LA REVOLERA | Sálvese quien pueda (también en el periodismo)

Artículo de opinión de Ángel Calamardo

Leo con atención una entrevista publicada hace unos días en El País, firmada por Luz Sánchez-Mellado, a David Jiménez, periodista, exdirector de El Mundo, cargo que ocupó durante un año hasta su despido en 2016. El titular es tan directo como inquietante: “El periodismo está hoy más corrompido que la política”.

Jiménez, autor del exitoso libro El Director, relata en sus páginas “las presiones que sufría y los enjuagues que presenciaba en su periódico”. Hoy se ha reconvertido en youtuber y productor audiovisual, pero mantiene intacta la mirada crítica que le llevó a escribir aquella obra que levantó tantas ampollas en las redacciones.

Tanto lo que contó entonces como lo que dice ahora merece atención, al menos como ejercicio de reflexión sobre el tiempo que nos ha tocado vivir. No solo en la política -que ya es decir-, también en el periodismo. ¿Es todo tan oscuro como parece? Probablemente no. Generalizar siempre es injusto. Pero también es cierto que cada día cuesta más distinguir la información del interés, la noticia del negocio.

La evidencia está ahí: basta rascar un poco para ver que casi todo está impregnado de intereses económicos y políticos. La crisis de los medios tradicionales, unida a la lucha por la supervivencia en un mercado cada vez más voraz, ha empujado a muchos grupos de comunicación a cambiar de estrategia y a arrimar el ascua al mejor postor.

A lo largo de este artículo aparecerán ejemplos que reflejan lo que se comenta en la calle y se escucha, con demasiada frecuencia, en las conversaciones de café: que el periodismo -este oficio que debía servir a la verdad- anda hoy atrapado entre la precariedad, la propaganda y el poder.

Hace poco, el corresponsal de ABC, David Alandete, fue duramente atacado -por políticos, medios y colegas- solo por preguntar a Trump sobre su posición respecto a España. Y eso revela un mal mayor: preguntar se ha vuelto casi un acto de riesgo.

Hoy, cuando las ruedas de prensa se reducen a cortes de voz prefabricados por los gabinetes de comunicación, y cuando la dureza de las preguntas depende del partido al que se dirijan, conviene recordar que interrogar al poder es la esencia del periodismo. Preguntar no debería ser motivo de censura, sino un deber profesional. 

El problema es que muchos optan por el silencio, por miedo al despido o al juicio de los despachos. Mientras tanto, quienes vigilan, juzgan o manipulan el trabajo periodístico, a menudo no tienen el mismo oficio que quienes saben qué hay que preguntar y cuándo hacerlo.

Los gabinetes de prensa se han convertido en refugio y alternativa: se cobra mejor y el riesgo es menor. Es legítimo, cada cual elige su camino, pero no deja de ser paradójico que tantos periodistas acaben sirviendo al poder que antes debían fiscalizar.

Entre el carné de la independencia y la pegatina partidista hay solo un paso, y en ese tránsito el periodismo pierde su razón de ser: contar la verdad, sin miedo y sin dueño.

Me sorprende que desde ciertos medios de izquierda se dediquen horas y monográficos a criticar a la Junta de Andalucía por el asunto de los cribados de cáncer de mama. No digo que no sea noticia, no digo que no sea un problema, pero convertirlo en el único tema del día roza la manipulación.

Quizá influya que las encuestas sitúan a Moreno Bonilla rozando la mayoría absoluta, y eso, al parecer, hay que combatirlo. Lo curioso es que en esos mismos medios no exista espacio para el líder del PP en Castilla-La Mancha ni para algunos diputados regionales que cumplen bien su labor. Tampoco se da voz al presidente Page, pese a ser socialista, cuando sus declaraciones afectan al ámbito nacional. 

Y mientras tanto, casi a diario, un alcalde popular de la Región se convierte en diana mediática, con declaraciones enlatadas de la oposición reproducidas de principio a fin, con críticas -a veces- insolentes y con un objetivo claro: denigrar a una persona en concreto, con nombres y apellidos, a la que se menciona reiteradamente. Si exceptuamos la derecha mediática a nivel nacional, en el plano regional y local, medios de esta rama política se parecen más a medios oficialistas, un político me dijo un día que se parecen a RNE.

Todas esas triquiñuelas no sirven para nada. Se termina perdiendo las elecciones, incluso gastando lo que no está en los escritos. En esta Región hay casos muy significativos. La hipérbole informativa, no es rentable, más bien, causa el efecto contrario. 

Hace unos años, en una redacción regional, se vivió un episodio que reflejaba con nitidez cómo se cruzan el periodismo y el poder. Una noticia comprometida para el partido gobernante -a raíz de una agresión que afectaba a uno de sus miembros- provocó una llamada desde la central. El mensaje era claro: no soltar el asunto, mantenerlo en el foco.

El equipo local decidió lo contrario. Se valoró la relevancia informativa, se midió el contexto y se optó por pasar página. Se hizo lo contrario de lo que se ordenaba. No por miedo, ni por conveniencia, sino por sentido profesional: el periodismo no puede convertirse en una herramienta de presión política.

Curiosamente, quien entonces impartía aquella instrucción fue recompensado tiempo después. Hoy, se muestra con frecuencia en tertulias y espacios mediáticos, defendiendo con firmeza una posición alineada con intereses muy concretos. Es probable que desviarse de ese guion le resultara poco rentable.

El partido que, en teoría, debía ser “incomodado” ha seguido ganando elecciones con mayor apoyo cada vez. Una lección más de que la manipulación informativa, además de impropia, suele ser inútil.

Podría ponerle nombres, fechas a todo lo anterior, pero no es necesario, es tan solo un ejemplo de lo que puede pasar y pasa. También sucede, que, en ocasiones, con no hacer caso, jugándotela siempre, puedes desoír la petición formal de “no soltar un determinado hueso.

Ante el ultimátum de JUNTS, todos esperaremos hasta mañana lunes la decisión de Puigdemont. Dicen que no se descarta la moción de censura. No me gusta nada, en absoluto, que el Gobierno de mi País dependa de la decisión de un señor huido de la justicia. 

Más periodismo, si se le quiere llamar así, aunque esto es otra cosa: Silvia Intxaurrondo demanda a RTVE por sus nuevas condiciones laborales: “exige los más de 269.000 € de su contrato anterior”. (El Mundo) . Si no recuerdo mal estaba en más de medio millón de euros. Se entiende todo.

“El periodismo es una maravillosa escuela de vida” (Alejo Carpentier)

Ángel Calamardo

X: @AFCalamardo

Ángel Calamardo

Ángel Calamardo Zapata, periodista, natural de Albacete. Comenzó su actividad periodística en Radio Albacete-SER como redactor. Posteriormente fue nombrado Jefe de Informativos. En Radio Extremadura de la cadena SER fue subdirector regional y jefe de programas durante un año. En 1989 fue nombrado director del Centro Territorial de TVE en Castilla-La Mancha. En 1991 y durante dos años se ocupó de la dirección de Radio Nacional de España en Albacete. En 1993 fue nombrado director de Antena 3 de radio, pasando posteriormente a desempeñar la dirección de Radio Albacete-SER y Localia Televisión. En febrero de 2010 fue nombrado Director Regional de la Cadena SER en Murcia. En mayo de 2012 se hizo cargo de la Dirección Regional de la SER en Castilla-La Mancha.
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