Un ‘rancho’ de mucha altura: el valor silencioso del personal de hostelería en la Base de Albacete

El Ala 14 de Albacete vuela más alto porque alguien, sin focos y a primera hora, ha encendido los fogones

Para muchos albaceteños que hicieron la mili, hay una imagen que vuelve nítida cuando se habla de cuarteles: la fila ordenada hacia la cantina, el vapor del puchero empañando los cristales en invierno, el “¿repetimos?” dicho a media sonrisa y el metálico tintinear de las bandejas. El “rancho” —más que un plato, un rito compartido— marcaba pausas, reunía a compañeros y, sobre todo, daba energía para continuar el servicio. Aquel gesto cotidiano, casi romántico en la memoria, sigue latiendo hoy en la Base Aérea de Los Llanos de Albacete, donde la hostelería militar ha evolucionado en profesionalidad sin perder su esencia: cuidar de los suyos.

Foto: Ala 14 de Albacete

Por y para sus compañeros de tropa en Albacete

En el Ala 14, ese cuidado tiene nombres y turnos, madrugones y última luz. Detrás de cada jornada de adiestramiento, de cada guardia y de cada vuelo, hay un equipo de hostelería que planifica menús, equilibra nutrientes, atiende alergias y restricciones, vigila temperaturas y tiempos, y garantiza que la comida llegue a tiempo y en condiciones, tanto en el comedor como en puntos de servicio repartidos por la base. Su trabajo sostiene la disponibilidad operativa: una tropa bien alimentada es una tropa más segura, más atenta y más eficaz.

Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, el propio Ala 14 quiso subrayar ese esfuerzo en redes sociales, agradeciendo a todo su personal de hostelería la “dedicación” con la que “alimentan, reconfortan y llenan de energía” a los aviadores que a diario pasan por Los Llanos. El mensaje, sencillo y directo, resume una realidad a veces invisible: la cadena logística que empieza en una lista de la compra y acaba en un plato caliente es también parte de la seguridad y del éxito de cada misión.

El reconocimiento es compartido por el Ejército del Aire y del Espacio, que recuerda en la misma efeméride una idea tan elemental como estratégica: “cuidar lo que nos da fuerza”. No es un eslogan, sino una política: fomentar hábitos nutricionales responsables que mantengan a los hombres y mujeres de la Fuerza listos para proteger y ayudar. Traducido a la trastienda del comedor, significa menús diseñados con criterio, ingredientes de calidad, raciones que respetan el esfuerzo físico y descansos coordinados para que nadie se quede atrás en el relevo.

Foto: Ala 14 de Albacete

Salir de Albacete y montar la cocina en cualquier lugar del mundo

La importancia del equipo de hostelería se hace aún más evidente cuando el Ala 14 sale de su “cocina” natural y toca desplegarse. Allí donde se monta un puesto de mando o un destacamento, llega también la intendencia culinaria: cocinas de campaña, líneas de distribución, control sanitario, hidratación, raciones de emergencia y una logística afinada para abastecer con regularidad. Preparar alimentos en entornos exigentes —clima, horarios, movilidad— requiere la misma precisión que un procedimiento técnico: previsión, redundancias y disciplina. En esos escenarios, el valor del café a deshora o de un plato caliente tras muchas horas no es accesorio; es cohesión y moral.

La profesionalización también se palpa en los detalles. Quienes sirven detrás del mostrador no solo reparten comida: son el primer termómetro del ánimo de la base. Detectan rutinas, necesidades, épocas de mayor esfuerzo y, a menudo, aportan la pausa necesaria para recomponer el día. Su trabajo abraza lo técnico —normas de seguridad alimentaria, controles de calidad, gestión de almacenes— y lo humano: una palabra amable, una ración ajustada al entrenamiento, una alternativa para quien no puede con tal o cual ingrediente.

Foto: Ala 14 de Albacete

El Ala 14 de Albacete vuela alto, también por los que están en los fogones

Para la comunidad de Albacete, que ha visto pasar por la mili a generaciones de vecinos, reconocer esta labor es también reconocerse en una tradición. El “rancho” ya no es el de aquellas cucharas de aluminio, pero persiste el mismo propósito: que nadie haga su servicio en vacío. Hoy, con una aviación moderna y exigente, el plato bien hecho es un eslabón más de la cadena que despega y aterriza cada día en Los Llanos.

Por eso, en jornadas como la de hoy conviene mirar a la cocina y decirlo claro: el Ala 14 vuela más alto porque alguien, sin focos y a primera hora, ha encendido los fogones. Y porque cuidar la alimentación —esa fuerza silenciosa— es cuidar de todos.

Nacho Lopez

Nacido en Albacete. Más de 15 años de experiencia en medios de comunicación en radio, televisión y digital, como Intereconomía radio, Cadena SER, Punto Radio, ABTeVe y VOZ Castilla-La Mancha.
Botón volver arriba