasando con todo a su paso es algo que no podrán olvidar los vecinos de Letur.


En cuestión de minutos el caudal de la rambla de Letur se multiplicaba, buscando una salida el agua que llegaba con una descomunal fuerza hasta el corazón de este pueblo de la provincia de Albacete. A su paso arrastraba árboles, vehículos y provocaba el derrumbe total o parcial de diversas viviendas. Aún si reponerse de esta primera riada, cuando caía la noche, el agua volvía a hacer acto de presencia en Letur, ahondando en la herida ya causada por el agua y provocando daños y pérdidas irreparables.


Una noche sin dormir en la que el colegio de la localidad se convirtió en un albergue provisional para alojar a quienes lo habían perdido todo o quienes por el daño que había causado el agua tenían imposible regresar a sus hogares. Pero además, comenzaban a echar en falta a seis vecinos que permanecían en paradero desconocido tras la riada.


A la mañana siguiente amanecía en Letur entre la niebla y el barro, pudiendo ver a plena luz del día la inmensa cicatriz que había dejado el agua en esta bella localidad de la provincia de Albacete. Agua que también anegaba los ojos de los vecinos del pueblo, quienes se echaban las manos al rostro incrédulos de la desoladora estampa que veían.


Casas derruidas, calles impracticables y toneladas de material de arrastre cambiaron en tan solo un instante la orografía de Letur y de su entorno natural. Desde el primer momento se instaló el Puesto de Mando Avanzado en el colegio de la localidad, punto clave en la atención de esta emergencia. Aulas en las que los niños dejaban paso a los servicios que coordinaron la emergencia con el objetivo de localizar a los vecinos desaparecidos, pero también para rescatar a quienes todavía seguían atrapados en sus viviendas situadas en el casco histórico del municipio.


Todos a una, así trabajaron en Letur durante intensas jornadas equipos de emergencia, voluntarios y vecinos. Las muestras de solidaridad llegaban hasta este punto de la Sierra del Segura llegada desde lo más recóndito de la geografía provincial, regional y nacional. Los vecinos, codo con codo se volcaron en ayudar en las labores de limpieza, pero también en acercar comida a quienes día tras día trabajaban en las labores de localización de los vecinos que permanecían en paradero desconocido. Finalmente, y tras varios días de búsqueda, las autoridades confirmaban el hallazgo de los cuerpos sin vida de estos seis vecinos de Letur.


Ahora, un año después de la riada que cambió para siempre el latido del corazón de Letur, el panorama ha cambiado, pero el recuerdo de sus seis vecinos sigue presente. La maquinaria trabaja sin descanso para tratar de devolver esta localidad a la normalidad, reparando palmo a palmo la cicatriz que abrió el agua en Letur.


Donde hace un año había barro, escombros y material de arrastre, ahora comienzan a vislumbrarse calles y maquinaria que día a día trabaja en la reconstrucción de este pueblo albaceteño. Una turística localidad que atrae año tras año a numerosos visitantes por su riqueza histórica y patrimonial, pero también por su especial oferta cultural como el festival de música Leturalma, impulsado por la cantante Rozalén.


Un año después Letur recuerda lo ocurrido, con el corazón atravesado por una profunda cicatriz, pero con la mirada puesta en el futuro y en la recuperación de la localidad. Un pueblo de Albacete que 12 meses después de la tragedia no quiere caer en el olvido.
























