11S. En Albacete, el día de la alternativa de Sergio Martínez. Hace 24 años. Mientras se caían las torres gemelas, Sergio estaba «cagao» en la habitación del hotel. No fue figura, pero fue un torero. Es un torero. Y todos los que hemos querido ser toreros desde el 11 de septiembre de 2001 en adelante somos fans de Sergio Martínez. Nuestro maestro. Siempre una buena palabra. Siempre un abrazo. Siempre te atiende. «¿Qué necesitas?». El tiempo de Sergio ha sido, es y será el tiempo de cada taurino que busque consejo. Le estaré agradecido toda la vida. Hay otro 11S en Albacete, pero de 1948. Dámaso González. 77 años haría hoy el maestro.
Cuenta la leyenda, que no es más que una historia real, que nació un niño en Albacete ciego, sordomudo y muy malito, en general. La madre murió en el parto. El padre, un pastor, echó hacia adelante con el niño. Las ovejas y su crío. O su crío y las ovejas. No había orden para él, que se entregó sin medida para sacar al niño. Ese señor acabó conociendo a una petarda, que ya tenía algún retoño y que había olido los dineros del buen hombre. Le dijo al pastor: «elige, el tullido o yo». El pastor, asolado y con menos papeles que una liebre, cogió al niño y se fue al Cotolengo. Apareció por la puerta María Zamalloa, la Hermana María, que sabía perfectamente a qué venía aquel pastor. No le dejó ni hablar: «Déjenos aquí al niño, no le faltará de nada».
Pasado el tiempo, la justicia, por lo que sea, intervino. Investigó el abandono de aquel niño y fue a degüello a por el pastor. También, claro, buscó a la Hermana María. Envió a un secretario de justicia -mi padre- a interrogarla. Conoció la historia de la bendita Zamalloa, que le reconoció que aquel niño nunca fue abandonado. Aquel niño fue al mejor sitio donde podía estar. Y le imploró que aquel pastor no podía ser condenado por culpa de las malas artes de una mala mujer. El pastor acabó absuelto gracias al testimonio de la Hermana María. El que la interrogó, llorando, le dijo: «Es usted una santa». Y ella le respondió: «¿Santa? Aquí el único santo que hay es San Dámaso González. Si yo pude acoger a aquel niño, y a tantos otros, fue gracias al dinero que nos dejaba Dámaso. Sin hacer publicidad. Sin que se enterase nadie». Ese fue Dámaso González, además de una gran figura del toreo. El mejor albaceteño de todos los tiempos. Feliz cumpleaños, maestro.

En el paseíllo sonó Pan y Toros otra vez. No sonó el pasodoble del maestro. Están más preocupados en la banda en hacerle pasodobles al chuflón del piratoro. Tampoco se acercó nadie a dejar una rosa en los medios. Ya no está Pimpi. El himno de España, sí. Nadie se acordó de usted, maestro. La corrida que trajo Manuel Amador sí le hizo buen homenaje. Se debió gastar por lo menos 80.000 euros para que la mejor ganadería del momento estuviera en su plaza. Santiago Domecq. El primero, descarado de pitones, no entraba por los ojos, pero sí por la muleta de Sebastián Castella.
Abriéndose con el pitón de fuera y colocando la cara para ir hacia adelante con los riñones. Como cuando empuja el semental para chingar. El problema es que su motor duró lo mismo que el polvo de un conejo. Quizá porque Castella le apretó demasiado. Quizá porque el toro no lo tenía. Aquello acabó aburriendo. Insistió el francés, que ha convertido el toreo en su trabajo. La gente empezó a pitar. Estos toreros puretas que fichan antes de hacer el paseíllo. Funcionarios. Hacen manoletinas porque lo dice el libro de estilo tremendista. Creaste un monstruo, Dámaso. Hacer manoletinas después de haberlas sublimado José Tomás es como hacer la ruleta cuando ya has visto a Zidane. Populismo barato. Lo mató fatal. El ayuda de mozo de espadas silbaba pidiendo la oreja. Una especie de silbo gomero, pero como hecho por un orangután castrado en cautividad. Coy mantuvo el tipo.











Sí se acordó de usted, maestro, Miguel Ángel Perera, que le brindó la faena a su segundo toro. Perera siempre fue un torero de su casa. Recuerdo un tentadero con Miguel Ángel recién llegado de Aguascalientes. Las vacas eran del Recio (Casanueva). Fueron buenísimas y Perera nos dejó torear a todos. Después almorzamos y el maestro sacó unos presentes mejicanos. Tequila etiqueta negra. Dámaso sirvió para todos en el salón de casa y empezó a poner vídeos suyos de los que no hay en Youtube. Perera, que ya era rico y figurón del toreo, era un friki más enfrente de la tele. Quizá por eso es el torero que es. Lo demostró con ‘Chirigotero’, que no mereció tanto esfuerzo. Un pan sin sal. Un toro muy soso. Le robó muletazos por el derecho de mucho poder. Si impuso igualmente al natural y demostró que Perera es mucho Perera. Le hace falta un toro muy concreto. Bravo, básicamente. Lo mató con un espadazo exquisito.









Borja Jiménez brindó su primero al público, aunque Julián Guerra, su apoderado, miraba al cielo. Él es muy de Manzanares, pero irredento damasista. Cuando cambió el viaje por la espalda para empezar con la muleta le grito «Camino». Sería por Paco. Antes, nada. El toro se dio un volantín en el capote y pasó de puntillas por el caballo. A lo que íbamos. De «Camino» a «cimbreo». Cumbre, Borja Jiménez. Una tanda, la primera en redondo, sensacional sobre el pitón derecho. Profundo y encajado. «Gira y empuja la muleta pa dentro, Borja», dijo Guerra. Qué fácil decirlo y que difícil hacerlo. Y qué milagro criar un toro que lo consienta. Aunque ni uno ni el otro fueron hasta el final. Julián Guerra sí, claro. Ese es el puto Kipchoge de los callejones. Borja e ‘Imperial’, así se llamaba el toro, no terminaron de convencerse. En First Dates no tendrían una segunda cita. Lo mató medio bien y tardó dos días a caballo en echarse, aviso y bronca mediante. Coy concedió una oreja del peso de una boñiga de chihuahua que no pidió nadie.












Con el cuarto, Castella consiguió lo único que le faltaba por hacer en el toreo. Tiene puertas grandes en Madrid y del Príncipe en Sevilla. Ha conquistado España, Portugal, América y Francia, faltaría mas. Pero nunca había dejado la montera de canto después de brindar un toro. Literal. Bramó la gente con eso más que con la faena. Dicen que el traje de luces es trasparente. El de Castella es un chubasquero, impermeable al tiempo. Y como a usted, que lee El Digital de Albacete, a Castella también le ataca el paso de los años. Cuando su talento generaba ilusión en esta feria, los paisanos vestían polos de La Martina -eran horribles-, y las nuevas ricas se mataban por la sudadera más llamativa de Rams 23. El toro de Santiago Domecq no sirvió para nada. Menos todavía el iletrado público de Albacete, que llegó a pedir el indulto del toro. Lo iba a dejar aquí para que no interviniera la justicia, pero lo que pasó después fue para tomar el ruedo. Ojalá hubiera toros en Japón o en Emiratos Arabes. Cristiano Ronaldo ha sido el mejor y juega en el Al Nassr, o como se diga. Castella está para pegar muletazos en el Vissel Kobe, pero de suplente. Lo peor de todo, si cabía mayor agravio, además de las dos ridículas orejas, es que Coy le dio la vuelta al ruedo a un toro que no era ni de ovación. Descanse en paz, plaza de toros de Albacete. Se busca presidente digno para corrida decente. Esperé mayor reacción de la afición de Albacete ante tamaño atropello.





















Miguel Ángel Perera le brindó el quinto a Javier Solís, matador de toros. Toro blanco de Osborne, decía la canción de Serranito a Antoñete. Este era blanco, de Torrestrella, con el hierro de Santiago Domecq. Un toro de Madrid. Un espectáculo. Qué preciosidad. En mitad de la intrascendente faena de Perera, condicionada por un toro infumable, llegó la noticia: Morante no viene a Albacete. La plaza dejó de prestar atención. Ovación, creo.












A Borja Jiménez le volvio a venir a ver el fantasma de Morante, como en la corrida de la Prensa de Madrid. Todo el mundo estaba hablando de Morante. Hizo bien las cosas en todo momento y llegó a la muleta con un toro dócil y con ganas de embestir. Con hambre de muleta. Una codicia desbordante. Quería distancia, pero Borja no. O a ratos sí. Un sinsentido de faena. Todo forzadísimo. Una sucesión de pases que fueron declinando casi como el latín. La antesala del martirio. Al tercer pinchazo cambio de estoque, como si fuera culpa del acero. Qué pena, Coy ya tenía preparado el rabo. El del toro, quiero decir.










FICHA DEL FESTEJO
Jueves 11 de septiembre de 2025. Albacete. 4ª de la feria de la Virgen de Los Llanos. Casi lleno. Toros de Santiago Domecq, desiguales de presentación y descastados, en general. Al 4º le dieron una vuelta al ruedo estupefaciente.
Sebastián Castella: ovación y dos orejas.
Miguel Ángel Perera: ovación en ambos
Borja Jiménez: oreja protestada tras aviso y silencio.
/Fotos: Nestor Robaina/ ((HABRÁ AMPLIACIÓN GRÁFICA))



























































































