La ‘Negra Castellana’ es una de las razas europeas de gallinas más antiguas, una raza de ‘marca española’, y del más alto linaje. Una raza pura a la que no se le conoce influencia extranjera, y que esconde grandes historias. Se cuenta que Cristóbal Colón viajó con ellas por expreso deseo de la reina Isabel la Católica, y que viajó hasta Flandes cuando era dominio español en tiempos de Carlos V. Su estándar se definió en 1926 por D. Enrique P. de Villamil, siendo de las primeras gallinas en tenerlo. En la primera mitad del siglo XX fue una de las razas de gallina más utilizadas en España para la obtención de huevos, llegando a dar producciones anuales de 220-225 huevos. Con la llegada de los híbridos y la avicultura industrial en naves con jaulas, la ‘Gallina Negra Castellana’ cayó en el olvido hasta situarse al borde de la extinción.

Una raza valorada y recuperada
Estuvo abandonada durante mucho tiempo, pero gracias al tesón y la perseverancia de algunos románticos, una especie ganadera tan emblemática como esta, ha pasado del olvido y la sombra de la extinción, a ser de nuevo una raza valorada y recuperada. Martín Flores, criador de gallinas, es uno de esos románticos, y ha recuperado en Albacete la ‘Gallina Negra Castellana’. El criador nos cuenta que “la belleza y la planta de estos animales no dejan indiferente a nadie. Por familia y por trabajo siempre he vivido en el campo, y he tenido gallinas, pero la típica gallina ponedora de granja. Hace un par de años empecé a buscar una gallina negra, porque era la que me recordaba a la que en mi infancia había en casa, y la añoraba. Buscando por internet encontré ‘La Gallina Negra Castellana’, y me encantó. Lo que más me atrajo fue que era una raza autóctona, genéticamente pura, porque no tenía cruces con otra raza, y además, no tenía consanguinidad, que era algo que también me parecía muy importante”.

Características de la raza
Buceando en Internet también se tropezó con ‘Ganeca’, la Asociación Nacional de Criadores de Gallina Negra Castellana, una asociación que nació en 2010, y está reconocida por el ministerio de agricultura para gestionar el libro genealógico, y el plan de conservación de la raza ‘Gallina Negra Castellana’. “Me gustó descubrir que había una asociación que trabajaba por la raza, en donde los socios estaban muy involucrados a nivel nacional, así que me uní a ellos, y empecé a hacer lo mismo, pero en Albacete. A partir de entonces empecé a criar, y a conocer bien sus características. Esta raza ocupaba toda la zona centro de la península Ibérica desde tiempos inmemoriales. Es una gallina completamente negra, no puede tener plumas de otro color, tiene la orejilla blanca, y la cresta y barbillas rojas. La cresta en las hembras tiene caer un poco lateralmente, y las patas son de color ceniza. A nivel de producción la característica más importante es que el huevo es completamente blanco impoluto, blanco marfil. No es una gallina muy grande, es ligera, delgada, y muy viva”, describe.

Curiosidades de la ‘Gallina Negra Castellana’
En la edad media ya había escritos que «hablaban de unas gallinas negras que andaban por ahí corriendo, y pegando brincos. A la reina Isabel la Católica le agradaban estas gallinas tan activas y cacareadoras, y se dice que las tenía sueltas en los jardines de palacio. De hecho consiguió que esta gallina fuera al Vaticano. Así que el Papa de aquella época tuvo ‘Gallinas Negras Castellanas’. Cristóbal Colón la llevó en sus viajes a América. De hecho, se dice que el famoso huevo de Colón era de una ‘Gallina Negra Castellana’. En la actualidad, hay varios restaurantes con Estrellas Michelin que utilizan el huevo de ‘Negra Castellana’ para sus recetas. La rusticidad de esta gallina hace que sea una raza perfectamente adaptada al clima extremo de la meseta con fríos y calores intensos. Resistente ante las enfermedades y capaz de volar para escapar de los depredadores. Y es que estas gallinas, por su origen histórico, solían estar sueltas en cortijos, aldeas o haciendas, y podían levantar vuelos de casi 2 metros. De hecho no dormían en el gallinero, sino en la copa de los árboles”, apunta.

Plan de conservación
Uno de los momentos más emocionantes es la puesta y recolección de los huevos, porque “ahí están las nuevas generaciones. En primavera llevamos a cabo el plan de conservación seleccionando los mejores machos según el patrón morfológico. Estos machos deben ser hijos de las mejores ponedoras que tenemos en los lotes. Entonces se pone un solo macho con un lote de hembras seleccionadas del libro genealógico. Hacemos tres controles de puesta entre febrero y julio, para que quede todo registrado. Después del proceso de puesta, y la fase de la incubadora, todo medido con sus tiempos correspondientes, llegan a la nacedora. Ver el momento en el que se inicia la vida, porque el pollito por fin sale del huevo, vale mucho la pena. Una vez que nacen, se les pone unas bridas de colores en la pata, y así están identificados con una anilla de color. A las 5 semanas ya se le pone la anilla oficial individualizada, con una numeración que es irrepetible, y se les inscribe en el árbol genealógico. A partir de ese momento, esos pollitos se van seleccionando en busca de un estándar de la raza”, explica.

La granja se ha convertido en mi ‘psicólogo particular’
Martín Flores trabaja como mecánico en un servicio técnico de aparatos de clínicas dentales, algo muy diferente a la crianza de gallinas. “Esto no lo hago por motivos económicos, sino por el amor a los animales, y en especial a esta raza de gallinas. Me gusta su morfología, su rusticidad, el hecho de estar trabajando por la conservación de la raza, de colaborar con la asociación, y de mantener la historia. La recolecta de datos, además, por mi trabajo y mi forma de ser, es algo que siempre me ha fascinado. Ir recolectando, hacer la selección, ir eliminando defectos en la descendencia, todo eso me apasiona. Hacer lo que me gusta, y ese sentimiento de recuperación, me da mucha satisfacción. Las gallinas se han convertido en mi psicólogo particular, porque llega el fin de semana y desconecto totalmente. Me llena mucho pasar el rato con ellas, tanto por la conservación de la raza, como por el entretenimiento. Cuando eres capaz de tener un hobby que te hace desconectar totalmente de tu día a día, eso no tiene precio”, concluye. Gracias a personas como Martín Flores se está recuperando a la ‘Gallina Negra Castellana’, una raza pura y autóctona que esconde grandes historias.







































