Desde Albacete a Tailandia, la vida de misionero de Julián

Julián Mansilla, natural de Balazote, desempeña su labor como misionero en Tailandia en la actualidad

Julián Mansilla es un sacerdote de Albacete, aunque sus últimos años los ha compartido entre parroquias de África, América y Europa. Mansilla cuenta con una amplia trayectoria como misionero en diferentes puntos del mundo tratando de aportar su granito de arena en cada lugar que pisa.

Natural de Balazote (Albacete), el sacerdote pertenece a la Diócesis de Albacete, y aunque ahora se encuentra en nuestra provincia aprovechando unos días de vacaciones, actualmente desarrolla su labor en Tailandia, un país conocido por sus templos budistas y sus playas paradisíacas.

Durante los últimos 4 años, la vida de Julián Mansilla se ha establecido en Tailandia, a miles de kilómetros de Albacete, aunque este país no ha sido el único lugar por el que ha pasado este sacerdote albaceteño. Burkina Faso, en África, y Guatemala, en América, también han acogido a lo largo de los años a Mansilla, que se ha desplazado hasta estos países para llevar a cabo su labor a la vez que diversos proyectos sociales, dispuesto a aportar siempre su granito de arena y a tender una mano allá por donde va.

Foto: Cedida por Julián Mansilla

La labor en Tailandia de este misionero de Albacete

En la actualidad, Julián Mansilla desempeña su labor en Tailandia como misionero. Un país que cuenta con “una cultura budista”, como explica el sacerdote, que asegura que cuando viajas a un país a tantos kilómetros de casa “se producen choques culturales, por la lengua o las costumbres, aunque todo siempre nos enriquece”. Sobre su experiencia en este país, señala que “el entorno es budista y los tailandeses tienen una filosofía de vida en la que respetan mucho la idea de que cada uno hace su camino. Es más individual, nosotros somos de no quedarnos de brazos cruzados cuando vemos que el de al lado va por mal camino”, sostiene.

Además, señala que una de las cosas que más le ha llamado la atención sobre la forma de ser de los tailandeses es su manera de entender la muerte. “Es totalmente diferente, no lo expresan tanto, son más contenidos y relajados si lo comparamos con nuestra forma de expresar ese sentimiento”, explica, y añade que “también creen en el tema de la reencarnación y quizá eso no les lleva a tanto sufrimiento. Relativizan más y se lo toman con más calma. Lo sienten pero no lo expresan del todo”.

En cuanto a la trayectoria de este sacerdote, natural de Balazote, una localidad de la provincia de Albacete, Tailandia está lejos de ser su primera experiencia como misionero, ya que Mansilla ha apoyado proyectos sociales en lugares muy dispares del mundo. Concretamente, su lista de países en los que ha llevado a cabo su labor como misionero han sido Burkina Faso, en el corazón de África, y Guatemala en América del Sur. Dos países muy diferentes con necesidades variadas y con contextos políticos y sociales que no tienen nada que ver.

De Balazote (Albacete) a Guatemala

El primer destino como misionero de Julián Mansilla fue Guatemala, un país que eligió porque “al pensar en irme, pensé en acudir donde ya había otros sacerdotes de Albacete, y desde la Diócesis tenían un compromiso con Guatemala, y siempre íbamos relevándonos unos a otros”,  explica. El misionero destaca la delicada situación “económica y política del país, además de que hay mucha necesidad”, y añade que “por la problemática que hay, también se llevaba a cabo un proyecto de ayuda social, además de la parroquia”.

Foto: Cedida por Julián Mansilla

De este modo, el sacerdote subraya la situación “política y social, que además se intensificaba por la violencia y la presencia de las mafias”, y manifiesta que “a veces era muy difícil que las personas pudiesen salir adelante porque el que despuntaba un poco era raro que no tuviese problemas como robos, amenazas e incluso secuestros y se quedaban sin nada”. En esta línea, manifiesta que junto con los sacerdotes de Albacete y los locales pusieron en marcha “proyectos sociales destinados a diferentes colectivos como agricultores, mujeres o niños además de un proyecto parecido al de Cáritas, que se llama Pastoral Social”.

Hasta el corazón de África

Y desde las entrañas de América Central, el sacerdote viajó al corazón de África. Así, Julián Mansilla recuerda que en Burkina Faso había “una misión de la Diócesis de Albacete y de Castellón de hace más de 5 décadas, cuando se comprometieron a colaborar y a atender una parroquia allí”. Una parroquia que acogió al sacerdote de Albacete durante un tiempo, aunque “finalmente se creó bastante clero nativo y esa etapa se terminó, aunque fue necesaria y quedó en manos de los locales”, asegura. Más allá de la labor de atender a los feligreses y la parroquia, se llevaban a cabo diferentes proyectos sociales para tratar de tender una mano a la población, que vivía en delicadas condiciones. “Recuerdo que llevamos a cabo un proyecto para construir pozos de agua y también de graneros para que pudiesen guardar el grano y se conservase, incluso se vendiese si sobrase y conseguir fondos también para cubrir ciertas necesidades de las personas más necesitadas”, sostiene.

La situación de Burkina Faso marcó en cierta manera al sacerdote. “La pobreza es una cosa, y la miseria otra; la pobreza puede llevarse con dignidad, puedes ir poco a poco y con mucho esfuerzo cubriendo las necesidades, pero la miseria es una cosa terrible”, explica, y añade que “recuerdo que el propio catequista tenía un par de vacas, las sacaba a pastar y luego volvían y a veces no había ni agua en el pozo, entonces tenía que ir a pedir agua a otros vecinos, y a veces veías vacas muertas de sed”. “Es un sufrimiento”, explica, y señala que “allí comían 3 veces al día, siempre lo mismo, la masa del mijo con una salsa de hierbas que recolectaban, y cuando escaseaba el grano quitaban una comida, y después otra”, recuerda, y destaca que “había veces que comían una vez al día, y los niños no aguantaban bien”. “Es miseria, que es distinto de la pobreza”, asegura.

De Albacete a cualquier rincón del mundo 

A pesar de viajar por varios países, Julián Mansilla no olvida la que es su casa, y siempre regresa a las parroquias de la Diócesis de Albacete para continuar con su labor. “Sé que viajar como misionero es un sacrificio pero también un privilegio. Tenemos la suerte de tener esa red eclesial mundial que también te permite desplazarte”, sostiene, y destaca que “vamos a trabajar pero también a enriquecernos culturalmente, algo que tratamos de trasladar en nuestro día a día a nuestros feligreses”. 

Foto: Cedida por Julián Mansilla

Una experiencia que «trato de transmitir y creo que nos enriquece a todos, está bien que aprendamos de lo que vivimos y que lo que traemos repercuta de alguna manera en nuestras parroquias y que aporte a nuestra Diócesis”.

Así, Julián Mansilla desempeña su labor en Tailandia, aunque todas sus experiencia van sumando. Unas experiencias que también comparte con sus feligreses de Albacete, con la premisa de que todo aquello que uno aprende en distintas partes del mundo puede enriquecer a los demás.

Noelia López

Natural de Albacete, Graduada en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández. Experiencia en medios de comunicación como VIsión6, Es Radio y Telemadrid
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