DESDE EL ACEQUIÓN | La Feria ya asoma por la esquina

Artículo de opinión de Antonio Martínez

Querido paisano:

Te escribo desde lo alto de la Motilla del Acequión, una vez que agosto se ha marchado como llegó, con temperaturas insufribles más propias del infierno. Pero qué te voy a contar yo a ti, que las has visto de todos los colores durante cientos de años. Desde épocas áridas donde todo era polvo y tierra cuarteada por la sequía, hasta períodos de lluvias donde la laguna se inundaba y precisabas una barca para llegar puntual a la hora de comer.

Con la Feria asomando por el horizonte, me gustaría pensar que nuestro apreciado alcalde ha hecho propósito de enmienda y tomado medidas para evitar nuevos cierres imprevistos de instalaciones municipales que ponen en riesgo a Tirios y Troyanos, que habrá mandado redoblar el tratamiento de desratización que evite la presencia de esos invitados indeseables en los conciertos de la Caseta de los Jardinillos, que estará vigilante para que se pueda pasear por los ejidos del ferial sin contratiempos, especialmente aquellas personas con problemas de movilidad, o que se decida de una vez por todas a homenajear como se merece al maestro Dámaso González, incluyendo al rey del temple en el callejero municipal, que después de ocho años yo creo que ya va tocando. Aunque mucho me temo que por la respuesta que ofreció en el último Pleno, será donde se le antoje y cuando le salga de la junta de gobierno, como si el resto de munícipes no tuvieran nada que decir ni vela en ese entierro. 

Está muy bien que el alcalde viaje a Madrid para hacerse unas cuantas fotos con la concejala responsable de la cosa turística a las puertas del cine Callao, justo debajo del cartelón en el que se puede leer que “Albacete es vida, ¡mucha vida!”, supongo que con la idea de promocionar nuestra Feria. La intención será buena, no lo discuto, pero reconocerás que la foto queda un poco tristona, los dos ahí, más solos que la una, sin acompañamiento ni na. Por un poco más de lo que ha costado colgar el cartel, seguro que se podría haber llenado un autobús de voluntarios que hicieran de figurantes y alegraran un poco el decorado.

Por no hablar de que nuestro primer edil ha dejado pasar una ocasión de oro para cumplir con el mandato plenario de impulsar el turismo y la candidatura de la ciudad a la Capitalidad Española de la Gastronomía. ¿Qué mejor escaparate que nuestra Feria para dar a conocer a bombo y platillo lo bueno y novedoso que ofrece nuestra gastronomía? Pues ni por esas. Entre unas cosas y otras, la casa sin barrer. 

Ni siquiera me atrevo a pensar que esta dejadez se deba a que la propuesta surgió desde la bancada de la oposición, en concreto desde el Grupo Socialista y no desde alguna de esas concejalías de nombre tan rimbombante y tan poco imaginativas, y a las pruebas me remito. Lástima que de ese olvido no se pueda culpar al Gobierno de España, como viene siendo la tónica habitual de los gobernantes populares cuando meten la pata en algo. Pero mejor no dar ideas, no sea que alguna mente pensante de las que susurran al oído de nuestro querido alcalde, se le ocurra alguna fórmula imaginativa que le cuelgue el sambenito al primero que se les ponga a tiro.

Sin duda recordarás, cambiando de tercio, que hace poco más de un año nos dijo adiós Manuel Pérez Castell, el Alcalde con mayúsculas de la ciudad. Una persona cercana en el trato, trabajador incansable de brillantes y atrevidas ideas, muñidor de acuerdos y desfacedor de entuertos, feriante por tradición y por vocación, que en su paso por la alcaldía no dejó indiferente a nadie. Bastaba su sola presencia para sentir de cerca su capacidad de liderazgo y su bonhomía, demostrando con hechos que se puede capitanear con éxito el gobierno municipal impregnando la acción política con la sutileza de los versos y la armonía de la música, situando a las personas en el centro de la acción municipal. 

Allá donde se encuentre, seguro que seguirá animando a los responsables del proyecto Sostener lo que se cae, liderado por un grupo de tangerinos que pretenden, como lo hizo Manuel en su día, recuperar el Gran Teatro Cervantes de Tánger para que la ciudadanía marroquí pueda disfrutar de ese magnífico espacio para usos culturales y centro de reuniones, levantando un ágora 2.0 sobre los cimientos carcomidos de un antiguo Teatro, que hasta hace cuatro días formaba parte del patrimonio del estado español.

Lo imagino con un ojo puesto en la Feria y el otro en las orillas de su amado Mediterráneo, con el corazón encogido por el genocidio que se esta cometiendo en la Franja de Gaza a manos del gobierno de Israel, preguntándose qué puede anidar en el alma de aquellos que solo piensan en aniquilar por el medio que sea a los que a sus ojos no solo son diferentes, sino que también les son indiferentes. 

Estoy convencido de que el alcalde de Barcelona hubiera aceptado gustoso la invitación de acompañarle para levantar la voz y decir alto y claro un ¡Basta ya! que se hubiera escuchado al unísono en el Pincho de la Feria, en la Carrera de San Jerónimo, en el Parlamento Europeo, en Beit Aghion, residencia oficial del Primer Ministro de Israel, y ya puestos hasta en la Casa Blanca. Al resto solo nos queda intentar coger el testigo coreando su grito de lucha o cruzarnos de brazos, mirar para otro lado y asumir sin más, como dijo Voltaire, que la civilización no suprime la barbarie, si acaso la perfecciona.

Tendrás que disculpar el tono quejumbroso de estos últimos párrafos, pero la cosa no es para menos, lo que no quita, para que con permiso de los incendios que arrasan buena parte de la masa forestal del norte de España, os desee una muy buena Feria a todos y todas.

PD Un buen alcalde jamás toma el nombre del pueblo en vano.

Antonio Martínez

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