La Feria de Albacete ha evolucionado a través de los siglos y de la mano de los albaceteños. Una fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional, en honor a la Virgen de Los Llanos, patrona de Albacete, que a pesar de la evolución mantiene intacta su esencia.
Lo cierto es que la Feria de hace un siglo fue muy diferente a la que viviremos este 2025. Y aunque muchas cosas son muy distintas, como el origen ganadero de nuestra Feria con ‘La Cuerda’, hay muchas otras para las que parece que el tiempo no ha pasado, como el Recinto Ferial, que guarda su esencia, o la actitud hospitalaria de los vecinos de Albacete a todos aquellos visitantes y forasteros que llegan a la ciudad para disfrutar de la que es una de las mejores fiestas de España.

Actualmente, con novedades como el ‘tardeo’, que se puede decir que forma parte casi del ADN de los albaceteños, o las carpas y atracciones, algunas cosas no han cambiado, entre ellas la gastronomía, porque la Feria no es Feria sin sus chorimorcis, sin Miguelitos de La Roda o sin las míticas berenjenas o mazorcas de maíz. Lo mismo ha ocurrido con las tradiciones, como la de ‘feriarse’ algo en los Redondeles o hacer esa parada obligatoria para subir a la capilla de la Virgen de Los Llanos.
Cierto es que la Feria ha cambiado, y desde El Digital de Albacete y de la mano de la escritora Adoración González Mateo nos adentramos en aquella Feria de hace un siglo, concretamente en la de 1925.
En 1925 los vecinos de Albacete tenían muchas ganas de Feria, tanto que no esperaron a la apertura
Para empezar, en los días previos a la Feria de Albacete de 1925, el periódico ‘El Liberal’ de Madrid ya decía que “a buen seguro que pocas ciudades españolas ofrecerán en el transcurso de unos cuantos años tan positivos adelantos como los de Albacete, que se cita como modelo de su creciente prosperidad y noble afán que demuestra presentarse a cuantos le visitan como una capital moderna, culta y hospitalaria”, como rezaban las líneas de este periódico el día 5 de septiembre de 1925, recogidas por Adoración González Mateo. Unas líneas que demuestran que hace un siglo la Feria de Albacete ya era esperada, no solo por los vecinos de la ciudad, sino también por los entonces llamados ‘forasteros’.
Una de las curiosidades que tenemos más interiorizadas los vecinos de Albacete es la fecha de nuestra Feria, y es que del 7 al 17 de septiembre los albaceteños saben que no se pueden hacer otros planes que no pasen por el Recinto Ferial. Lo cierto es que no siempre fue así, y prueba de ello es que la Feria de 1925 arrancó el 7 de septiembre hasta el 15, aunque como indica la escritora Adoración González Mateo, “como el día 7 era lunes, se empezó de forma extraoficial el día 6”, lo que hace suponer que los albaceteños tenían muchas ganas de Feria. Tanto fue así que “en la noche del día 6 de septiembre tuvo lugar una serenata en la Plaza de la Virgen de Los Llanos”, sostiene.

Eso sí, y sin faltar a la tradición, el 7 de septiembre se “celebró la apertura con una numerosa comitiva oficial que partió del Ayuntamiento”, explica, y señala que “al día siguiente se madrugó porque tuvo lugar la misa en el por entonces llamado Parque de Canalejas, actual Parque Abelardo Sánchez, una misa de campaña y hasta allí se trasladó la Virgen de Los Llanos desde la Iglesia de San Juan (actual Catedral de Albacete)”.
Aviación, música y algún que otro suceso durante la Feria de Albacete
La aviación y Albacete han estado ligados históricamente. Prueba de ello, es que en aquella misa, “dos aviones de la Escuela de Aviación volaron sobre el parque”, tal y como señala González Mateo.
La música ha vibrado en la Feria de Albacete desde siempre, y es imprescindible en la ciudad durante estos días. Así, en las noches de Feria “había verbenas en los Jardinillos, organizadas por el Círculo de Bellas Artes, y con asistencia de las bandas de música”, explica la escritora, y señala que “las señoras acudían con mantones de Manila, bailaban chotis y se sorteaban abanicos pintados por artistas locales”.
Dejando de lado la elegancia y volviendo a las raíces ganaderas de nuestra Feria y su ‘Cuerda’, no podían faltar “los anuncios en prensa sobre compras ventas de animales como yeguas”, sostiene.

Y como cada Feria, los malos también aprovechan la situación para hacer de las suyas, dejando sucesos en la prensa durante estos días. Así, recién empezada la Feria, “la prensa local daba noticia de haber pillado a ‘una bandada de pájaros dispuestos a pasarlo lo mejor posible a costa de los bolsillos del prójimo’, y explicaban que habían pillado a ‘tres madrugadores in franganti que tuvieron que contentarse con un modesto alojamiento para 15 días en el Hotel del Puente de Madera’”, indica.
La Feria, marcada por un accidente en una de las atracciones
Del mismo modo, también tuvo lugar un accidente en una de las atracciones del Paseo de la Feria, “llamada ‘Los tubos de la risa’”, como indica Adoración González Mateo.
Como siempre, la cultura también tuvo su espacio en los días de Feria. Así, llegaron hasta “el Teatro Cervantes la obra titulada ‘La mujer chic’ de la Compañía Revistas, procedente del Teatro de los Jardines del Buen Retiro de Madrid”, señala la escritora, que añade que “en el Teatro Circo también se pudieron disfrutar varias obras, por ejemplo, ‘Calla corazón’, una obra protagonizada por la actriz María Palou o la comedia de Benito Pérez Galdós bajo el nombre ‘La de San Quintín’”.

La música también hizo vibrar la Feria de Albacete, aunque un incidente propició que los vecinos de la ciudad no pudiesen disfrutar de algunos conciertos que “fueron cancelados por el Ayuntamiento, concretamente una verbena y un concierto de bandas de música, y el público se lamentó de ello”, sostiene. Entre los actos culturales también había “bailes por la tarde en el Casino Primitivo, además de exposiciones en el Círculo de Bellas Artes”, indica.
Albacete se iluminó de cara a su Feria como viene siendo habitual, aunque aquel año “se caracterizó porque la capital estuvo iluminada con mayor intensidad que años anteriores”, señala González Mateo, que explica que “tanto las calles del centro como el paseo central, los Jardinillos y las puertas de entrada ofrecían un aspecto fantástico”. Además, indica que “la temperatura durante la Feria fue muy buena y llegaban trenes cargados de forasteros todos los días”.
Exactamente un siglo después, Albacete se dispone a vivir una nueva edición de su Feria, y aunque ahora diferente en cierto modo y distinta a aquella que tuvo lugar en 1925, lo hace con la misma ilusión y con su esencia intacta, reuniendo a los vecinos de la ciudad para disfrutar de la Feria, declarada de Interés Turístico Internacional, y preparados para cumplir con todas las tradiciones como cada año.