MAR ABIERTO | Pensar diferente

Artículo de opinión de Amelia Fernández Pacheco

Las primeras víctimas de la libertad de expresión suelen ser aquellas que desafían las estructuras de poder, políticas, religiosas, empresariales, sociales o culturales. 

En todas las épocas, las ideas que cuestionan la autoridad o las normas establecidas han sido vistas como peligrosas, llevando a la persecución de quienes las defienden. Y sí, está protegida por nuestra Constitución (Art.20) y por todas las de Europa y en la U.E (Art.10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos) pero estamos en un contexto autoritario y/o polarizado y disidir puede acarrear censura, prisión o incluso la muerte. Y cuando no pueden arrebatarte la vida o no es para tanto, te arrebatan el entorno , el espacio y las ganas de seguir.

En el mundo en que vivimos, si las ideas desafían el statu quo, simplemente porque lo cuestionan, que en mi opinión es lo mínimo, a lo largo de la historia, muchos han pagado un alto precio por ejercer este derecho; precio social, económico y personal Eso es, en un chasquear de dedos se convierte uno en marginado de cualquier nivel. Si alguien disiente, cuestiona o propone en contrario, en el mejor de los casos, es un loco enajenado no se si al estilo Hendrix en “Manic Depression” pero sinceramente me quedo con ese “no moleste a los demás” porque el respeto es algo que lo cambia todo.

Dicen que en una guerra la primera víctima es la verdad, seguramente sí. En pie de guerra estamos prácticamente siempre, de un tiempo a esta parte, claro está.

El respeto es un valor fundamental que equilibra la libertad de expresión asegurando que no se convierta en un vehículo para el daño y es equiparable a la dignidad, la empatía, el civismo y la justicia. Sin respeto, nunca podrá ejercerse la convivencia pacífica.

Sócrates quizá fue una primera victima de la libertad de expresión, al menos la primera documentada, le acusaron de corromper a la juventud y de impiedad por cuestionar a los dioses tradicionales y fomentar el pensamiento crítico. Su método basado en el dialogo y la interrogación desafiaba las ideas establecidas y en su juicio, descrito por Platón, fue condenado a muerte bebiendo cicuta. El poder silencia las voces que promueven el pensamiento libre: silencia lo que no puede controlar.

Jesus de Nazaret desafió la autoridad religiosa de los fariseos y el orden político romano en Judea. Fue visto como subversivo por sus mensajes , acusado de blasfemia y de proclamarse “Rey de los Judíos”. Fue crucificado tras un juicio también “dirigido”. La violencia no se combate con violencia o sí, cuando no queda la palabra.

Hipatia de Alejandría, fue asesinada por una turba de fanáticos que la acusaban de influir en las autoridades con ideas paganas y de promover el pensamiento racional en un contexto creciente de intolerancia religiosa. La represión de la libertad intelectual es una forma directa de atacar la libertad de expresión. El dogmatismo siempre ha buscado eliminar cualquier voz que no sea la suya. La falta de libertad no solo silencia individuos sino que frena el progreso porque limita la innovación, la creatividad y la justicia.

Giordano Bruno fue quemado en la hoguera por sus ideas cosmológicas al defender el universo infinito sin un centro único y teológicas que cuestionaba los dogmas religiosos, tampoco la ciencia queda libre de pecado.

Galileo Galilei fue condenado por defender el Heliocentrismo ( la tierra gira alrededor del sol) aunque no asesinado.

Suma y sigue, se derriban fronteras entre la crítica legítima y el daño intencionado (sin caer en el dogmatismo o la censura) promoviendo que el desafío sea distinguirlos. La frontera entre expresión y daño , a mi juicio, no debe ser difusa para poder salir de ese barro y para que la libertad de expresión se mantenga como lo que es: un pilar fundamental de las sociedades democráticas y un potente motor de desarrollo tecnológico, empresarial y social.

Defenderé a ultranza poder manifestar ideas, opiniones, creencias o críticas sin temor a la censura o a represalias. Sin vulnerar otros derechos, obviamente.  

El respeto quizá sea la clave para combatir la polarización en la que nos tratan de imbuir.

Les dejo recién aterrizada de las américas con mil novedades que me dejo para la próxima vez y vuelvo a inspirarme “En un lugar de la Mancha …” donde Don Quijote sí tuvo el derecho de definirse a sí mismo proclamándose Caballero Andante y tuvo la gracia de dejarnos la impronta de que la felicidad no se alcanza en los ideales sino en el viaje: ¿están de acuerdo ?

De acuerdo y mucho , estoy con esto : “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”

Sean felices.

Amelia F Fernández-Pacheco

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