((Buscan como locos la manera de poder terminar con el hambre / que se ha vuelto a despertar, implacable / y dejar de esperar el desastre Hambre – Izal))
A veces uno se pregunta cuándo se pudrió todo en ese cajón de sastre al que se le viene a llamar ‘Clase política’. Un todo formado por millones de partes, políticos ellos, profesionales o no del asunto en cuestión, a los que el pueblo llano ya suele zurzir sin distincíón el mismo traje mal cosido, vengan de donde vengan, sea cual sea el pin que luzcan en la solapa.
Generalizar es, qué duda cabe, mucho más cómodo que argumentar, discernir o intentar entender. Por eso pareciera en según qué foros que todos los inmigrantes vienen a robar, que todos los políticos mienten y que todos los curas conocen casos de pederastia si le preguntas a cualquier opinador perezoso. Pero claro que no es así.
Como granos de arena en el desierto, políticos hay muchos y de casi todos los colores. Pero del mismo modo que al panadero se le juzga por cómo de bueno le sale el pan, a quien ejerce la política hay que ponerle nota en base a cómo la ejecuta. Y la honestidad, en este caso, debiera ser la masa madre del cargo público.
Desde este lunes, Agustín Jiménez, alcalde casi octogenario y que lo es desde la mitad de su vida en el toledano pueblo de Noblejas, ha decidido dejar de comer para reivindicar lo que en conciencia considera justo, y es la puesta en marcha de un instituto de Educación Secundaria en su término municipal, cumpliendo un compromiso que, a tenor de cuándo fue firmado, ya es mayor de edad. Dieciocho años ha que el proyecto vio una luz verde que se apagó poco a poco hasta la oscuridad total.
Este mismo martes, en una sala de prensa institucional abarrotada de medios, amigos y compañeros de bancada, Agustín, con su inconfundible bufanda roja, iniciaba su segunda jornada sin ingerir alimentos dando explicaciones ante la prensa, y lo hacía regalando a los periodistas asistentes una caja de magdalenas por cabeza. «Total, yo no me las voy a comer», bromeaba antes de arrancar a modo de panadero y político a tiempo parcial.
Durante una comparecencia que se alargó hasta rozar la hora de duración, el munícipe explicó los ya sabidos argumentos por los cuales no se sentará a la mesa en al menos unos cuantos días. Y, de todo lo que sorprende de una acción impropia de este tiempo, hay que quedarse con la letra pequeña de todo aquello que el primer edil verbalizó pero no salió en los titulares.
Y es que el alcalde socialista apuntó directamente al presidente regional, Emiliano García-Page, su jefe filas, a quien acusó de verter «toneladas de odio» para «tratar de hundir la labor política» de todo un municipio, para después aludir a su portavoz del Gobierno, Esther Padilla: «Sus mentiras no van a amedrentarnos».
Es destacable pensar que en tiempos donde la disciplina de voto y la militancia espartana son valores al alza en los grandes partidos, un alcalde de vuelta de todo y que ya ha cantado los cuarenta años con el bastón de mando rete frontalmente al máximo dirigente de su partido a nivel autonómico.
Llegó a asegurar que nunca Noblejas dedicará una calle al presidente, incluso no descartaba la opción de proponer su nombramiento como ‘Persona non grata’ de manera oficial. «Mi discurso es de izquierdas, es socialista», aseguraba Agustín antes de insistir en que, pese a su carné del PSOE, votará y pedirá votar en blanco en las próximas elecciones. «Como Felipe González. Yo voy a hacer lo mismo».
Pero no es la primera huelga de hambre de don Agustín. En febrero de 2012, nueve meses después del cambio de Gobierno en Castilla-La Mancha en favor del Partido Popular de María Dolores de Cospedal y en un escenario de impagos y deudas con las administraciones locales, decidió dejar de comer igual que lo ha decidido ahora. En aquella ocasión, el envite duró seis días. «No es cuestión de heroicidad, sino de llamar la atención», sentenció en la rueda de prensa de esta semana.
No dedicaré mucho tiempo a opinar sobre lo oportuno o no de este estilo de protesta para este tipo de reivindicación. Quizá no sea la más adecuada, no sé si la que más efecto pueda recaudar. Pero, al menos, permítanme asegurar que que hay algo de servicio público de dignidad en todo el boato que con agosticidad está ilustrando los diarios regionales.
«No os olvidéis de las magdalenas», sentenció el alcalde al dar por finalizada la sesión y antes de recibir aplausos y abrazos a partes iguales de todo su equipo de Gobierno.
Humberto del Horno 
 
				

