Molina cayó de pie en Azpeitia, que es un lienzo de sombras en mitad de la montaña, pero casi a pie de mar. Sería como un híbrido entre Hellín y Tarazona de La Mancha, por lo coqueto, romántico y añejo de sus cosos, pero imaginen esas plazas en una vaguada de Ayna o Nerpio. Un pasote de plaza. Una feria para quedarse a vivir. Torear en Azpeitia antes quitaba años de vida, ahora da categoría. Antes salía el toro y ahora vienen los taurinos.
Cayó de pie porque no se midió. Mucho menos de lo que lo hizo el tercero de Ana Romero, que cazaba moscas, especialmente en los viajes por el derecho, que eran hipotecas más que embestidas. Valiente y quizá hasta tozudo estuvo el torero. Lo menos malo de ‘Barrenero’ venía por el lado izquierdo. Alguno le robó Molina, que pudo y quiso más que el toro. Se atrancó con los aceros y recogió una ovación tan solemne como el ‘zortziko’ posterior.
El ‘zortziko’ no es tanto una pieza como un ritmo tradicional de la comarca, me cuenta Chapu Apaolaza, que es fan de Albacete por su desconocida y por desgracia extinta faceta de colombicultor. El ‘zortziko’, una forma de hacer correr la música, dice Chapu. Como toreaba Sebastián Cortés el otro día en casa de Nazario Ibáñez, con mucho sabor. El caso es que se toca siempre en Azpeitia a la muerte del tercero toro, antes de arrastrarlo, en recuerdo de un banderillero, José Ventura de Laka, que colgó el traje y la vida en este coso en 1846. Cuenta la leyenda que una brujilla de Deva, un pueblo cercano, le dijo la noche anterior «andate con ojo que mañana te va a matar un toro». Leyenda o no, Laka pasó a la gloria que da morir en el ruedo.

El sexto y último, un cárdeno confuso. Clarito de mitad del número en adelante y oscuro por detrás. Afrocárdeno. Con una raya perfecta divisoria, casi imperialista. El toro poscolonial. Toro con mechas oscuras. De Ana Romero tenía que ser, tan.precioso. Un capricho genético de una belleza hipnótica.
El juego fue otra cuestión. Al natural consiguió los mejores pasajes, dibujados todos entre los resquicios del ‘uy’ y el ‘ay’. Faena de matices técnicos, que alcanzó por momentos. Estos toros requieren siempre de un ‘background’ que no siempre tienen los toreros. Especialmente los noveles. Molina fue capaz de jugar con los vuelos de la muleta y convenció a ‘Claraboya’. Salvó el percance en varias ocasiones, pero sin espantás. En torero. Con la espada, espectacular. Una de las estocadas de la temporada que le valió una oreja que debe ser salvoconducto para volver en 2026. Además dicen que en Azpeitia se gana leña. Veremos a Moli en septiembre en Albacete y lo contará EL DIGITAL DE ALBACETE.


Morenito de Aranda, uno de los matadores puretas que mejor ha sabido depurarse para navegar en el cortoplacismo de los que no son ricos, guapos -aunque Jesús es guapete- o exfiguras, no terminó de sacar el jugo de un primer ‘anaromero’ de lujo, aunque no fuera un toro tontorrón. Acabó imponiendo su ley el animal. Le habría cortado una oreja de no ser por la espada, pero el pitón derecho del cárdeno ameritaba algo más. O mucho más.
Su segundo sacó fondo. Notable detalle después del ‘fartlek’ en el que se convirtió el tercio de varas. Sobró un puyazo y faltaron otras cosas que debe poner siempre la cuadrilla. Los intangibles del toreo. Y no es que sus adláteres sean precisamente tuneleros y/o tuercebotas. Sacó fondo ‘Baratijo’ y agradeció también el trato inteligente que le dio el matador. Milimétrico en los toques y extremadamente pulcro. Los remates, D.O. Aranda de Duero. Encajados y sentidos. Muy torero todo lo que hizo. Espadazo al segundo intento y oreja al mérito. Qué bien caería Morenito de Aranda en Albacete.
Damián Castaño tuvo delante en primer turno a una joya de Ana Romero. Un Santa Coloma de esos para sentirse torero un poco más de la cuenta. Castaño no es el torero más ortodoxo del escalafón precisamente. Y con ciertos encastes, además de la sorpresa y la personalidad, es bien pertinente la ortodoxia y el sota, caballo y rey. Distancias, alturas y velocidades. No acertó en nada el torero de Salamanca, mucho más capaz con la casta de los mansos que con la dificultad real que impone la bravura. «Dios te libre de un toro bravo», Belmonte dixit.
El quinto, segundo de su lote, fue un toro de vacas. Un cárdeno ensabanado como fabricado por Miguel Ángel. Tan bonito como bueno. Tan bueno como bonito. Un escándalo. De pitones a rabo, desaprovechado por el salmantino, que quiso mucho, pero no pudo nada. Mermado por los percances recientes, todo hay que decirlo. Peor estuvo con la espada, pinchando tan delantero casi como la divisa. Azpeitia, travestida de ebriomaquia, se acabó enfadando. Casi más difícil que triunfar en esta plaza es conseguir cabrearla. Castaño lo logró. Los cerca de 3.000 que había sentados se pusieron de pie a pedir la vuelta al ruedo para el toro, pero el presidente, un prepuber con pelos en salve sea la parte, vestido de abertzale arrepentido, no lo creyó oportuno. Para aprobar toros afeitados es más cayetano, no sé si con minúscula.
FICHA DEL FESTEJO
Viernes 1 de agosto de 2025. Azpeitia (Guipúzcoa). 2ª de la feria de San Ignacio. Tres cuartos de entrada. Toros de Ana Romero, bien presentados y de buen juego. El cuarto, excelente. Tercero y sexto, complicados y exigentes.
Morenito de Aranda: vuelta al ruedo y oreja.
Damián Castaño: palmas y silencio tras aviso.
José Fernando Molina: ovación y oreja.