Mancheguito fue el primer matador de la historia de Albacete. De eso no hay duda. Hubo muchos aspirantes previos. Casi 20 años antes de la alternativa de Cándido Martínez, aparece en una fotografía de Fabián Fernández, que tenía un estudio en la calle Gaona 7, casi en la intersección con la calle Concepción, otro torerito. En esa imagen, tomada un día de invierno de 1878 en el Altozano -todo nevado-, un año antes de que pasara a llamarse plaza del general Espartero y dos siglos después de que lo conocieran los aldeanos como Rinconada del Toril, porque allí se encerraban los toros que luego se lidiaban en la plaza, aparecen varios rostros ilustres de aquella villa de Albacete. Uno de ellos, Fileto Rojas, al que apodaban «El Manchao». Joven promesa del toreo del que, decían, tenía un valor a prueba de bombas. ¿Podría haber sido él el primero? Tal vez sí, pero se quedó por el camino.
Ahora bien, ¿es Manuel Caballero Quintanilla el matador de toros número 75 de la historia de Albacete? Tal vez no. Quizá haya que corregir un error histórico en la tauromaquia albaceteña, aunque puede dar lugar a interpretaciones. Incluso hay quien afirma que, con la alternativa de Manuel, es la quinta dupla padre e hijo que alcanza tal honor. Los Amador; Dámaso y su hijo Pelu; los Juan Luis Rodríguez; Sebastián y Antón y, ahora, los Caballero. Pero hay un acontecimiento que tuvo lugar el día de San Juan de 1910 en la plaza vieja. Era empresario Cándido Martínez «Mancheguito», que llevaba una década retirado, pero que decidió volver a vestirse de luces para la ocasión. En realidad quiso hacerlo en el Corpus de aquel año, pero la lluvia obligó a aplazarlo al día del patrón. Reseño seis reses de Flores, cuatro toros y dos novillos. Los toros, para él y los novillos, para su hijo Baltasar, novillero de cierto éxito, y su sobrino Francisco, «Mancheguito Chico». Saliendo de un quite al tercero de la tarde, Cándido fue herido en el rostro, le rompió la arteria nasal y además le pegó otra cornada en el muslo derecho. Tuvo que pasar a la enfermería y fue su hijo Baltasar quien se hizo cargo de los toros.
Y he aquí la paradoja. No hubo una ceremonia de alternativa, pero el novillero, apodado «Mancheguito II», tuvo que estoquear tres toros de corrida vestido de luces. De la misma manera que si un matador sobresaliente que tiene que intervenir en un festejo en Las Ventas y no ha sido confirmado antes, se considera válida esa confirmación pese a no haberse celebrado la ceremonia de cesión de trastos, el caso de Baltasar Martínez podría tratarse de una alternativa no oficial, pero sí oficiosa. Es una anécdota, pero es igualmente evidente que el hijo de Mancheguito mató tres toros en Albacete vestido de luces ¿Se hizo matador de toros? Un debate interesantísimo, pero sí podemos concluir que, por un día, se convirtió en matador de toros. Y hoy, Manuel Caballero, ha sido por tanto el albaceteño número 76 en hacerlo en una corrida. Así las cosas, es el sexto hijo de torero de Albacete que lo hace.

Fue todo especial en esta tarde de sábado en Albacete. Y bonito. Paco Ureña, tan ligado también a esta tierra, tuvo el detallazo de cederle los trastos a Caballero senior para que este le diera la alternativa, oficiosa también -curioso el destino-, a Caballero junior, que llevaba un blanco y oro prestado por su padre. Dos puestas tenía nada más el traje. Madrid, puerta grande, y Albacete, puerta grande. Ya tiene tres. Después de la ceremonia, el hijo sacó al padre otra vez al ruedo para brindárselo. Antes de decir nada ya estaban llorando los dos. Y medio callejón. El hermano e hijo del torero, junto a Manolito Chopera, que vino aposta a verlo. Al lado, Pepín Liria, emocionado. Muchos toreros también se secaban esas lagrimillas que a veces nos gustaría esconder. ¿Los toreros no lloran? Y los hombres, también. Bastante más sensibilidad de la que tuvo parte de la afición, que pitó en la ovación que le tributó la mayor parte de la plaza al romper el paseíllo. Lo trataron después con una frialdad con un tufillo bastante envidioso, cruel e injusto.

Se habría enfadado mucho también Daniel Ruiz, que seguro que desde el cielo también soltó alguna lágrima. Él, que tanto quiso a esta familia. Siempre ha habido una vaca encerrada para el padre y para el hijo. Ojalá hubiera tenido más fuerza el toro, porque calidad y categoría le sobró embistiendo. Caballero estuvo sensacional con el toro. Con el capote y especialmente con la muleta. Antes del primer muletazo, por cierto, la banda empezó a tocar el pasodoble ‘Manuel Caballero’. Supo sujetarlo en tandas templadísimas. Como no podía apretarle para que no se cayera, se apretó a sí mismo. Técnicamente perfecto, eso no es noticia en él. Consiguió también pasajes de alta nota al natural. Cerró por ajustadas manoletinas y lo coronó con un espadazo soberbio. ¿Era de dos? Pues igual no, pero el palco debe interpretar reglamentos, conocer la plaza -creo que Coy la conoce- y tener esa sensibilidad en momentos especiales. Al final, una oreja de ley. Lo mejor, ver futuro en Manuel. Decía Andrés Vázquez que es difícil que prosperen de luces los que ya tienen «el pienso echao». Si Caballero nos dio motivos algún día para pensarlo, en esta feria nos ha sacado de dudas: quiere ser torero.











Cuajó Caballero al sexto hasta que lo acabó asustando. Con el capote lo toreó a una mano en redondo. Albacete no entró, muy fría con él durante toda la tarde noche. Habían pasado ya 3 horas desde que tomó la alternativa. Con la zurda dejó un toreo al natural que opta al mejor de la feria. Por momentos, algo despegado, pero siempre dejando la muleta muerta y esa ventana que le da al toro dos opciones, o romper con la muleta o romperte los muslos. El ventajismo es otra cosa. Caballero estuvo tremendo y sacó esa raza que le corre por las venas. Hijo del cuerpo. Duró un suspiro el toro y rápido se metió en su terreno. Arrimón colosal y un espadazo de efectos inmediatos. La oreja cayó antes incluso que el toro. Para entonces, Joaquín Coy ya había convertido Albacete en una sauna swinger.





Ureña sorteó en primer lugar un toro de Daniel Ruiz que entraba por los ojos. Una hechura perfecta, bajo y armónico. Un zapato. Casi cornipaso. Con las fuerzas justas, eso sí. Embistió de lujo en el capote, que no es el fuerte de Ureña. No volvió a mostrar síntomas de flaqueza, se vino arriba. Tras la devolución de trastos, Ureña brindó al ciclista Javi Romo, uno de los afectados por los ultras fanáticos que han jodido la Vuelta Ciclista a España. Chusma que no sería capaz de situar Gaza en un mapa, pero que se muere de ganas por hacer ruido. De todas formas, mejor que lo hagan gritando y parando vueltas que como lo hacían antes con las pistolas y las bombas. El toro mereció más de lo que Ureña le dio. Es cierto que consiguió algún muletazo muy meritorio, con ese poder y ese expresión tan característica del torero de Lorca, pero en ningún momento despegó aquello. De hecho, toda la atención se desvío hacia el tendido alto del 9 por un jaleo entre aficionados. Cuando subió la Policía a pedir papeles la plaza estalló acordándose de la madre de Pedro Sánchez, a la que acusan de ejercer la misma profesión que las empleadas del suegro. José Bono, desde su delantera del 1, se resistió a arrancarse.












Sí lo hizo para sacar a saludar a Roca Rey antes de lidiar al tercero, un toro de un trapío tremendo. Si no llevara el hierro de Daniel Ruiz le habrían dado una ovación. Muy centrado con él estuvo el peruano, que se lo dejó crudo en el caballo. El toro se despistó más de la cuenta, aunque a la hora de la verdad, en el capote de Viruta, embistió con codicia y transmisión. Lo vio claro Roca Rey, que brindó al público y se echó de rodillas cuando el toro ya venía arrancado. Cambió el viaje por la espalda y convirtió la plaza en un tablao. Camacho, camuflado en el alto del dos, se volvió loco. Juan Ignacio Martínez, el míster de aquel Albacete de Diego Costa, rugía. El valor del torero de Perú es indiscutible. Y el ascenso en su temporada, innegable. Tras Bilbao ha cogido carrerilla. Planteó la faena toda en los medios. Lo afianzó por el derecho, pese a alguna caída, y después lo crujió en naturales poderosísimos. Era el pitón del toro. Se estaba preparando para dar otra tanda cuando un aficionado se desvaneció en la meseta de toriles. ¿Qué hizo Roca? Se alejó del toro y se fue hacia allí, mirando cómo se lo llevaban. Eso también es torear, estar pendiente de tu público. Después, molinete de rodillas y varios péndulos rematados con un arrimón de infarto. Un lío monumental. Lo mató de una estocada muy espectacular, aunque algo trasera y desprendida, que le valió una oreja rotundísima.










El cuarto de Daniel Ruiz, ‘Diablillo’, fue una barbaridad. Cuando salió no dio esa impresión. Despegado del suelo y algo frío. Entró en calor cuando Ureña, muy arreado, le recetó varias verónicas muy poderosas y cargando la suerte. Pasó de puntillas por el caballo, aunque ya se le vio que iba a ser un prodigio en la muleta. No así Ureña, que toreó retorcido, como cuando en el colegio llegaba el compás a la asignatura de Matemáticas. La profesora te decía que dibujaras el ángulo de 90 grados. Tú, que eras un poquito Ureña, lo forzabas hasta que no daba más. Luego, claro, suspendías. «Es que la seño me tiene manía», le decía a mi padre cuando me caneaba con razón por gilipollas. La faena fue una cosa. El toro, otra. Un escándalo. Lo que siempre soñó Daniel Ruiz, ese gran creador de toros. Tantos y tantos ganaderos que han ido a Alcaraz a buscar bravura. Este lo fue. Pero debió y mereció morir en el ruedo. Y ser arrastrado entre los honores de la vuelta al ruedo. También mereció mejor suerte por la mañana. Ese pitón izquierdo seguirá embistiendo para siempre. Si le hubieran dado sitio y distancia. Ver esa inercia y ese galope. El toro lo tenía, estoy convencido. Ojalá lo transmita a la descendencia.











Al quinto le volvieron a pedir el indulto. Hay que prohibir el alcohol en los toros. Roca Rey estuvo tremendo. La tarde de su temporada. Por capacidad, dimensión e inteligencia. Además, sabiendo de dónde y cómo venía, reventado por un toro en Valladolid. El animal no fue nada del otro mundo, muy bonito, pero muy mal presentado. No fue ni siquiera de vuelta al ruedo. Joaquín Coy es un gran tipo, con un sentido del humor genial, pero ha mutado en un presidente horrible. Un escarnio que ha convertido Albacete en una plaza de carros colombiana. Si le hubieran hecho caso a Mariano López Ruiz y hubiesen puesto a 4 o 5 toreros por Morante, hoy Coy hubiese indultado hasta a los cabestros de Florito, que se jubila el 12 de octubre. Albacete ha perdido la cabeza y él es el responsable último del hara kiri. El palco debe poner rigor y aleccionar. Debe ser dique de contención contra los analfabetos que vienen a los toros porque «Pedro Sánchez hijo de…».










Estoy convencido de que Genoveva no hubiese pasado por el aro de esta tauromaquia triunfalista. Para indultar son más laxos que para analizar esos pitones afeitados que cada mediodía consienten. Los árbitros tienen el VAR. A estos les sobra el bar. Tenía el naranja en la mano, pero gracias a Dios, Roca Rey tuvo más altura de miras que él mismo y tras, es verdad, darse cierta coba, se tiró matar y cobró un estoconazo de premio. Dos orejones. El peruano estuvo tremendo. Con una ambición de novillero. Reventó al toro por los dos pitones y lo hizo pasar por medio bueno. Lo tuvo, sí, pero gracias a las facilidades que le dio el torero. No fue de vuelta al ruedo. Roca, sí.

Qué alegría haber recuperado esta versión de Roca Rey. Y qué pena, Albacete. A este paso no habrá 76 matadores. O 77. Este palco desnortado será el monstruo final que acabe con la tauromaquia en Albacete tal y como la conocimos. Tal y como nos la enseñó Dámaso, que jamás indultó aquí un toro. Era otra fiesta. Había personajes y había conocimientos. El toreo ha muerto y ahora las plazas son una discoteca más. No obstante, la plaza de toros en Albacete siempre fue el sitio para hacer botellón. El Ayuntamiento prohibió que se hiciera fuera. Ahora, se hace dentro. Y las consecuencias las estamos pagando.
FICHA DEL FESTEJO
Sábado 13 de septiembre de 2025. Albacete. 6ª de la feria de la Virgen de Los Llanos. Lleno de «No hay billetes». Toros de Daniel Ruiz, muy bien presentados y de gran juego, en general. El 4º, excelente, fue indultado de manera excesiva. Al 5º, alegre en la muleta y con fondo de bravo, se le dio una vuelta al ruedo muy amable. El 6º tuvo un gran pitón izquierdo.
Paco Ureña: silencio y dos orejas y rabo simbólicas.
Roca Rey: oreja y dos orejas tras aviso.
Manuel Caballero, que tomó la alternativa: oreja con petición de la segunda y oreja.
FOTOS | Las mejores imágenes de la corrida de Paco Ureña, Roca Rey y Manuel Caballero en Albacete