OPINIÓN | Promesas sin carril: la A-31, atrapada entre atascos y abandono político

Artículo de opinión de Vicente Aroca

Una vez más, como en la reciente Semana Santa y puentes festivos, miles de conductores padecen las interminables retenciones en la A-31 entre La Roda y Chinchilla, uno de los tramos más transitados de la autovía Alicante-Madrid. Y, una vez más, nos topamos con la misma frustración: la ausencia de soluciones tangibles a una infraestructura colapsada desde hace años.

Este tramo, que soporta más de 20.000 vehículos diarios —alcanzando cifras que superan los 50.000 en agosto o fechas clave como estas vacaciones recientes—, lleva siendo objeto de promesas y estudios desde hace más de una década. El tercer carril, tan necesario como postergado, sigue siendo una promesa incumplida.

El único gobierno que avanzó de forma real hacia esta mejora fue el de Mariano Rajoy. En 2018, su ejecutivo aprobó el estudio informativo y de impacto ambiental para la ampliación de este tramo con un tercer carril, con un presupuesto estimado superior a los 149 millones de euros para los casi 72 km en ambos sentidos entre las dos localidades. La iniciativa fue recibida, en aquel momento, con entusiasmo y así lo manifesté públicamente cuando tuve el alto honor de ser el alcalde de La Roda, destacando el impacto positivo que tendría en el desarrollo económico y la creación de empleo en nuestra zona, provincia y en la región.

Sin embargo, desde la llegada del presidente Pedro Sánchez a La Moncloa, todo quedó paralizado. La partida presupuestaria prevista para el proyecto desapareció, y con ella se esfumó la esperanza de ver iniciadas unas obras que ya deberían estar muy avanzadas o incluso concluidas. Hoy, siete años después de su aprobación inicial, el tercer carril entre La Roda y Chinchilla sigue siendo solo un plano guardado en un cajón, quizás junto a otros tantos proyectos que duermen el sueño de los justos.

Ni el Gobierno central ha retomado el impulso que dejó el gobierno de Rajoy, ni el presidente regional Emiliano García-Page ha logrado arrancar un compromiso claro y vinculante. Aunque Page ha mencionado esta infraestructura en varias intervenciones parlamentarias y en debates sobre el estado de la región, lo cierto es que no ha pasado de las palabras a los hechos, algo normal y ya recurrente en el señor Page. Nada nuevo bajo el sol. El consejero de Fomento, Nacho Hernando, tampoco ha dado señales de que este proyecto esté en el radar inmediato del Ejecutivo autonómico, al menos, que un servidor sepa.

Y mientras tanto, los castellano-manchegos y quienes transitan por esta via, siguen atrapados entre vehículos, escuchando y viendo cómo se habilitan carriles reversibles como «solución temporal», medida que solo maquilla la inacción estructural del Gobierno de España. 

El tiempo pasa, los gobiernos se suceden, pero las retenciones permanecen. No es solo una cuestión de movilidad, es una cuestión de voluntad política. Y a día de hoy, el Gobierno de Pedro Sánchez no la ha demostrado. Lo que sí ha quedado demostrado es cargarse de un plumazo lo que el señor Rajoy dejó preparado, aprobado y presupuestado.

La esperanza, dicen, es lo último que se pierde. Pero en este caso, no ha llegado ni al tercer carril, ni al desarrollo económico que esta infraestructura traería a toda la zona de La Roda, Chinchilla y el corredor hacia Alicante. Mientras tanto, los que siguen pagando las consecuencias del abandono y dejadez de los gobiernos socialistas, son los ciudadanos que transitan cada día por esta vía, y una comarca que sigue viendo cómo se le cierran oportunidades cada vez que se atasca una promesa.


Vicente Aroca

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