Una ovación de ley a Molina, con un esfuerzo sobrehumano por cumplir con su primer compromiso en Albacete, rompió el ambiente gélido del inicio de feria. Los rostros de la terna, tan serios como los de cualquier tarde de mayo en Madrid. Muy frío todo. Como el cielo, un lienzo de plomo. Muy tímidas, sin querer disparar. No ayudó a cambiar ese clima taciturno el comportamiento del primer toro del Conde de Mayalde, ‘Joyero’ de nombre, una reata con mucha solera en esta casa ganadera. En el tercer capotazo ya le marcó a Fortes su nula condición. Directo al pecho se fue. Milagro que saliera entero. Se lo volvió a hacer tratando de dejarlo en el peto. Ahí se dejó la poca vida que tenía el inválido. Ni medio muletazo le pudo dar el malagueño, que sorprendentemente había brindado la faena al público. Se atrancó con el descabello después de un espadazo entero, aunque algo contrario. Primer capítulo para el olvido. Quedó inédito Fortes.

Salió a escena José Fernando Molina con ‘Atrevido’, un cinqueño de presencia inmaculada. Un toro de Albacete. Al matador manchego le estuvieron mimando antes de que le tocase actuar, con calentamientos específicos para estar lo mejor posible. Llegó con una cornada grave de hace una semana en la plaza francesa de Bayona. Cosas de toreros. Para no forzar, decidió quedarse quieto. A la verónica sin probaturas, con mucha cadencia. Muy medido todo en el caballo antes de un quite por gaoneras breve, pero intenso. Aún seguía dormida la plaza. Ayudó a espabilarla un valiente Caco Ramos, con dos pares de banderillas de poder a poder.


Brindó a su fisio Mendieta, clave junto a Víctor Zafrilla en el milagro de Molina, que todos los esfuerzos que pareció escatimar de salida los echó a la tierra. De rodillas para prologar su obra. Muchísimo mérito. Tuvo después que ir dosificando el escaso vigor del cinqueño, que tuvo, eso sí, una clase y un ritmo de dulce. Lo aprovechó Molina de principio a fin, manejando muy bien los tiempos y las alturas. Jugando con la voz y ganando siempre el paso.

Los pases de pecho, tremendos. Pocos matadores hay en el escalafón que los tengan tan conseguidos. Brilló también en el toreo al natural, en el alambre siempre el toro entre la excelencia de la embestida y la flojera. En ese equilibrio deben brillar los prestidigitadores. Para coronar lo fundamental, un arrimón de ley. Dándole el pecho al toro y chocando con los pitones, colocados, como engatillados. Realmente emotivo, más si cabe conociendo el contexto. Cojeando de manera notable, se tiró a matar por derecho y dejó algo menos de media estocada en buen sitio, suficiente para acabar con ‘Atrevido’. Oreja.


Samuel Navalón regresó a Albacete tras triunfar en su alternativa. Una sola tarde sabe a poco. Se fue a porta gayola a recibir a ‘Descreído’, que nació en tiempos de no feria por la pandemia. Salvó el trámite y luego se impuso a la verónica a unas embestidas frenéticas. Lo midió mucho en varas, que es lo mismo que decir que no lo picó. Habla bien del torero, que es de los que consigue dar puyazos con la muleta. Camufla su ambición con esa alegría desbordante. Como el Di Caprio bueno en ‘El hombre de la máscara de hierro’. Muy pulcro también el trato en banderillas, conscientes todos de la enorme calidad del Mayalde. Brindó al público y eligió el cambiado por la espalda para empezar. Quizá la única decisión cuestionable que tomó, porque la categoría del toro no merecía ese inicio. Rápido cambió el planteamiento.




Cuajó Navalón al toro de manera soberbia. Las series por el derecho tuvieron el denominador común del temple. Afianzando al toro en cada pase. Cuando se echó la muleta a la izquierda salió la versión más torera del de Ayora, ligando muletazos en redondo, encajándose y poniéndole el alma que muchas veces le falta a los noveles. Esa cintura tan flexible como una víbora. Ajustando con escuadra y cartabón el espacio entre pitón y muleta. El acople perfecto. Remató con un arrimón agriado por luquesinas, tan emotivas como vulgares. Para paladares insensibles. Se tiró a matar en la suerte contraria y marró. Cambió a la natural, que quiere decir que el torero, cuando pasa, sale en dirección a las tablas y al toro le da la salida, en esa suerte de muletazo vertical, hacia los medios. Ahí sí fue certero. Oreja.





Tras el descanso, en desventaja con sus compañeros, Fortes se fue a porta gayola. Aunque en esta ocasión el toro no salió con esa vitalidad. Se frenó, le midió y lo levantó por el pecho. Casi un calco de lo que sucedió en su primero, pero de rodillas no hay escapatoria. Lleno de barro y con una brecha en la ceja derecha, se levantó Fortes y pidió un capote. Muchas veces, las cogidas son el interruptor de la raza torera. Y así fue. Dejó Fortes un ramillete de verónicas reunidas y encajadas. Ganando terreno y rematando con soltura. Como si nada hubiera pasado. Brindó después la faena a Ricardo Izquierdo ‘Richard’, banderillero albaceteño felizmente jubilado. Gran detalle de Fortes.






Como su faena, otra ristra de detalles caros. El inicio, con una rodilla en tierra, de un temple y una enjundia colosal. Erguido después, en redondo, consiguió ralentizar la embestida llevando al toro, ‘Guardamonte’, con los riñones. Cuando consigue el milagro del toreo, Fortes logra poner todo su cuerpo al servicio del lujo. Duró un suspiro el toro, pero el malagueño le puso lo que le faltaba. Plegando los muletazos como un acordeón para alcanzar esa reunión donde queman las zapatillas. Tuvo paciencia Albacete y recompensó la actitud de Fortes, forjada en mármol. Igualmente paciente fue el señor de la luz, que no le dió al botón hasta que el torero no enterró la espada con contundencia. Esos focos leds tan horribles que llegaron tras la pandemia. Los debieron robar de alguna cárcel. Orejón para Fortes.





Bajo, amplio y alegre fue el quinto, ‘Carcelero’, recibido otra vez con soltura por Molina, que ha conseguido depurar para muy bien su toreo de capa. Intentó lucirlo en varas, pero fue en balde. Sangró más por el boquete de la puntilla que por el refilonazo con la puya. Dedicó Molina lo suyo al público y se quedó en los medios. Se echó de rodillas, no sin complicaciones, para cambiar el viaje por la espalda. Fue visto y no visto porque el toro le apremió a ponerse de pie. La condición no era la mejor, una movilidad algo cansina. Pronto para embestir, pero sin terminar de romper. Tuvo que ponerle mucho Molina, que utilizó con inteligencia uno más de los muchos recursos que tienen los toreros: la voz. Acompañando la embestida al ritmo de su voz. Consiguió que el toro acabase embistiendo a la velocidad que él quiso. Algún natural destacó por encima del resto, pero la base del trasteo fue el poder. Lo selló con otro arrimón de vértigo, con péndulos rematados entre los pitones. El valor seco de los toreros. Tenía la puerta grande en el filo de la espada, que asomó por el costado e hizo guardia. No hizo justicia a una tarde heroica de Molina.





Se arrancó a chispear cuando Navalón esperaba de rodillas en el tercio al sexto, anunciado como castaño salpicado, aunque en fase sarda. Acabó la tarde como empezó, con otro toro muy frío, sin celo y remiso a pelear. Se fue viniendo arriba en banderillas, amén de una lidia acertada de Agustín de Espartinas. Pidió Navalón el cambio con dos pares y el palco lo concedió. No gusto a la afición manchega, que, aunque desperdigada, sigue habitando la plaza. Y protestó con razón. Plazas importantes deben guardar el rito, más allá de los atajos reglamentarios. Brindó Navalon a sus padres, en la escalera que separa el tendido 7 del 8. Como Ayora de Almansa.



La faena fue un descubrimiento. Uno más en este torero. La gran capacidad que tiene para sacar también el mono de trabajo. No todos los toros ameritan esmoquin. Se jugó la vida esquivando los bandazos y salvándolos con galantería. Siempre en línea, combinandl derechazos con pases de pecho en un palmo de terreno. El arrimón final, con receta de cafinitrina incluida. Imposible más ajuste. La plaza, un clamor. Volvió a matar a la segunda, pero la presidenta valoró el esfuerzo y el mérito. Puerta grande merecida para un Samuel Navalón que tiene madera de figura del toreo.




FICHA DEL FESTEJO
Lunes 8 de septiembre de 2025. Albacete. 1ª de la feria de la Virgen de Los Llanos. Más de 3/4 de entrada. Toros de Conde de Mayalde, bien presentados, blandos y de juego desigual. El menos malo, el 2º, de mucha calidad; y el 3º, alegre y codicioso.
Fortes: silencio y oreja.
José Fernando Molina: oreja tras aviso y ovación tras aviso.
Samuel Navalón: oreja y oreja tras aviso.
FOTOS | Todas las imágenes de la tarde de Fortes, Molina y Navalón en la Feria de Albacete
FOTOS | El ambiente en los tendidos en la primera de abono de la Feria Taurina de Albacete 2025