La vida de Leoinel Hernández, un hombre de 39 años que llegó a Sonseca (Toledo, Castilla-La Mancha) desde Cuba en diciembre de 2024 junto a sus padres, es una historia de transformación radical.
A su llegada a España, Leionel dependía de una silla de ruedas para moverse; hoy, ya puede caminar solo, ha montado a caballo y disfruta de una vida más activa y autónoma. Su increíble progreso es el reflejo del éxito del prototipo ‘Apoyos Autodirigidos’, un innovador proyecto de Plena inclusión que sitúa a la persona con discapacidad intelectual como protagonista de todas las decisiones sobre su propia vida.

Este proyecto de innovación social, inspirado en otros sistemas de apoyo como el de Escocia, busca transformar el actual modelo de cuidados de larga duración. Su objetivo es mejorar la atención a personas con discapacidad intelectual y con necesidades de apoyo complejas, mediante experiencias piloto que funcionen como prototipos. Estas experiencias permitirán probar nuevas estrategias para afrontar los desafíos del sistema, evaluar su eficacia y medir su impacto, con la intención de aplicar y ampliar las soluciones que demuestren ser efectivas.
Al emigrar desde Cuba, donde residían a pesar de que su madre, Gisela Vega, es española, la situación de Leoinel era de una dependencia casi total. «Mi hijo nació con esa discapacidad, él no tenía movilidad, casi no apoyaba ni los pies», relata su madre.
El desarraigo y la falta de recursos colocaron a la familia en una situación de extrema vulnerabilidad. Fue entonces cuando entraron en el proyecto piloto de ‘Apoyos Autodirigidos’, un modelo que rompe con la rigidez de los servicios de atención tradicionales.

“Yo soy el protagonista”
«¿Quién es el protagonista?”. “¡Yo!», afirma Leoinel con una sonrisa en el vídeo que documenta su caso. El proyecto de Apoyos Autodirigidos se basa en la idea de que la persona con discapacidad debe tener el control sobre los servicios y apoyos que recibe», explica Noelia Aguirre, de Plena inclusión Castilla-La Mancha.
«Las personas diseñan planes personalizados que incluyen actividades formativas, de ocio o terapias, rompiendo con la rigidez de los servicios tradicionales», afirma.
En lugar de asignarle una plaza en un centro, el programa trabajó directamente con Leoinel para crear un Plan Personal basado en sus propios deseos y metas. Sus objetivos eran claros: quería volver a caminar, hacer cosas por sí mismo para mejorar su autonomía, conocer sitios nuevos, hacer amigos y disfrutar del contacto con animales. Con un presupuesto asignado y el acompañamiento de una gestora de apoyos y una asistente personal, Noelia Aguirra y Andrea Lozano, respectivamente, su plan se puso en marcha con una combinación de terapias y actividades elegidas por él, que incluían sesiones semanales de fisioterapia, natación terapéutica y clases de equinoterapia.

Los resultados han superado todas las expectativas. El logro más visible es físico: «Camino solo», celebra Leoinel en su informe de logros. Su madre, emocionada, confirma el avance: «Ya camina. Creo que ya vamos con más alegría… Han sido muchos, muchos cambios y todo a favor para él y la familia».
El impacto emocional que ha tenido este pilotaje ha sido verdaderamente profundo. Su asistente personal, Andrea Lozano, recuerda cómo lo conoció: «Se le notaba un chico muy decaído, que casi no hablaba, y la cara se le veía triste. Ahora, por todas las actividades que se están realizando, pues tiene una motivación».
Como resultado del cambio de paradigma impulsado en las últimas dos décadas -basado en la evidencia científica de que las personas pueden desarrollarse si reciben los apoyos adecuados- y del progreso en materia de derechos, nos encontramos ante un momento clave para nuestro sistema. Es necesario generar las condiciones que permitan a las personas con discapacidad intelectual disponer de opciones de vida y apoyos adaptados a sus objetivos y aspiraciones.
“Un pilotaje necesario, imprescindible y fundamental”
Este cambio es el resultado de un modelo que, según Gloria Martín, trabajadora social del Ayuntamiento de Sonseca, es fundamental. «Esto sería imposible hacerlo sin la ayuda de esta ONG, de Plena inclusión», afirma. «Se va a demostrar con el resultado de este programa que este tipo de pilotajes son necesarios, imprescindibles y fundamentales para el desarrollo de una vida algo más autónoma y menos dependiente».
La historia de Leoinel Hernández no es solo un ejemplo de superación personal, sino la prueba de que un cambio en el modelo de cuidados es posible y necesario. Al dar a las personas el poder de decidir sobre sus vidas, se liberan potenciales que mejoran no solo su realidad, sino la de toda su familia y la comunidad en la que viven.

Este proyecto de Plena inclusión está financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, a través de los programas de interés social con cargo a la asignación tributaria del IRPF, y cuenta con la colaboración de Fundación ONCE.
Plena inclusión Castilla-La Mancha es una de las 10 federaciones de Plena inclusión que ha puesto en marcha este pilotaje, adaptándolo a las necesidades y contextos de la región. La federación castellanomanchega agrupa a 60 asociaciones de familias en la región y representa a más de 8.500 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Cuenta con el trabajo de 2.700 profesionales, 1.000 voluntarios y 240 centros, y trabaja para mejorar la calidad de vida del colectivo, defender sus derechos y promover su plena inclusión en la sociedad.