Lo que en su día se presentó como un ambicioso proyecto llamado a revolucionar la oferta comercial y de ocio en Albacete, hoy apenas conserva su esqueleto. El centro comercial Vialia, ubicado dentro de la estación de trenes Albacete-Los Llanos, ha pasado de ser un espacio vibrante con decenas de negocios a convertirse en un lugar prácticamente vacío, visitado casi en exclusiva por quienes cogen un AVE o un tren de media distancia.

En diciembre de 2010, coincidiendo con la inauguración de la línea de alta velocidad Madrid-Levante, abría sus puertas el nuevo complejo ferroviario de la ciudad, con un coste de 48 millones de euros. La estación, la más grande de Castilla-La Mancha, no solo iba a ser un nodo clave de transporte, sino también un punto de encuentro comercial gracias a su integración en la red de centros Vialia de Adif.
Llegó a tener una veintena de negocios
Durante sus primeros años, el centro comercial albergó una veintena de negocios: cafeterías, jugueterías, librerías, tiendas de telefonía, una floristería, una colchonería, una tienda de golosinas, agencias de viaje, un Mercadona e incluso un gimnasio McFit, entre otros. En la planta superior, la oferta se completaba con los cines Yelmo, salas recreativas y cadenas de restauración, entre ellas McDonald’s.

Sin embargo, 15 años después de su inauguración, el panorama es desolador. La mayoría de los locales están cerrados. Solo McFit, McDonald’s -cuyo futuro también es incierto debido a la apertura de otro establecimiento en Albacenter-, una cafetería y la empresa de alquiler de vehículos Enterprise continúan en funcionamiento. La última gran pérdida fue el cierre de los cines Yelmo el pasado mes de septiembre, símbolo del declive progresivo del recinto.


Salió a licitación el pasado año
Adif, propietaria del complejo, ha reconocido en alguna ocasión que el modelo actual «no funciona». Por ello, sacó a licitación en 2024 la gestión integral del centro comercial por algo más de 350.000 euros con carácter de urgencia. El nuevo adjudicatario no solo se encargará del mantenimiento, seguridad y limpieza del espacio, sino también de su explotación comercial. La intención es revivir un centro que ha quedado casi en ruinas funcionales, más allá de su valor como infraestructura ferroviaria.
Hoy, la planta baja alberga, de vez en cuando, alguna exposición fotográfica, pero el bullicio y la oferta de ocio que se prometió han desaparecido. Lo que pretendía ser un polo de atracción para la ciudad, con tiendas y restaurantes, se ha convertido en un lugar de paso, con persianas bajadas, pasillos en silencio y una sensación generalizada de abandono.

A la espera de una posible revitalización por parte de la nueva gestión, Vialia representa hoy uno de esos proyectos que generaron grandes expectativas, pero que, con el paso del tiempo, se han desinflado. En lugar de convertirse en un motor de dinamismo urbano, se ha consolidado como un centro comercial fantasma.




























