Un caballo herido y un ‘Dulce’ que mereció más meten la feria de Albacete en un pozo de mediocridad

La feria de Albacete entra en su ecuador con escasísimos argumentos y con otra corrida aburrida, que aún así desbordó a los toreros. Orejas para Ortega y Manzanares y bronca para Talavante; corneado gravemente un caballo de picar

La papeleta del sábado y Morante fue el tema de conversación del viernes en la feria. Han puesto a Caballero para que tome la alternativa. Sustituir a Morante no es posible. La solución sería, dice Mariano López Ruiz, poner a 4 o 5 toreros en su lugar, como frailes Trinitarios. ¿Sábado de feria? Pues estamos toreando hasta las dos de la madrugada. No tenemos nada peor que hacer. El canje por Morante es el del Jesús de Medinaceli de Madrid, El Cautivo de verdad, no esa ficción que estrena hoy Amenábar sobre un Cervantes sarasa que, como El Cordobés, estuvo preso. «La puntita nada más», nos dijo un día el Benítez. Los Trinitarios y Los Mercedarios instruían a frailes para intercambiarlos después por esclavos, mujeres y niños en África. Llegado el momento, hubieron de recuperar al Nazareno de la túnica morada, que ahora reina cada Viernes Santo como Señor de Madrid, y que cayó en manos del Sultán de Marruecos, que se divertía arrastrándolo por la ciudad y pegándole hachazos. Preguntaron a los moros que por cuántos frailes o por cuánto dinero le dejaban llevarse la talla de vuelta a Madrid. Y estos les dijeron: «Lo pondremos en una balanza y nos daréis su peso en monedas de oro». El Cristo se suspendió milagrosamente sobre la balanza y marcó únicamente el precio de 30 monedas. Por eso la tradición nos lleva a dejarle cada primer viernes de marzo tres monedas como diezmo. Manuel Caballero es el diezmo de Morante. Acertada decisión de la empresa.

La corrida que trajo Victoriano del Río también vino diezmada. Destrozada por los figurines, empeñados en hacer temporadas de solteros contra casados en vez de enfrentarse de tú a tú a la realidad de la fiesta, tan grande como cruda, y competir con la savia nueva. No vinieron a Albacete los toros que esta grandiosa familia ganadera quería traer sino los que impusieron los toreros, que tienen una fuerza inexplicable, como jamás la han tenido en la historia del toreo. Sí para afeitar, pero no para exigir tanto. El primero, con aranceles en los cuernos, recibió un trato miserable por parte de José María Manzanares, que lo masacró en el caballo. Bufando luego en el callejón y diciéndole al apoderado que qué malo era. El problema, para él, es que esta ganadería tiene un fondo de casta como casi ninguna otra. Y el torero de Alicante tuvo que sacar su versión más poderosa para imponerse. Lo consiguió por momentos, aunque solo por el pitón derecho. El izquierdo no quiso ni verlo. Pivotando y haciendo la noria, retrasando la pierna y abusando del pico, pero con la inteligencia que dan los años. Supo dejarle la muleta en la cara en todo momento para traerlo cosido y lucir ese fondo y esa codicia, a veces áspera y con el denominador común de embestir a media altura. El final, llevando al toro hacia los adentros con ayudados por bajo fue muy puro. Elegancia con sello Manzanares. Como la estocada, colosal. La oreja, cogida con alfileres. Petición ínfima y fuerte bronca al palco.

El cuarto toro fue muy pegajoso desde que salió. Se acabó haciendo el amo del ruedo, algo de lo que alertó Manzanares a su banderillero Trujillo. Cuando se quedó solo con el torero, el animal decidió que no iba a embestir más. Y cuando lo hizo fue para aterrizar en el ruedo. Ni rastro de la casta. Abrevió con buen criterio y lo mató con otra estocada sencillamente perfecta.

Juan Ortega demostró que sí tiene recursos. Se fajó con el novillote que hizo tercero y se puso en modo lidiador, jugando los brazos y sacándose al toro a los medios con mucho oficio. Lo remató con una media torerísima. No le dieron nada en el caballo antes de que el sevillano dejara un quite a la verónica de muchos quilates. Brindó al público la faena a ‘Dulce’. Un hermano de este toro se llevó toros los premios en el San Isidro del año pasado. Dijo de aquel el ganadero que pudo ser de los toros con más clase que nunca ha lidiado. Este, muy inferior en cuanto a trapío, fue otro monumento a la categoría y a la calidad brava. No dejó de embestir, con un ritmo reducido. Ese que se sueña cuando se torea salón. Ortega no lo cuajó, aunque sí dejo momentos, detalles y destellos de un nivel sideral. No se impuso al natural y por eso la faena quedó en una oreja. El toro era para cortarle el rabo. Con la muleta en la mano derecha sí consiguió Ortega ralentizar esas embestidas. Rugió Albacete. Cuando parecía que la faena iba a despegar hacia cotas desconocidas últimamente en este caso, Ortega se amontonó. Se metió también en la oreja del animal para hacer esa noria tan vulgar e impropia en él. Lo único que se salió de su concepto. Tan exquisito y sibarita es que hasta un macho que se le descolgó de la hombrera cayó de pie. Menos mal que el mozo de espadas de Talavante advirtió a un banderillero, porque una arenera estaba ya agachándose a por él. No acertó con la espada y cayó una oreja insuficiente para tamaña calidad de toro.

El sexto fue un toro grandón, ese volumen tan particular que fue gestando por la vía de la mejor alquimia Atanasio Fernández. Con el hierro del Puerto de San Lorenzo, ‘Cubanoso’, de nombre. Cuántos toros grandiosos hijos de las vacas Cubanas en ese encaste. Volvió a sacar la versión más currela de Juan Ortega, que solventó la papeleta pese al toro y pese al viento. Lo masacraron vilmente en el caballo. Un puyazo criminal y denunciable. El toro llegó a la muleta gritando «sayonara». Estuvo muy bien con él Juan Ortega, que dejó algunos naturales muy conseguidos, aunque con la mácula de tener que ayudarse con el estoque para salvar los embates del viento. Para cerrar la faena, unos muletazos de castigo que por sí solos deberían valer una oreja. La lidia antigua no encaja en el esquema mental del nuevo público. Otra batalla perdida. Se atrancó con los aceros y acabó saludando una sentida ovación.

El segundo toro de la tarde llevaba dos cornettos por pitones. Precioso el toro, eso sí. Acucharado, badanudo y con ese punto de más que le da siempre Victoriano del Río a sus toros en lo que a trapío se refiere. Lo trató de lujo Alejandro Talavante en los primeros compases. El puyazo, un pellizquito de nada, fue la antesala de un quite por chicuelinas muy garboso. Muy templado después con la muleta, pero el toro no rompió. Muy descastado, defendiéndose en todo momento. La afición no aguantó más que dos tandas y empezó a pitar y a pedirle al matador que hiciese honor a su profesión. Les hizo caso, un macheteo muy torero y a por la espada, que utilizó de maravilla. Estoconazo letal y un gesto al público: «en el siguiente va a ser».

Promesa incumplida. Con el quinto cambiamos de ganadería y pasamos a La Ventana del Puerto, el reducto Domecq de los Fraile. Un toro de un enorme trapío, serio por donde lo mirases. Salvo por las puntas, claro. Apretó con celo en el caballo y acabó derribando a Manuel Cid, que había marcado un gran puyazo. Tal fue el ansia del toro que acabó salvando el peto y corneando de manera dramática al caballo en el cuello. La sangre empezó a manar y la gente del Pimpi, con gestos de rabia, trató de frenar la hemorragia metiendo paños en el boquete. En segundos, ese olor a hierro. Un shock en la plaza. Cuando Talavante llegó a la muleta no se había recuperado aún la gente del impacto. ¡Cómo sería aquella tauromaquia sin peto! El toro se movió sin estilo y Talavante, salvo en un inicio genuflexo de máxima categoría, no hizo por ser el torero que un día nos encandiló. Fuera de sitio y pasando el rato, especialmente con una mano izquierda que ha conocido mejores épocas. Albacete no toleró la actitud y fue muy severa con él ya en el transcurrir del conato de faena. Mal con la espada y bronca gorda.

Es una pena gigantesca ver a Talavante, el gran genio creativo de este siglo, en ese estado de apatía. Quizá si hacemos un pódium de mejores toreros de los últimos 25 años no lo metamos, pero si rememoramos grandes faenas, es bastante probable que el número ewuno sea él. El que más nos ha hecho gozar por su ingenio, su talento y porque es un revolucionario. En Albacete hay uno como él, aunque ese no ha perdido el sitio. Va a más cada año que pasa. Rodolfo Martínez, patrón de Las Rejas, el restaurante de nuestras vidas. Si lo de las Estrellas Michelín fuera fiable, Rodolfo tendría todas las del mundo. Y Talavante orejas de oro para hacer una ración en salsa. Y Messi, 18 balones de oro. Las Rejas es una bacanal gastronómica. No hay dos cosas iguales en dos días distintos. La inquietud por ser el mejor. La curiosidad por descubrir cosas. El socialismo caviar tiene su mesa reservada siempre. En la cuchara es el gran maestro. En la nevera de la barra siempre ves producto del que te entra por los ojos. Y si sabes escuchar, Rodolfo te camela con lo mejor. Maneja el hongo como Jimi Hendrix la guitarra. Estos días tiene una sopa hojaldrada de faisán con amanita y foie que Coy indultaría. Esa ensalada de perdiz en escabeche evoca grandes jornadas de caza de patirrojas en la Nava de Abajo. ¡Qué bravas eran! Vayan a ver a Rodolfo siempre que puedan, aunque sea solo por contemplar esa vajilla. Y a Talavante, pese a todo, seguiremos yendo a verlo. No me creo que se vaya del toreo sin, por lo menos, volver a darnos un tarde como aquellas de antes de 2018.

FICHA DEL FESTEJO
Viernes 12 de septiembre de 2025. Albacete. 5ª de la feria de la Virgen de Los Llanos. Lleno. Toros de Victoriano del Río, La Ventana del Puerto (5º) y Puerto de San Lorenzo (6º). Muy desiguales de presentación, con alguno impresentable. El 3º, un superclase. Destacó también el fondo del 1º.
José María Manzanares: oreja muy protestada y silencio.
Alejandro Talavante: pitos y bronca.
Juan Ortega: oreja y ovación.

/Fotos: Nestor Robaina/

Julio Martínez Romero

Julio Martínez Romero (1995). Periodista, director de El Toril de Onda Madrid y editorialista en Buenos Días Madrid. Antes, en esta casa, redactor en El Enfoque, junto a Félix Madero. Se inició en Cadena COPE, primero en información local (Albacete), y posteriormente en la redacción nacional, como editor de informativos, colaborador en toros y redactor en programas magazine. Pasó también por la sección de Economía de Servimedia.
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