Albacete, tierra de contrastes y sorpresas patrimoniales, esconde entre sus sierras, llanuras y pequeños pueblos auténticas joyas históricas y artísticas que a menudo pasan desapercibidas. Más allá de su paisaje natural, la provincia guarda un valioso legado arquitectónico y religioso que merece ser descubierto con calma.
Un buen ejemplo de ello es la Ermita de Nuestra Señora de Belén, en el municipio de Liétor, una construcción del siglo XVI que destaca tanto por su historia como por su singularidad artística. Levantada en 1570 y declarada Bien de Interés Cultural en 1976, esta pequeña iglesia sorprende por la riqueza de su interior, decorado con lo que muchos expertos consideran la mejor colección de pintura popular del siglo XVIII en toda España.
Los murales, realizados entre 1734 y 1735 por un autor anónimo, cubren prácticamente todos los rincones del templo: desde retablos fingidos hasta cortinas, pasando por arquitecturas ilusorias. El estilo, ingenuo y colorista, responde a una estética popular cargada de arcaísmos y pequeñas imperfecciones que, lejos de restarle valor, refuerzan su encanto y autenticidad.
Sus paredes, una galería
Las paredes de la ermita se convierten en una galería viva donde desfilan santos, escenas religiosas, alegorías de la muerte y sentencias morales en forma de versos. A nivel estructural, el templo presenta una planta rectangular sencilla, con arcos diafragma apuntados y techos de madera. El presbiterio y el coro alto, situado a los pies de la nave, están delimitados por balaustradas de madera torneada.
La belleza pintoresca de este espacio no ha pasado del todo desapercibida. Sirvió de inspiración para algunos escenarios de la película Amanece, que no es poco, dirigida por José Luis Cuerda y rodada en diversos enclaves de la Sierra del Segura. Un reconocimiento cinematográfico que refuerza el valor cultural de un lugar que, aún hoy, sigue siendo un secreto bien guardado de la provincia de Albacete