(Solo estáis tranquilos cuando estáis juntos // No hay dios que os aguante, campeones del mundo)
Me desmarco del habitual análisis político al que me comprometí en este espacio hace ya casi dos meses para acercarme a extremos más mundanos, sin dejar de lado, en todo caso, una cercanía con la clase política que se acorta en las líneas que les dedico esta semana.
Este periódico digital, que lo es de toda la provincia de Albacete y a la larga siempre en el ‘top 3’ de los más leídos de toda la región, deja hueco a todas las sensibilidades castellanomanchegas y llega a representar a cualquier paisano de cualquier comarca, desde el Señorío de Molina hasta los Campos de Hellín. Pero, muchas veces, la línea recta entre las capitales de Toledo y Albacete es más grande de lo que dice Google cuando fija en dos horas y media el trayecto medio por carretera. Si me lee usted desde la ciudad más grande de la región, quédese hasta el final.
Como conquense exiliado en Toledo que escribe para Albacete, les vengo a contar que en la semana que precede el Corpus Christi, la capital regional entra en una espiral de liturgias, orgullo y exhibición a partes iguales hasta una ceremonia tan hipnótica como vistosa.
Desde que las calles se empiezan a engalanar y hasta que empiezan a oler a tomillo en la víspera del día grande de la Custodia de Arfe y de toda una ciudad, ocurren centenares de hitos, uno detrás de otro y todos ellos presa de una cadena de montaje engrasada con precisión milimétrica. Y, de entre todos, vengo a destacar las muestras de poderío que los grandes medios de comunicación conjugan de la mano de toda autoridad civil, eclesiástica, política y militar en forma de actos sociales donde no falta nadie de los que tiene que estar.
Es costumbre, en la semana que se abre encarando la recta final hasta el gran día, que dos de las grandes cabeceras se turnen para cosechar sendos éxitos de cócteles patrocinados donde se hacen más negocios que a lo largo de todo el año. Y lo lucen con orgullo, no es para menos, y es que destilan cierto halo de lo que debió ser en su día ese poder del que presume el Cuarto Poder.
Sin entrar en más detalles y confesando que ya velo armas para militar en los dos grandes eventos de la sociedad toledana de los próximos días quería hablarles del torneo benéfico preCorpus que, no sé si con acierto, vengo organizando ya por segundo año consecutivo. Lo que en su génesis fue una propuesta de juntar a políticos y periodístas vestidos de corto y con un balón de fútbol de por medio para medir fuerzas más allá de las ruedas de prensa ha cogido una inercia considerable con un telón de fondo benéfico. Y, con cierto orgullo, les cuento que en la recientemente finiquitada segunda edición, la misma que me ha impedido la puntualidad de miércoles a primera hora a la que les tengo acostumbrados en esta tribuna, ha sido un éxito superlativo.
Cuatro equipos: periodistas, políticos, periodistas de gabinete y representantes de la cultura toledana compartieron colores de camiseta en un torneo benéfico que consiguió algunos miles de euros a beneficio de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Toledo en una tarde de fútbol que tuvo de todo.
Ahorro la crónica apuntando que ganaron los periodistas de gabinete y que en la primera contienda los plumillas sucumbieron a los políticos, tanda de penaltis mediante y sin que sirva de precedente.
Más allá de lo técnico de la estadística, el sabor de boca de juntar a políticos de todos los colores contra periodistas de todos los medios por una buena causa y con buena sintonía se ha colado en el programa de actividades de la semana grande de Toledo, y lo luzco orgulloso. Y para que una cita tan toledana se impregne un poquito de Albacete, con la esperanza de estrechar la distancia entre las dos ciudades, uso esta tribuna para avanzar lo que ocurrirá en lo que será el III Torneo de Fútbol Benéfico preCorpus organizado por Europa Press en 2026: Y es que reto a periodistas, políticos y sociedad cultural de Albacete a montar su propio equipo combinado para venir como invitado a participar dentro de doce meses. No digan que no avisé.
Humberto del Horno