Diego Ventura conquista Albacete y Sergio Galán pincha una obra maestra con una buena y mutilada corrida de Los Espartales

El portugués corta cuatro orejas y el de Tarancón se deja otro par con el rejón de muerte; Lea Vicens desaprovecha un gran toro

«Me muero contento porque no he pagado un duro a Hacienda y porque ya nunca voy a tener que ver una corrida de rejones», dijo en su lecho de muerte el matador de toros vasco José María Recondo. «Si al menos fueran desnudas», dijo el gran Carlos Pumares en su última entrevista con los genios del Grupo Risa cuando le preguntaron sobre el fútbol femenino. Más allá del gusto y del encaje en los tiempos, se podría hacer una analogía sobre los festejos ecuestres y el aficionado de postín, que hace tiempo que abandonó el arte de Marialva. Lo de reglamentariamente despuntados pasó a mejor vida. Ahora son reses deshechas de tienta, defectuosas y humanizadas. Deberían anunciarlo así en los carteles. Toros de Disney Channel. Mutilados todos. Una ofensa hacia el rey de la fiesta. Tiene su público, numerosísimo. Albacete volvió a llenarse para ver esa maravilla de la creación que son los caballos toreros. Son una raza en sí misma, igual que lo es el toro bravo. Si al menos fueran en puntas…

Porque al destrozar las defensas de los toros en pos del bienestar del caballo se establece un agravio comparativo. Con el caballo sí, pero con el humano, no. Y no es válido ese argumento de que el caballo no está ahí de manera voluntaria. Tampoco lo está el toro, que muere por medias docenas diarias. El toro bravo es intocable. Debería serlo. Por desgracia, poca diferencia queda ya entre el toro de rejones y el de la corrida de a pie, a la que podríamos llamar corrida de puntillas. O de puntitas.

Los caballos de Diego Ventura fluyen sobre el pasodoble como navega un rapero sobre la base. El caballo es una prolongación de su cuerpo. El toreo le brota. No es el gran genio de la pirueta, pero sí del ajuste, de la doma y de la improvisación. El Brad Pitt que sacó para acabar con su primero no tuvo ningún sentido. ‘Brillante’ se llama ese bayo que es prácticamente un potro. El Lamine Yamal del rejoneo. Cortó dos orejas, pero no fue ese Ventura colosal que si apareció en el quinto toro. Un auténtico showman. Con ‘Bronce’ formó la mundial. Después de dejar ese par a dos manos sin cabezada y de liarlo en los medios dándole los pechos al morlaco, de 613 kilos, se lo llevó marcha atrás para sacar al del último tercio, con el que terminó de cumplir la catarsis. Los tendidos, como esos relojes blandos de Dalí. Un deleite. Era de rabo, pero falló con el rejón. Al final, otros dos orejones. Cuatro, en total. El padre Ventura, como loco. El más feliz, Miguel Batista, su banderillero, que se ha escapado de algún equipo de baloncesto. Qué largo es. Y qué lapazos le pegó al toro en uno de esos tiempos muertos.

Sergio Galán sustituyó a Andy Cartagena, que fue la tercera pata de aquel cartel que iluminaba cada feria a principios de este siglo. Joao Moura, Pablo Hermoso de Mendoza y Andy Cartagena. Aquellos caballos que traerían de cabeza a Cruella de Vil. Esa cabriola que le enseñaba a cada uno de sus toreros de cuatro patas. Sergio Galán siempre ha sido un clásico, más en la linea de Bohórquez. De los que torean más que clavan. Esta disciplina del rejoneo ha derivado en una suerte matemática. Más clavas, más vales. Cuanto peor, mejor. Galán es torero para paladearlo. Una doma que no es nada invasiva. Cómo luce con ese ‘Alcotán’ que se suspende sobre el ruedo cuando baila con el toro de salida. Un perla inglés, árabe y lusitano. Más pasaportes que Ronaldinho en la cárcel. Galán lleva dos décadas criando lo mejor que hay en la rama de lo clásico. Es una delicia verlo andar en la montura. Sobre todo enfrente del toro que hizo cuarto, un luchador de sumo de 647 kilos. Le hizo las cosas de maravilla. Con ‘Capote’, un tordo en fase blanca tan flexible como la cola de una lagartija, le fue cambiando el viaje de grupa a espalda de manera magistral. Una exhibición de doma. Emborronó con el rejón de muerte una obra maestra. Con su primero no hubo historia, un toro muy soso que no dio juego alguno.

Lea Vicens hizo aparición en Albacete con ‘Guitarra’ una yegua baya formidable. Un animal como salido de un sueño. Precioso. Lea, además, cae cojonudo a caballo. O en su caso, como se diga. Para las banderillas sacó a ‘Diluvio’, un macho árabe con el rabo empalmado. Pasa una cosa con los árabes de pura raza y es que tienen un juego menos de costillas. Cosas de la genética. Por eso llevan siempre la cola mirando al firmamento. Lo de las costillas flotantes y la dureza no es una cosa, ya ven, únicamente humana. La jinete francesa, bellísima, con dos zafiros deslumbrantes en las orejas y con esa sonrisa que cautiva a los públicos, estuvo magnífica. Muy depurada con respecto a lo que vimos en otras ocasiones en este ruedo. Más carismática. En diálogo constante con el tendido. Dejó un rejón de muerte algo trasero y el toro de Los Espartales no hizo por morirse. Recurrió al descabello para rematar una actuación más que digna. Con el sexto, que fue el mejor toro de la corrida, fue otro cantar. Lo más bello, esas banderillas con los colores de La Puebla del Río. Clavó por clavar y no terminó de aprovechar la boyantía del toro por lucirlo dando vueltas al anillo. Si lo coge Ventura lo manda al campo. La jinete también hizo por sacarse un caballo marcha atrás, pero le puso al bicho la cámara de visión trasera. Con trampas no vale. Lo despenó con medio rejonazo muy trasero. Además, se tiró del caballo sin pedir permiso. Huyó despavorida para evitar la sanción, pero le cogieron la matrícula. Ojalá los AVE funcionasen como un buen delegado gubernativo…

FICHA DEL FESTEJO
Domingo 14 de septiembre de 2025. Albacete. 7ª de la feria de la Virgen de Los Llanos. Lleno. Toros de Los Espartales, de gran tamaño y con los pitones mutilados. Se movieron y dieron juego todos, especialmente el 6º, boyante y codicioso.
Sergio Galán: palmas y ovación tras aviso.
Diego Ventura: dos orejas y dos orejas
Lea Vicens: ovación y ovación.

/Fotos: Nestor Robaina/

FOTOS | Las mejores imágenes de la corrida de rejones con Galán, Ventura y Vicens

FOTOS | El ambiente en la de rejones en la Plaza de Toros de Albacete

Julio Martínez Romero

Julio Martínez Romero (1995). Periodista, director de El Toril de Onda Madrid y editorialista en Buenos Días Madrid. Antes, en esta casa, redactor en El Enfoque, junto a Félix Madero. Se inició en Cadena COPE, primero en información local (Albacete), y posteriormente en la redacción nacional, como editor de informativos, colaborador en toros y redactor en programas magazine. Pasó también por la sección de Economía de Servimedia.
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