La Sensibilidad Química Múltiple es una dolencia que padecen las personas que experimentan diferentes reacciones adversas al exponerse a ciertas sustancias químicas comunes. Una afectación que supone un verdadero infierno para las personas que la padecen, que se ven obligados a cuidar cada mínimo detalle del día a día para evitar la sobreexposición, brotes y complicados episodios.
La sensibilidad química múltiple aparece cuando “el organismo reacciona a un agente externo”, como explica la presidenta de la Asociación de Personas Afectadas por la Sensibilidad Química Múltiple de Castilla-La Mancha, Carmen Lozano, que aclara que “no se trata de una alergia, sino de una enfermedad crónica”. Bajo esta asociación, están amparadas cerca de “120 personas afectadas en Castilla-La Mancha”, como indica Lozano. Situaciones cotidianas del día a día que a priori pasan inadvertidas, como un ambientador en el trabajo, el suavizante de la ropa o pasar por la puerta de una perfumería pueden suponer un brote para algunas de estas personas.

Es el caso de Ana Gómez, una mujer de 37 años que vive en Madrigueras (Albacete), que convive con esta dolencia desde hace años, aunque su diagnóstico llegó hace tan solo dos. La vida de Ana estaba dentro de la normalidad, hasta que un día sufrió un brote que lo cambió todo, ya que en casa de unos familiares “había varios ambientadores enchufados”, tal y como comparte Ana Gómez con El Digital de Albacete, que explica que “no sabía lo que me pasaba, pero me asfixiaba”.

El caso de Ana Gómez, una mujer de Albacete que padece sensibilidad química múltiple
Tras años sin respuestas, y decenas de pruebas médicas después, Gómez cuenta con un diagnóstico de sensibilidad química múltiple, a pesar de lo complicado de diagnosticar esta enfermedad. De aquella experiencia anterior, que fue el punto de inflexión para esta albaceteña, recuerda que “se me quemó la garganta y durante días la boca me sabía al ambientador”. “Ahora que tengo un diagnóstico entiendo muchas otras reacciones que he tenido a lo largo de mi vida”, explica, y sostiene que “cuando era pequeña solo el hecho de pasar por la puerta de una perfumería me parecía insoportable, se me quedaba el olor pegado en la garganta durante horas y me dolía la cabeza”.

Un largo camino hasta conseguir un diagnóstico e intentar tomar medidas, pero con muchos obstáculos, y es que “en la Seguridad Social nadie supo qué me pasaba y me diagnosticaron por la privada”, explica la afectada, que señala que “en Castilla-La Mancha la sensibilidad química múltiple solo se diagnostica en Ciudad Real, pero tampoco existe la posibilidad de que nos trasladen”, indica, y añade que “en el Hospital de Albacete hay un doctor que está teniendo mucho interés e informándose sobre ello”. Así, señala que su diagnóstico en la sanidad pública no es oficial, sino que queda reflejado como “posible sensibilidad química múltiple”.
Una enfermedad que puede resultar “incapacitante” en el día a día
El día a día conviviendo con esta dolencia puede ser desesperante, y también “muy incapacitante”, como señala la afectada, que recuerda que “estuve muchos meses en los que no podía salir de casa, todo lo que me decían es que si era sensibilidad química múltiple no saliese a la calle y no me expusiese porque las reacciones van en aumento hasta que te da un shock anafiláctico que puede provocar la muerte”. Tras una etapa oscura, Ana Gómez fue diagnosticada, y “con las pautas y el tratamiento conseguí hacer una vida no normal, pero sí más adaptativa”, sostiene.

Sobre este tratamiento que le ha ayudado a sobrellevar en la medida de lo posible esta dolencia, Ana indica que es de carácter “completamente privado”, y señala que su coste, en su caso, “puede alcanzar entre los 700-800 euros mensuales, más consultas y otras pruebas adicionales”. En esta línea, sostiene que “es muy costoso y es algo que muchas familias no se pueden permitir”.
De los químicos “nadie está libre”
En la vida de Ana Gómez cada pequeño detalle por inapreciable que sea, puede ser determinante, ya que son muchos los productos químicos que usamos en nuestro día a día de una manera casi inconsciente. Si nos ponemos a pensar, desde un desodorante, un perfume y hasta el suavizante de la ropa son productos químicos que van impregnados en nosotros, lo que para las personas que padecen sensibilidad química múltiple puede acarrear un brote. Por ejemplo, Ana Gómez, que tiene dos hijas pequeñas, comparte que “en su colegio hay ambientadores y por mucho que hable con el centro me dicen que no hay una ley que les obligue y que no lo quitan, así que cada vez que vienen mis hijas del colegio pongo la ropa a lavar, ducho a las niñas y cuando terminamos, entonces comemos”. Así, cada mínimo producto puede acarrear una gran logística familiar, y como este ejemplo, cada día Ana se enfrenta a “un millón de situaciones”, señala.

La vida social también se ve afectada por esta dolencia, ya que “hay mucho desconocimiento”, como señala Gómez. Así, relata que “hace poco estaba con mi familia en el campo y cuando llegué me ahogaba. No lo entendía porque con lo natural no tengo problema”, y añade que “al rato dijeron que habían echado insecticida, pero que no olía. Mi problema no es que huela, es el producto químico en sí, y de eso nadie está libre”.
Esta es solo una situación que ejemplifica lo que supone esta dolencia también a nivel social. “El cambio de vida es muy drástico y muy duro porque también afecta a otras personas. Soy yo la que lo sufre, pero mis hijas y mi marido no pueden usar productos, y mis suegros y mis padres casi tampoco”, explica, y subraya que “al final condicionas a mucha gente”.

Por ello, Ana hace hincapié en la importancia del trabajo psicológico para sobrellevar la enfermedad de la mejor forma posible. “Es imprescindible”, sostiene, y explica que resulta clave “aceptar la enfermedad y aprender a vivir con ello. Hay que tener herramientas también para saber gestionarte en una crisis porque hay situaciones desesperantes”. Eso sí, Ana Gómez tiene la suerte de vivir en Madrigueras y “en apenas unos pasos puedo estar en el campo”, explica, lo que le permite poder salir con cierta regularidad sin exponerse a lo que puede suponer una ciudad en cuanto a productos químicos.
Cerca de “120 personas” en esta asociación
Una de las cosas más destacables de la sensibilidad química múltiple es “lo incapacitante que puede llegar a ser”, tal y como han señalado algunos pacientes a El Digital de Albacete. Carmen Lozano, presidenta de la asociación de Sensibilidad Química Múltiple de Castilla-La Mancha, lleva más de 15 años luchando contra esta enfermedad, y se dedicaba al sector de la peluquería, que se caracteriza precisamente por la gran variedad de químicos que en él se utilizan, por lo que tuvo que dejar de lado su trabajo.
Tras el diagnóstico, “decidí ponerme a luchar y hemos conseguido que se llevase una proposición de ley”, explica, entre otros avances que poco a poco van llegando. Una dolencia que “te corta la vida en seco”, como sostiene Carmen Lozano, que recuerda que de repente “te ves obligada a vivir encerrada”.

Como síntomas de la sensibilidad química múltiple, Carmen Lozano destaca algunos como “el deterioro cognitivo, dolores de cabeza, inflamación, vómitos o diarreas”, y apunta que “es como si te volvieras intolerante a todo”. Más allá de ellos, también subraya la importancia del “daño psicológico que se puede producir, incluso el rechazo social”.
Salir a la calle puede resultar complicado para las personas que sufren lo que conlleva una afectación crónica como es la sensibilidad química múltiple, convirtiendo pequeños gestos o detalles en todo un infierno para las personas que lo sufren, pero que continúan luchando para vivir en las mejores condiciones posibles.