Cada vez más jóvenes trabajadores deciden mudarse fuera de Madrid por los altos precios del alquiler y el coste de vida. Con la mejora de las conexiones ferroviarias y el auge del teletrabajo, ciudades como Albacete se están convirtiendo en un refugio para quienes buscan calidad de vida sin renunciar a su empleo. Lo que antes era una elección -irse a las afueras para ganar espacio o tranquilidad-, ahora es una necesidad. La periferia ya no son solo los municipios limítrofes de la capital, sino otras provincias enteras, a varias horas de distancia.
Lejos de ser una decisión basada en el estilo de vida, muchas veces se trata de una apuesta forzada por el contexto económico. Vivir en zonas céntricas de Madrid es ya un privilegio. Según datos del portal inmobiliario Idealista, correspondientes al mes de septiembre, el metro cuadrado para alquilar una vivienda en la capital cuesta 22,7 euros, mientras que en Albacete se sitúa en 8,5 euros. Esto implica que un piso de 70 metros cuadrados puede alcanzar los 1.600 euros mensuales en Madrid, frente a unos 600 euros en la ciudad manchega.
«Madrid es divertida, pero también se sufre»
Uno de los jóvenes que ha optado por cambiar de ciudad es Adrián, natural de Tomelloso (Ciudad Real), que tras casi una década viviendo en Madrid, se ha instalado en Albacete, donde reside su pareja. A pesar de que su trabajo en el sector financiero sigue estando en la capital, ha apostado por una vida diferente. Viaja tres veces por semana en AVE a Madrid y teletrabaja los otros dos días desde su nueva ciudad.
El joven llegó a Madrid a los 18 años para estudiar Economía en la Universidad Autónoma. Vivió allí durante casi 12 años, aunque con algunas pausas por estudios de máster y a causa de la pandemia. «Madrid es una ciudad muy divertida para disfrutarla, pero en el día a día se sufre porque hay atascos, prisas, agobios… y yo no veía mi vida ahí para siempre», explica.
La relación con su pareja albaceteña le hizo visitar Albacete con frecuencia. «Me empezó a gustar mucho. Es pequeña, pero tiene de todo. Muy cómoda para vivir, sin atascos, sin prisas y mucho más barata», cuenta. Con el tiempo, se convirtió en un albaceteño adoptivo, y finalmente tomó la decisión de mudarse.
El cambio de vida
El contraste entre lo que pagaba en Madrid y lo que tiene ahora es enorme. «Allí vivía en un piso bastante pequeño y pagaba unos 1.000 euros al mes. Ahora, en Albacete, vivo en un piso amplio, de tres habitaciones, mucho más cómodo, y no pagamos alquiler porque es de la familia de mi pareja», relata.
Incluso sin alquiler, vivir en Albacete tiene un coste: el tren. Adrián coge el AVE tres veces por semana, saliendo de la estación a las 6:45 de la mañana y regresando a las 22:00 horas. Cada billete le sale a unos 8,60 euros, ya que los compra con antelación gracias al abono de Renfe, y calcula que gasta unos 200 euros al mes en transporte. «Si no existieran las bonificaciones, esta vida no sería sostenible. Para mí ha sido una elección, pero hay gente que se ve obligada», señala.
Una jornada maratoniana
Un día cualquiera empieza pronto, a las 5:45. «Dejo todo preparado la noche anterior, me ducho, cojo el coche, aparco en la estación y subo al AVE. A las 8:20 ya estoy en Madrid. Allí tengo una moto para moverme desde Chamartín y llego al trabajo. Salgo sobre las 19:00 y cojo el tren de las 20:00. A las 22:00 estoy en casa», resume.
Aunque reconoce que los lunes, miércoles y jueves son duros, la organización es clave. «Hay que ser muy disciplinado. Esta vida requiere anticiparse a todo. Si te olvidas algo en casa ya no lo puedes recuperar hasta por la noche», añade. «Al principio me costó, pero ahora me cuesta mucho menos de lo que esperaba. Hay gente que se levanta igual de pronto para hacer ejercicio o ir a trabajar dentro de Madrid. Todo es cuestión de adaptarse».
¿Merece la pena?
Para Adrián, el balance es positivo. «Hay gente que vive a las afueras de Madrid y tarda lo mismo que yo en llegar a la oficina. Además, aquí tengo calidad de vida, tranquilidad, mejores precios, y puedo disfrutar de los fines de semana y las vacaciones sin estrés», destaca.
Echa en falta poco de la capital. «Albacete está bien conectada, se puede ir andando o en coche a todas partes sin problemas de tráfico ni aparcamiento. Madrid está muy bien para visitar, pero no para vivir toda la vida», subraya. El nivel de precios también marca la diferencia. «Madrid es caro en todo, vivienda, ocio, restauración… tiene un sobreprecio increíble. En Albacete todo es más razonable, más humano».
Una tendencia que va a más
Cada vez más viajeros como él cogen el tren de la mañana. «El primer AVE que va de Alicante a Madrid va lleno cada día. Hay más gente que elige este estilo de vida o que no tiene otra opción», indica. Adrián conoce a varias personas de Albacete que hacen el mismo trayecto.
Aunque ha hecho este cambio por decisión propia, sabe que para muchos jóvenes no es una elección, sino la única salida posible. «Antes se hablaba de vivir en las afueras, pero la periferia se ha alargado hasta conquistar otras provincias. La gente se va por necesidad, no por capricho», dice.
Además, recuerda cómo ha cambiado el panorama desde que llegó a Madrid. «Cuando empecé a estudiar, vivía en una residencia pública donde pagaba unos 550 euros con pensión completa. Después, en mi primer piso compartido, pagaba 250 por una habitación. Hoy una habitación no baja de 500 o 550 euros en muchas zonas céntricas». Y aunque gasta más en transporte que antes, el ahorro en vivienda es considerable: «Entre alquiler, gastos y vida en general, ahorro unos 500 o 600 euros al mes».
Un problema de fondo
La raíz de todo, afirma Adrián, está en la vivienda: «Es un problema gravísimo. Es una necesidad básica, pero la mayoría tiene dificultades para acceder a ella. Y muchos están renunciando a cosas que no deberían solo para poder vivir. Yo he elegido esto, pero hay gente que no tiene opción».
Las ayudas al transporte, cree, han sido clave. Pero también reconoce que son un parche temporal a un problema estructural. «Muchos trabajadores tendrían que dejar trabajos que les gustan si no existieran esas bonificaciones. Yo al menos tengo esa posibilidad, pero otros no».
¿Qué le diría a un joven que duda?
A aquellos jóvenes que están dudando entre quedarse en su ciudad o irse a Madrid, Adrián les anima a analizarlo con perspectiva. «Si tienes un buen trabajo en Madrid y te gusta tu ciudad, se puede compatibilizar. Requiere organización, pero se puede hacer. Yo no he renunciado a mi carrera profesional y ahora tengo más calidad de vida», señala.
Y, mirando al futuro, lo tiene claro: «Cada vez más jóvenes harán lo mismo. Habrá un efecto llamada, y también gente que lo haga por obligación. Esta situación va a ir a más claramente».
Mientras Madrid sigue elevando sus precios hasta alturas inalcanzables, ciudades como Albacete se alzan como alternativa real para una generación que se niega a elegir entre calidad de vida y desarrollo profesional. Lo que antes parecía un sacrificio, hoy empieza a verse como una elección inteligente. Porque quizá no se trata de renunciar a Madrid, sino de empezar a vivir fuera de ella.

