El silbido del pastor se escucha a los lejos en la zona de Yeste, en plena Sierra del Segura. Seguidamente, se aprecia una sinfonía de cencerros aproximándose, y a lo lejos van apareciendo pequeñas manchas blancas. Son las cabras blancas celtibéricas que, dirigidas por Restituto, se van acercando.

Restituto Jiménez, pastor y presidente de AGRACE (Asociación de Ganaderos Criadores de la Raza Caprina Blanca Celtibérica), es la persona que mejor conoce esta raza caprina, y ha dedicado parte de su vida a su conservación. Jiménez nos cuenta que “la cabra blanca celtibérica es una joya con dientes, la identidad de la Sierra del Segura. Una raza caprina autóctona española, que tiene origen en Sudán, y su nombre hace referencia a su color blanco uniforme y a las regiones celtibéricas donde tradicionalmente ha vivido. Entró por el mediterráneo y se adaptó a la perfección a los pastos de esta vertiente mediterránea y sobre todo a la Sierra del Segura. Entre sus características está su color blanco, los cuernos en tirabuzón, y las mamas recogidas, porque si las llevaran colgando en la sierra se les estropearían cada día”.

Una raza que estuvo a punto de extinguirse
La Cabra Blanca Celtibérica es una raza autóctona perfectamente adaptada al medio en el que vive, caracterizado por tener un terreno abrupto y de clima extremado y pastos pobres. Se puede decir que aprovecha pastos de zonas donde ninguna otra cabra podría hacerlo, aunque es una raza que estuvo a punto de extinguirse. Restituto señala que “en el siglo XIX esta cabra era sustento en la zona de la Sierra del Segura. Había muchos ganaderos con rebaños, con un número de cabras relativo a la extensión de hectáreas que tuviera. Las familias eran numerosas, y cada miembro de la familia se encargaba de alguna faena del campo. Labraban, cosechaban, y por supuesto pastoreaban. Siempre solía existir la figura del pastor en cada familia, que era el que salía cada mañana temprano con el rebaño. Ya en el siglo XX, en los años 50 y 60, la falta de oportunidades en las zonas rurales hizo que mucha gente de la sierra migrara a las grandes capitales en busca de trabajo y de mejores oportunidades laborales y salariales. En ese momento fue cuando empezaron a desaparecer los rebaños, y se fue perdiendo la raza hasta llegar al peligro de extinción”.

Esta situación se alargó hasta 1995, momento en el que “vino a la ‘Oficina Comarcal Agraria’ un veterinario llamado Tomás Medina Ortiz, que se dio cuenta de que en la comarca había habido años atrás una raza pura de Cabra Blanca Celtibérica. Yo fui uno de aquellos que emigraron a Cataluña en busca de trabajo, y por aquel entonces volví de nuevo al pueblo. Mi padre era cabrero, y a mí me han salido los dientes con las cabras, algo que echaba mucho de menos. Cuando llegué, aunque todavía había un porcentaje grande de raza de Cabra Blanca Celtibérica, ya estaba mezclada, y había perdido mucho. Yo siempre había tenido debilidad por estas cabras, porque me acordaba de mi juventud, así que viendo que la raza estaba muy deteriorada y se estaba perdiendo, pensamos en hacer una asociación para comenzar a purificar la raza, y así nació AGRACE”, refleja.

Trabajando para purificar la raza
En casa de Restituto eran 8 hermanos. En 1969 se fue a Cataluña, y cuando volvió su padre seguía con las cabras, pero algo había cambiado. “Tenía el recuerdo de rebaños de 200 y 300 cabras blancas como palomas, de pura raza, y eso ya no era así, se había perdido. En la sierra había existido esta raza y no se podía perder. Así que me empeñé en que teníamos que purificarla. En 1995 dimos los primeros pasos, y conseguimos, a través de la asociación, un convenio de colaboración con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Poco a poco empezamos a obtener machos de pura raza, y empezamos a subir el porcentaje de pureza, de un 60% a 90%. A raíz de eso la gente se empezó a animar en la zona de Nerpio, Yeste, y Elche de la Sierra, y empezamos a hacer reuniones para sacar el proyecto adelante. Estuvimos durante 7 años trabajando duro, y en 2002 ya se empezaron a ver rebaños con mucha pureza, algo que nos llevó a conseguir el reconocimiento de la raza, y una línea de ayudas importante que hizo que el proyecto comenzara a funcionar en serio. Gracias a la ayuda de los organismos públicos empezamos a confeccionar una bolsa de sementales que fuimos repartiendo a los ganaderos. De pronto había gente joven dispuesta a quedarse en la sierra a trabajar, y a vivir dignamente para mantener esta genética. A través de aquella línea de ayuda, los técnicos fueron seleccionando los animales que se habían ido purificando, y los fueron catalogando con sus características específicas, como eran la capa blanca, o la pezuña blanca. En aquel año habíamos logrado conseguir el 90% de pureza. De este modo, se fue volviendo a las raíces, a que la gente se quedara en el pueblo, a tener hijos, a trabajar en el campo, y a salir con las cabras, y, sobre todo, a dignificar el trabajo de pastor”, señala.

Dónde está el ganado, hay riqueza
En 2002 había unas 1.000 cabras de pura raza, y ahora hay sobre las 10.000. “Me he criado con esa genética, por lo que lo llevo en la sangre, y ahora me siento muy satisfecho del trabajo que se ha hecho. Verlas ahora en el campo, a su aire, me da la vida. Su dieta son las plantas aromáticas, como el romero, el tomillo, o la mejorana. Además, estas cabras limpian el paisaje de la Sierra del Segura, y lo cuidan. Hacen una función de limpieza del monte muy importante. Se podría decir que son como bomberas, porque van limpiando, quitando la maleza y al mismo tiempo van estercolando, por lo que van enriqueciendo el campo a su paso. Dónde está el ganado hay riqueza, y no hay fuego. Sería un sueño para mí que alguien joven siguiera con las cabras, porque cuando yo lo deje, no tengo quien siga con ellas, y me da mucha pena. Me gustaría, en un futuro, dejar mis cabras en manos de alguien joven que quiera iniciar su vida como pastor, y que se enamore como yo, de estas joyas con dientes. Por otro lado, el hecho de que se organicen actividades para conocer el entorno de la sierra y ver estas cabras autóctonas, es una razón más para conservarlas”, asegura.

Un día de pastoreo con Restituto
Estefanía Clavijos, creadora de experiencias rurales en @unhuertilloenferez, organiza, entre otras actividades, un ‘Día de Pastoreo’ con Restituto. Clavijos indica que “es una actividad en la que los participantes tienen la oportunidad de vivir la aventura de pastorear entre montañas de la Sierra del Segura con Restituto y sus cabras Celtibéricas. Mi motivación a la hora de organizar este tipo de eventos nació hace unos años. Estuve viviendo en el extranjero, y cuando volví a Férez, pueblo en el que nací, me di cuenta de lo importante que es tener nuestra esencia, nuestro valor y nuestro patrimonio, porque es lo que nos identifica. Somos gente serrana, de la montaña, y al realizar estas actividades tengo la oportunidad de divulgar y dar a conocer nuestras costumbres. Después de la pandemia hubo un gran interés por volver a las zonas rurales, a la tendencia de lo ecológico, conocer lo que comemos, e impregnarnos de la cultura de los sitios que visitamos. Eso me hizo ver en la vida de Restituto algo más que una actividad. En realidad es una oportunidad única de vivir una experiencia que no es fácil encontrar por ahí. Una ocasión de conocer a las cabras autóctonas de nuestra tierra, en peligro de extinción, muy difíciles de ver si no es en la Sierra del Segura, y que si no fuera por gente como Restituto ya no existirían. Además, es una gozada conocerlo a él, su vida y su trabajo, y en su hábitat natural, con las cabras sueltas en el campo, bajo su atenta mirada. Sus conocimientos son increíbles, y no me equivoco si digo que es probablemente la persona que más sepa de cabras de toda España, y lo mejor es que lo tenemos en Yeste. La gente que viene a esta actividad suele venir de la ciudad, y no ha tenido mucho contacto con el mundo del pastoreo, y por eso se quedan sorprendidos. Les encanta ver a las cabras tan cerca, darles de comer, y conocer la vida de un pastor y sus costumbres”, concluye.

Lo mejor de esta actividad es conocer a Restituto, un apasionado del pastoreo que ha dedicado parte de su vida a la conservación de la Cabra Blanca Celtibérica de la Sierra del Segura.























/Fotos cedidas/