A quién corresponda:
Escribo para denunciar la actuación de la pediatra N., con la que tuvimos la desgracia de topar la tarde del lunes en Urgencias del Hospital General Universitario de Albacete.
Llegamos tras un mes de diarreas, más de un kilo de pérdida de peso en una niña pequeña, avisos reiterados de la maestra de la guardería y un calvario de consultas sin respuestas. Entramos pidiendo algo tan básico como pruebas mínimas para una menor que exigía atención médica.
La médica residente P. nos atendió con profesionalidad y empatía. Nos indicó esperar a la especialista para realizar las pruebas oportunas. Hasta ahí, todo correcto. Pero al presentarse la especialista, su primera reacción no fue escuchar ni explorar: fue reñir y humillar a la madre por haber acudido a Urgencias, «esto no es de Urgencias» dijo, negándose incluso a solicitar una simple analítica de sangre. ¿Usted se cree señora doctora que no tengo nada mejor que hacer que pasar la tarde en Urgencias?. Finalmente sí la exploró, pero nada de pruebas, solo cuando estuviera peor. ¿peor que un mes con diarreas y vómitos continuos?¿con pérdida de peso que hasta se le ven las costillas?…
Hablan de “humanización” desde la Gerencia de Atención Integrada de Albacete. Humanizar no es poner dibujos en las puertas ni globos por Halloween. Humanizar es mirar a los ojos a una madre angustiada, entender que su hija ha dejado de ser la niña alegre que era, que pierde peso y padece diarreas severas, y actuar en consecuencia. Humanizar no es hacer sentir a una madre como si estorbara por pedir que exploren a su hija y le hagan pruebas.
¿Que “hay que ir al centro de salud y pedir cita con su pediatra”? ¿De cuál habla? En casi dos años, mi hija no ha tenido el mismo pediatra dos veces. La última “pediatra” que la vio era oftalmóloga y buscó en Google, delante de mí, qué era la disquecia. Esto no es un malentendido: es una falta de respeto y de rigor.
Con profesionales como usted, la sanidad no necesita detractores. En Albacete hay médicos excelentes y personas de enorme calidad humana. Usted no está entre ellos. Su actuación, en mi opinión, fue despectiva, negligente en lo básico y contraria a cualquier protocolo de buena práctica.
Este martes he vuelto a Urgencias, esta vez a un centro privado. Solo la idea de coincidir de nuevo con usted bastaba para apartarme de la sanidad pública ese día.
Mi deseo es simple y duro: que si algún día necesita atención urgente, se encuentre con un sanitario exactamente como usted, que le reciba con la misma soberbia, le niegue lo elemental y le devuelva a casa con más impotencia que alivio. Ni más, ni menos.
LL.G.
