El Cid apaña una feria de transición y en tierra de nadie: el nuevo pliego debe devolver la grandeza a Albacete

El balance de la Feria Taurina de Albacete 2025, por Julio Martínez Romero

La feria taurina de la Virgen de Los Llanos que acaba de echar el telón ha puesto de manifiesto una realidad tan preocupante como evidente: Albacete ha salido del foco mediático y se ha convertido en una feria más en el calendario, sin ninguna repercusión y con nula trascendencia. El nuevo pliego que tiene que redactar el Ayuntamiento para sacar la plaza a concurso debe tener en cuenta la pérdida de peso taurino de la feria albaceteña y tratar de devolverla al sitio que nunca debió perder, la más importante de septiembre y entre las cinco más relevantes del planeta taurino.

Varios factores explican esta circunstancia. La pérdida total de la integridad, la seriedad y el rigor de la plaza, en especial. No hay diferencia ya entre cortar una o dos orejas en Albacete que hacerlo en Murcia, Salamanca, Valladolid, Logroño, Nimes o Guadalajara. Los indultos, los premios sin sentido y la falta de criterio presidencial, tanto en los corrales por la mañana aprobando toros indignos y manoseados como por la tarde en el palco, le han quitado a Albacete su seña de identidad, esa que la convertía en un abono atractivo y diferencial.

Y eso ha hecho que se desplace al farolillo rojo de las ferias de segunda categoría en septiembre. No hace falta escarbar mucho para darse cuenta de que lo que acontece en Valladolid y Salamanca; Logroño o Guadalajara, tiene muchísima más repercusión que lo que pasa en Albacete. Los grandes medios de comunicación generalista no se interesan en absoluto por lo que aquí sucede y la plana mayor de comunicadores taurinos de primera fila no pisan nuestra feria, pero sí acuden al resto. Eso habla también del pírrico peso que los medios y las franquicias nacionales en la tierra conceden a la tauromaquia, con honrosas excepciones como es la de El Digital de Albacete y poco más.

Mientras que en Valladolid, Salamanca o Murcia se suceden las grandes tertulias y los encuentros entre periodistas, toreros y aficionados, en Albacete se ha desplazado el epicentro del toreo a un hotel que está fuera de la ciudad y se ha desvirtuado por completo lo que era la vida taurina de la capital en feria. Qué tiempos aquellos en los que la Cadena SER y la Cadena COPE competían en las ondas con sus grandes comunicadores presentes durante toda la feria en Albacete. Y no solo en la feria sino en el centro de la ciudad. A todas horas había toreros y taurinos paseando por Albacete.

Había tertulias por la mañana y por la noche. Retransmisiones de la corrida en directo por la tarde. La televisión taurina de turno siempre se interesaba por emitir en directo la feria. Las grandes cabeceras en papel enviaban a sus críticos a Albacete para hacer un seguimiento del serial. Todo eso ha desaparecido y es labor del Ayuntamiento, mano a mano con la empresa que se haga con las riendas de la plaza, recuperarlo. Para ello hace falta inversión en publicidad y máxima exigencia en lo taurino. Que los toreros se comprometan con Albacete y que la empresa se vuelque en fomentar y promocionar la feria y la temporada a lo largo del año en la ciudad.

EL CID, TRIUNFADOR

En lo estrictamente taurino, El Cid ha sido el único argumento de una feria muy pobre, condicionada por el escaso juego de los toros y por un escalafón en franca decadencia. El diestro sevillano entró además por la vía de la sustitución.

De igual modo que Manuel Caballero, que cogió el puesto de Morante de La Puebla y dejó una de las actuaciones más macizas del serial en el día de su alternativa. Triunfador en lo numérico con cuatro orejas y dos puertas grandes. La ausencia de Morante también ha sido un impacto negativo en la feria, ya que era el gran reclamo, casi el único, para los aficionados que hacen kilómetros siguiendo al genio. Solo él consigue ya grandes desplazamientos. Eso habla muy mal del estado del actual escalafón, en el que solo Roca Rey es capaz de darle réplica en la taquilla, que es el gran termómetro de la fiesta.

La presencia de matadores como José María Manzanares, Alejandro Talavante, Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera, Daniel Luque, Paco Ureña o Tomás Rufo responden únicamente a cuestiones empresariales. Cambios de cromos. Tienen que estar porque tienen que estar, pero poco o nada tienen que aportar ya. La afición los conoce y el público no hace grandes esfuerzos por ir a verlos, más allá de que, juntos en los carteles, todavía siguen teniendo cierto tirón por aquello del nombre y que Albacete vive del abonado. Por eso se anuncian juntos y no abren esos carteles para que entren nuevos valores que se den a conocer y que sí que hacen que esas corridas tengan un cierto aliciente. No vaya a ser que un joven les pise lo fregado.

Destacar también otros nombres como el de Samuel Navalón, la gran esperanza de la tauromaquia manchega, aunque compartida con Valencia, y que volvió a demostrar en Albacete que tiene unas condiciones arrolladoras. Solo tuvo una tarde en la feria que supo a poco. Debió entrar en una de las dos sustituciones, pero la meritocracia en el toreo son los padres.

El novillero Aarón Palacio ha sido el más destacado de la feria, a la que debe volver el año que viene ya como matador de toros. Juan Ortega es otro torero que no sale perjudicado de Albacete, pese a que no cuajó a un buen toro de Victoriano del Río. Dejó, eso sí, una faena preciosa, llena de detalles, que gustó mucho a la afición.

Roca Rey hizo un esfuerzo para estar en la feria y cumplió su compromiso con gran solvencia, en una de las tardes más rotundas de su temporada. Emilio de Justo volvió a dejar su sello con una faena muy entonada a un toro importante de Jandilla y la terna que hizo frente a la dura corrida de Victorino, Rubén Pinar, David Galván y Ginés Marín, resolvió la papeleta con mucha dignidad.

En el aspecto ganadero hay que destacar dos corridas por encima del resto, las de Daniel Ruiz y La Quinta. La divisa albaceteña lidió un toro excelente, premiado de manera absurda con el indulto. Un gran toro que mereció el honor de la vuelta al ruedo. A otro le dieron también ese premio de la vuelta, de manera igualmente exagerada.

En ese capitulo de premios, otro toro de Santiago Domecq fue arrastrado entre honores y vítores del público. Ninguno de los tres premios estuvo justificado y solo el toro indultado, ‘Diablillo’ de nombre, fue verdaderamente bueno. El hierro de la familia Martinez-Conradi volvió a cumplir en su idilio con Albacete. Lidió hasta cuatro toros de nota que, de haber caído en manos experimentadas, habría propiciado un triunfo rotundo de matadores y ganaderos. Solo El Cid fue capaz de exprimir la calidad de los cárdenos de Santa Coloma y su faena a ‘Hurón’ quedará para siempre en la historia de la plaza. El resto de hierros no cumplieron con la expectativa. A destacar, por cierto, que la única corrida verdaderamente astifina y bien presentada fue la de Victorino Martín. Ese es el otro gran mal que asola la fiesta, el afeitado sistemático de todos o casi todos los toros. Consentido por los palcos, las empresas, los toreros y, lo que es peor, los ganaderos.

En el apartado local, buenas sensaciones, en general. José Fernando Molina, único doblete en la feria, hizo un esfuerzo casi sobrehumano para poder estar en las corridas de Conde de Mayalde y de La Quinta. Una fuerte cornada en la pierna condicionó su feria, aunque no se le notó en exceso. Perdió con la espada dos puertas grandes que le habrían hecho merecedor del premio a triunfador de la feria. Ya hemos citado la gran actuación de Samuel Navalón y la épica de un Rubén Pinar habituado últimamente a tener que navegar con las corridas menos agradecidas. Alejandro Peñaranda hizo lo que pudo con la corrida de La Quinta, un encaste con el que todavía tiene mucho que aprender, aunque demostró que está en ese camino de aprendizaje y que quiere ser torero. Manuel Caballero también ha demostrado que no está aquí por casualidad y que tiene la ilusión de ser un torero de ferias: tuvo dos grandes actuaciones, especialmente en el día de su alternativa. Le funciona la espada y tiene mucha capacidad con los toros. Los dos novilleros albaceteños que hicieron el paseíllo, Alejandro Quesada y el debutante Nicolás Cortijo, poco pudieron enseñar. Quesada fue herido en la pierna a las primeras de cambio y Cortijo se enfrentó a un lote blando y manso que no sirvió para nada.

El conjunto general de la feria es de suspenso, por el pobre juego de lo toros y por la actitud pasiva de la mayor parte de los toreros, que han pasado por Albacete como una escala más en sus temporadas. Deben tomar nota los empresarios si quieren seguir al frente de la plaza. En su descargo, reseñar que las ganaderías que han traído son, a priori, de garantías. Es de reconocer el esfuerzo económico que han llevado a cabo, porque reunir en una misma feria a Victorino Martín, Victoriano del Río, Jandilla, La Quinta, Santiago Domecq, Conde de Mayalde, Daniel Ruiz y Montealto no es fácil. Tampoco es culpa del empresario que esas corridas no embistan. Ni que los toreros pasen de puntillas. Por eso deben cogerles la matrícula y pensar ya, si es que se presentan al concurso y lo ganan, en la feria de 2026. Veremos qué otras empresas deciden concurrir al mismo. Se habla de que los Chopera están interesados. Por el bien de los toros y por el bien de Albacete, esperemos que no sean ellos los elegidos. La labor de Simón Casas y de Manuel Amador ha sido positiva durante estos años. Han conseguido fijar el número de abonados y conseguir buen ambiente en la plaza. En el debe, esa progresiva desconexión de Albacete con el panorama taurino nacional e internacional.

Si hubiera que dar unos premios, me permito el lujo de designar los que, a mi juicio, deberían recogerlos:

Triunfador de la feria: Manuel Caballero

Mejor faena: El Cid, por la realizada al toro ‘Hurón’, de La Quinta, el lunes 15 de septiembre

Mejor novillero: Aarón Palacio

Mejor rejoneador: Diego Ventura
 
Mejor estocada: Ginés Marín, por la ejecutada a su primer toro de Victorino Martín el miércoles 17 de septiembre
 
Mejor picador: Daniel López
 
Mejor brega: José María Arenas
 
Mejor banderillero: Juan Carlos Rey
 
Mejor toro: ‘Diablillo’, de Daniel Ruiz, lidiado por Paco Ureña el sábado 13 de septiembre
 
Mejor ganadería: La Quinta

Julio Martínez Romero

Julio Martínez Romero (1995). Periodista, director de El Toril de Onda Madrid y editorialista en Buenos Días Madrid. Antes, en esta casa, redactor en El Enfoque, junto a Félix Madero. Se inició en Cadena COPE, primero en información local (Albacete), y posteriormente en la redacción nacional, como editor de informativos, colaborador en toros y redactor en programas magazine. Pasó también por la sección de Economía de Servimedia.
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